8° DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
LA
CONFIANZA EN LA PROVIDENCIA DE DIOS
Isaías. 49,14-15: «Yo no te
olvidaré”
Salmo 62(61): «Descansa sólo
en Dios, alma mía»
1Corintios 4, 1-5: «El Señor
pondrá al descubierto los designios del corazón»
San Mateo 6, 24-34: «Busquen
primero el Reino de Dios y su justicia»(Lc. 16,13; 12,22-31)
El tema litúrgico de hoy es
la Providencia amorosa de Dios.
Ya el Antiguo Testamento
tiene una profunda conciencia de la cariñosa preocupación de Dios por sus hijos
e hijas. El profeta la compara con la preocupación y cariño de una madre, pero
va más allá: aun si una madre olvidara a su hijo, Dios jamás olvidará a ninguno
de sus hijos.
El texto de San Pablo es un
consejo para aquellos que tienen un ministerio en la Iglesia: antes que nada
tienen que ser fieles. ¿Por qué? Porque un ministro en la Iglesia -sacerdote,
religioso, Religiosa, catequista o lo que sea- representa a Dios, y Dios es siempre
fidelidad por amor.
La lectura del Evangelio de
hoy sobre el sermón de la montaña es una conmovedora y poética presentación de
la Providencia amorosa de Dios .Jesús está diciendo: no se preocupen por lo que
necesiten para vivir. Dios se preocupa
de ustedes.
¿Qué quiere decir realmente?
¿Está llamando a la irresponsabilidad o pasividad? ¿No son sus palabras
ingenuas? ¿Nos aliena este Evangelio de nuestro esfuerzo por una vida mejor y
por promover la justicia para los pobres?
No, Jesús no está llamando a
nada por el estilo. Más bien está colocando nuestros corazones en su justo
lugar y nuestras responsabilidades y esfuerzos en su justa perspectiva. Lo que
Jesús está diciendo es: no debemos estar abrumados o ansiosos sobre el futuro.
Nunca debemos desanimarnos. La esperanza en Dios debería ser siempre un
elemento importante en nuestro trabajo y planes. Pero debemos, igualmente,
empeñarnos y trabajar.
La Providencia de Dios
supone el esfuerzo humano. Es como una cosecha. Para tener una buena cosecha
debemos sembrar, cultivar, preocuparnos por el campo, regarlo. Pero
necesitamos, igualmente, la luz y el calor del sol. Sin el sol no hay cosecha.
La Providencia de Dios es el
sol de nuestros esfuerzos y realizaciones .No debemos perder de vista a este
sol, y trabajar según eso. Ese es el significado de las últimas palabras de
Jesús: «Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás les
será dado por añadidura».
Algunas preguntas para
pensar durante la semana
1. ¿Tengo en cuenta la
Providencia diaria y concreta de Dios al afrontar mis preocupaciones
cuotidianas?
2. Piense en casos en que ha
experimentado la Providencia de Dios.
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