Lecturas:
Primera Lectura:
Hechos de los Apóstoles 3, 13-15.17-19:
«Dios lo resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos»
Salmo:
Salmo 4, 2-9: «Haz brillar sobre nosotros me resplandor de tu rostro»
Segunda Lectura:
1 Juan. 2,1-5a.: «Tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el justo»
Evangelio según San Lucas 24, 35-48
Ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Mientras estaban hablando de todo esto, Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: «Paz a ustedes.» Quedaron atónitos y asustados, pensando que veían algún espíritu, pero él les dijo: «¿Por qué se desconciertan? ¿Cómo se les ocurre pensar eso? Miren mis manos y mis pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que yo tengo.» Y dicho esto les mostró las manos y los pies.Y como no acababan de creerlo por su gran alegría y seguían maravillados, les dijo: «¿Tienen aquí algo que comer?» Ellos, entonces, le ofrecieron un pedazo de pescado asado y una porción de miel; lo tomó y lo comió delante ellos. Jesús les dijo: «Todo esto se lo había dicho cuando estaba todavía con ustedes; tenía que cumplirse todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos referente a mí.» Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras. Les dijo: «Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a todas las naciones, invitándolas a que se conviertan. Ustedes son testigos de todo esto.»
Palabra del Señor - Gloria a ti Señor Jesús
Reflexión:
Ante el asombro de los judíos por la curación de un paralitico, Pedro proclama la resurrección de Jesucristo, el Justo despreciado, e invita al pueblo a reconocer su ignorancia, y a convertirse a la fe para ser perdonados.
Israel -y después la Iglesia- es un pueblo con Escrituras pero sin «entendimiento». Israel fue un pueblo muy religioso; su historia está marcada por la permanente presencia salvífica de Dios: en efecto, fue liberado de la esclavitud en Egipto, realizó con Dios una Alianza, recibió la Ley, la Tierra prometida, tuvo a los Patriarcas, a Moisés, los Profetas, y creció mucho en su capacidad de oración y en su liturgia.
En la segunda lectura Juan hace una presentación misionera de Jesús como abogado ante el Padre, a quien después de la resurrección puede solicitar el perdón de los pecados, puesto que se entregó, siendo justo, como víctima de propiciación por nuestros pecados. Juan nos invita a confiar en Jesús, que entregó su vida para liberarnos del pecado, y a llevar una vida nueva de acuerdo a la fe que profesamos.
En el Evangelio, Lucas nos señala que es en la experiencia comunitaria de «compartir el pan» como los discípulos abren su entendimiento y reconocen al Señor resucitado caminando y compartiendo con ellos. Jesús, mostrando a sus discípulos las huellas de sus heridas, y compartiendo con ellos el alimento, les abre su entendimiento para que comprendan las escrituras. Los discípulos de Jesús convivieron con Él y participaron activamente en su misión; sin embargo, su ceguera era similar a la de cualquier judío. No comprendieron sus enseñanzas ni sus gestos, y mucho menos su muerte en la cruz. Se hizo necesario que el mismo Señor, resucitado, les «abriera» el entendimiento, para que lo reconocieran y Io experimentaran VIVO de un modo nuevo.
Nosotros, Iglesia de Jesucristo Resucitado, estamos invitados a mostrar un rostro transfigurado, glorioso, resucitado, que ayude a comprender el sentido de las Escrituras, y con ello el sentido de la vida y la historia humana, para que en ella se reconozca la presencia de Jesús resucitado, y se perciba con claridad la historia como Historia de Salvación.
Nosotros sabemos que LA PAZ no es fruto de buenas intenciones sino el resultado de compromisos serios y, a veces conflictivos y dolorosos, en favor del reinado de la Verdad, la fraternidad y la justicia.
Algunas preguntas para pensar durante la semana.
HECTOR DE LOS RIOS L.
Israel -y después la Iglesia- es un pueblo con Escrituras pero sin «entendimiento». Israel fue un pueblo muy religioso; su historia está marcada por la permanente presencia salvífica de Dios: en efecto, fue liberado de la esclavitud en Egipto, realizó con Dios una Alianza, recibió la Ley, la Tierra prometida, tuvo a los Patriarcas, a Moisés, los Profetas, y creció mucho en su capacidad de oración y en su liturgia.
En la segunda lectura Juan hace una presentación misionera de Jesús como abogado ante el Padre, a quien después de la resurrección puede solicitar el perdón de los pecados, puesto que se entregó, siendo justo, como víctima de propiciación por nuestros pecados. Juan nos invita a confiar en Jesús, que entregó su vida para liberarnos del pecado, y a llevar una vida nueva de acuerdo a la fe que profesamos.
En el Evangelio, Lucas nos señala que es en la experiencia comunitaria de «compartir el pan» como los discípulos abren su entendimiento y reconocen al Señor resucitado caminando y compartiendo con ellos. Jesús, mostrando a sus discípulos las huellas de sus heridas, y compartiendo con ellos el alimento, les abre su entendimiento para que comprendan las escrituras. Los discípulos de Jesús convivieron con Él y participaron activamente en su misión; sin embargo, su ceguera era similar a la de cualquier judío. No comprendieron sus enseñanzas ni sus gestos, y mucho menos su muerte en la cruz. Se hizo necesario que el mismo Señor, resucitado, les «abriera» el entendimiento, para que lo reconocieran y Io experimentaran VIVO de un modo nuevo.
Nosotros, Iglesia de Jesucristo Resucitado, estamos invitados a mostrar un rostro transfigurado, glorioso, resucitado, que ayude a comprender el sentido de las Escrituras, y con ello el sentido de la vida y la historia humana, para que en ella se reconozca la presencia de Jesús resucitado, y se perciba con claridad la historia como Historia de Salvación.
Nosotros sabemos que LA PAZ no es fruto de buenas intenciones sino el resultado de compromisos serios y, a veces conflictivos y dolorosos, en favor del reinado de la Verdad, la fraternidad y la justicia.
Algunas preguntas para pensar durante la semana.
- ¿Cuáles son las huellas de crucifixión que está mostrando la Iglesia para hacerse digna de confianza en su propuesta de paz?
- ¿Mostramos la Iglesia como una comunidad «resucitada», que ha ido venciendo, con la fuerza del amor, sacrificios, renuncias y persecuciones en favor del pueblo?.
HECTOR DE LOS RIOS L.
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