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Vida Nueva Cali - Reproductor

lunes, 31 de julio de 2023

LUNES 31 DE JULIO

    

       Lunes 17 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,31-35): En aquel tiempo, Jesús propuso todavía otra parábola a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas».

Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo». Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: ‘Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo’.

«Nada les hablaba sin parábolas»

Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca(Valldoreix, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús predicando a sus discípulos. Y lo hace, tal como en Él es habitual, en parábolas, es decir, empleando imágenes sencillas y corrientes para explicar los grandes misterios escondidos del Reino. Así podía entender todo el mundo, desde la gente más formada hasta la que tenía menos luces.

«El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza...» (Mt 13,31). Los granitos de mostaza casi no se ven, son muy pequeños, pero si tenemos de ellos buen cuidado y se riegan... acaban formando un gran árbol. «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina...» (Mt 13,33). La levadura no se ve, pero si no estuviera ahí, la pasta no subiría. Así también es la vida cristiana, la vida de la gracia: no se ve exteriormente, no hace ruido, pero... si uno deja que se introduzca en su corazón, la gracia divina va haciendo fructificar la semilla y convierte a las personas de pecadoras en santas.

Esta gracia divina se nos da por la fe, por la oración, por los sacramentos, por la caridad. Pero esta vida de la gracia es sobre todo un don que hay que esperar y desear con humildad. Un don que los sabios y entendidos de este mundo no saben apreciar, pero que Dios Nuestro Señor quiere hacer llegar a los humildes y sencillos.

Ojalá que cuando nos busque a nosotros, nos encuentre no en el grupo de los orgullosos, sino en el de los humildes, que se reconocen débiles y pecadores, pero muy agradecidos y confiados en la bondad del Señor. Así, el grano de mostaza llegará a ser un árbol grande; así la levadura de la Palabra de Dios obrará en nosotros frutos de vida eterna. Porque, «cuanto más se abaja el corazón por la humildad, más se levanta hacia la perfección» (San Agustín).

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «No tengas miedo al mundo paganizado, porque el Señor nos busca justamente para que seamos levadura, sal y luz en medio de este mundo. No te preocupes, que el mundo no te hará daño, a no ser que a ti te dé la gana» (San Josemaría)

  • «La familia que vive la alegría de la fe, la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad» (Francisco)

  • «Siendo propio del estado de los laicos vivir en medio del mundo y de los negocios temporales, Dios les llama a que movidos por el espíritu cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 940)

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30 de julio
Domingo 17 (A) del tiempo ordinario

Vídeo del Evangelio y comentario

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20º Aniversario evangeli.net

sábado, 29 de julio de 2023

DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO - 30 DE JULIO 2023

 TRES PARÁBOLAS SOBRE EL REINO DE DIOS


Jesús comenzó su vida pública predicando el Reino de los cielos y proclamando su llegada. El Reino no sólo fue el tema central de su predicación sino también el punto de referencia de la mayoría de sus parábolas, además del contenido de sus acciones simbólicas que formaban una parte importante de su ministerio.


Pero, ¿en qué consiste concretamente este reinado? Jesús nunca ofreció una definición exacta del Reino, en su predicación esta realidad adquiría diversos matices de significado. En el evangelio de este domingo, vemos que se sirve de tres imágenes tomadas de la cotidianidad y adaptadas a la realidad de los suyos para desvelarnos el misterio del Reino de los cielos.


LECTURAS

DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO - 30 DE JULIO


Lectura del primer libro de los Reyes 3, 5. 7-12 - “Concede, pues, a tu siervo, un corazón atento para juzgar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal”


Salmo 118 - ¡Cuánto amo tu ley, Señor!


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 28-30 - “Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien”


Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 44-52 .- “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo”


En el Evangelio de este domingo, Jesús adopta tres imágenes para hacer comprender lo que es el Reino de los cielos: en un primer momento lo compara a un tesoro escondido en un campo para cuya adquisición el que lo encuentra vende todo cuanto tiene; por otro lado, lo compara a un comerciante de perlas que encuentra una de gran valor y vende también todo lo que posee para su posesión. Por último, explica que este Reino se parece a una red que se hecha al mar y recoge toda clase de peces, pero sólo se conservan los buenos, mientras los malos son devueltos al mar.


Ahora, retomemos la pregunta que Jesús formula a sus discípulos: ¿entendéis bien todo esto? Más aún, ¿qué nos quiere indicar con esas comparaciones? Os invito a detenernos solo en la primera parábola, la del tesoro escondido y en la segunda, la de la perla de gran valor.   


