FIESTA
DE LA NAVIDAD (A)
Verán
los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios
Isaías 52, 7-10: «Verán los
confines de la tierra la victoria de nuestro Dios»
Salmo 98(97): «los confines
de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios »
Hebreos 1, 1-6: «Dios nos ha
hablado por el Hijo»
San Juan 1, 1-18: «La
Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros»
El profeta, probablemente el
segundo Isaías, nos invita a la esperanza porque Dios viene a Sión, «consuela a
su pueblo y rescata a Jerusalén». La promesa se refiere a los tiempos del
destierro en Babilonia y a su próximo final. Pero nosotros leemos el pasaje desde
la perspectiva de la encarnación del Hijo de Dios.
Si en el AT se hablaba de lo
hermosos que son los pies del mensajero que trae buenas noticias, nosotros, los
cristianos, podemos leer con más alegría que los oyentes de Isaías el anuncio
de que «tu Dios es Rey», o que «ven cara a cara al Señor», o que «verán los
confines de la tierra la victoria de nuestro Dios». En verdad, «¡qué hermosos
son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz!».
El salmo nos hace cantar
sentimientos de alegría y victoria: «canten al Señor un cántico nuevo porque ha
hecho maravillas». Los que saben mitrar la historia con ojos de fe, saben estrenar
siempre un nuevo cántico.
Dios habló por los profetas,
ahora lo hace por su Hijo. La carta es una oración sagrada, con su exordio y su
parte doctrinal sobre el misterio de Jesús: el principio y el fin, preexistente
y salvador. Los versículos que hoy leemos son como un resumen de toda la carta y una cristología concentrada: Dios nos
ha hablado por los profetas, y ahora lo hace por medio de su Hijo; Cristo es
«reflejo de la gloria» de Dios y "sostiene el universo con su palabra
poderosa"; es Hijo y Heredero; es superior a todos los ángeles; y ya desde
la creación inicial, por medio de él, Dios «ha ido realizando las edades del
mundo».
Jesús se hace Luz y Palabra.
Dos partes principales en este prólogo: «la Luz brilla en la tiniebla» y «la
Palabra se hizo carne», en torno a las cuales giran todas las afirmaciones, con
una introducción sobre la Palabra y un final sobre Juan como testigo de la
misma.
Jesús como palabra creadora,
viva y luminosa y como luz rechazada y aceptada, se hace cercano y distante a
la vez, ya que la unidad de su persona se completa con realidades antinómicas
aparentemente. Aceptarlo es ser agraciado y vivir en la verdad; rechazarlo es ser
condenado y vivir en la tiniebla.
Al hacerse carne se habla de
la presencia divina en dimensión humana, cercana, familiar. Ahora, la tienda
donde Dios mora con nosotros es Jesús, «lleno de gracia y de verdad» Este Logos
se ha convertido en sekinah (= «presencia») de Dios entre nosotros, y ha hecho
ver la gloria, la presencia esplendorosa de Dios a los hombres.
Algunas preguntas para
reflexionar
1. ¿Cómo expreso la alegría
en la celebración de la Navidad?
2. ¿Qué compromiso adquiero,
para con mi familia y mi sector, como fruto de la celebración de la Navidad?
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