Si nos fijamos con detenimiento en la primera parábola, podemos percibir que es Dios mismo ese tesoro escondido que, a menudo y de forma inesperada, se deja encontrar por el hombre. Y este encuentro puede darse tanto en medio de las faenas de la vida diaria como consecuencia de una fuerte experiencia, llámese crisis existencial o dura experiencia de sufrimiento o de alegría... Y es que en la humanidad de Jesús Dios ha venido a habitar entre nosotros, ha venido a formar parte de nuestra realidad. Su presencia cubierta en nuestro mundo, la podemos descubrir en acontecimientos, en personas… y en aquellas realidades cotidianas con las que él mismo se identificaba. Y ahora cabe hacernos otra pregunta: una vez descubierto este tesoro que es Dios mismo, ¿qué hace el hombre que lo encuentra? Jesús mismo nos responde cuando dice que el hombre que lo encuentra vende todo lo que posee para su adquisición. En efecto, Dios es el tesoro al que todos nuestros otros tesoros deben ser subordinados. Nuestro encuentro con Dios exige que le confiemos todo lo que tenemos e incluso todo lo que somos. Ante este encuentro no camben negociaciones ni regateos; hemos de venderlo todo, como el personaje de la primera parábola, para adquirir el campo donde hemos encontrado el tesoro.  


En la segunda parábola Jesús continúa con su enseñanza a propósito del encuentro del ser humano con Dios. En esta parábola, a diferencia de la primera, podemos observar que la acción recae, en gran medida, en el mercader, que es quien busca perlas más hermosas para su colección. Con esta segunda parábola, Jesús nos quiere insistir sobre otro aspecto importante, a saber, la necesidad de buscar a Dios con perseverancia. A veces Dios se nos revela sin que lo busquemos, como en la primera parábola, pero también se nos revela solo después de una larga búsqueda. Dios está en nuestra vida cotidiana, siempre se deja encontrar. Depende de nuestra actitud, depende de nosotros tener los ojos abiertos y los odios atentos para verlo y escucharlo en las circunstancias en las que se nos quiere y puede manifestar.


La primera lectura, tomada del primer libro de Reyes, nos ha hablado de la elección del rey Salomón, que, ante otros valores posibles y apreciados por nuestro mundo, prefirió la sabiduría. Muchas cosas y personas pueden distraernos en nuestra búsqueda de Dios, de allí que como Salomón hemos de pedir a Dios, en nuestra oración, la sabiduría suficiente para saber discernir y elegir el verdadero tesoro.  


Algunas actitudes y hábitos son incompatibles con el Evangelio proclamado por Jesús: ¿soy capaz de renunciarlo todo por el verdadero y auténtico tesoro? ¿está mi vida llena de alegría por el descubrimiento de Dios? ¿qué otros tesoros o perlas de mi vida estoy dispuesto a renunciar por Dios?


SABADO 29 DE JULIO

 

   29 de julio: Santos Marta, María y Lázaro

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».

«Te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, también nosotros —atareados como vamos a veces por muchas cosas— hemos de escuchar cómo el Señor nos recuerda que «hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,42): el amor, la santidad. Es el punto de mira, el horizonte que no hemos de perder nunca de vista en medio de nuestras ocupaciones cotidianas.

Porque “ocupados” lo estaremos si obedecemos a la indicación del Creador: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla» (Gn 1,28). ¡La tierra!, ¡el mundo!: he aquí nuestro lugar de encuentro con el Señor. «No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno» (Jn 17,15). Sí, el mundo es “altar” para nosotros y para nuestra entrega a Dios y a los otros.

Somos del mundo, pero no hemos de ser mundanos. Bien al contrario, estamos llamados a ser —en bella expresión de san Juan Pablo II— “sacerdotes de la creación”, “sacerdotes” de nuestro mundo, de un mundo que amamos apasionadamente.

He aquí la cuestión: el mundo y la santidad; el tráfico diario y la única cosa necesaria. No son dos realidades opuestas: hemos de procurar la confluencia de ambas. Y esta confluencia se ha de producir —en primer lugar y sobre todo— en nuestro corazón, que es donde se pueden unir cielo y tierra. Porque en el corazón humano es donde puede nacer el diálogo entre el Creador y la criatura.

Es necesaria, por tanto, la oración. «El nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que a menudo desemboca en el activismo, con el riesgo fácil del “hacer por hacer”. Tenemos que resistir a esta tentación, buscando “ser” antes que “hacer”. Recordemos a este respecto el reproche de Jesús a Marta: ‘Tú te afanas y te preocupas por muchas cosas y sin embargo sólo una es necesaria’ (Lc 10,41-42)» (San Juan Pablo II).

No hay oposición entre el ser y el hacer, pero sí que hay un orden de prioridad, de precedencia: «María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (Lc 10,42).

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «La vida de Marta, es nuestro mundo; la vida de María es el mundo que esperamos. Vivamos la de aquí con rectitud para obtener plenamente la otra» (San Agustín)

  • «La palabra de Cristo es clarísima: no desprecia la vida activa, y mucho menos la generosa hospitalidad; pero recuerda el hecho de que la única cosa verdaderamente necesaria es otra: escuchar la Palabra del Señor» (Benedicto XVI)

  • «Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 131)

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Domingo 17 (A) del tiempo ordinario

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Santos Marta, María y Lázaro

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