30 Sept. 2016 / san Jerónimo, presbítero y doctor de la iglesia / Memoria obligatoria / Blanco
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PRIMERA LECTURA
¿Alguna vez en tu vida le has dado órdenes a la mañana o has llegado hasta donde nace el mar?
¿Alguna vez en tu vida le has dado órdenes a la mañana o has llegado hasta donde nace el mar?
Del libro de Job 38, 1.12-21; 40, 3-5
El Señor le habló a Job desde el seno de la tormenta y le dijo: “¿Acaso alguna vez en tu vida le has dado órdenes a la mañana o le has señalado su lugar a la aurora, para que ciña a la tierra por los bordes y sacuda de ella a los malvados; para que ponga de relieve sus contornos y la tiña de colores como un vestido; para que prive a los malvados del amparo de las tinieblas y acabe con el poder del hombre criminal?¿Has llegado hasta donde nace el mar o te has paseado por el fondo del océano? ¿Se te han franqueado las puertas de la muerte o has visto los portones del país de los muertos? ¿Has calculado la anchura de la tierra? Dímelo, si lo sabes.
¿Sabes en dónde vive la luz y en dónde habitan las tinieblas? ¿Podrías conducirlas a su morada o enseñarles el camino de su casa? Si lo sabes, es que para entonces tú ya habrías nacido y el número de tus años sería incontable”.
Job respondió al Señor:
“He hablado a la ligera, ¿qué puedo responder? Me taparé la boca con la mano. He estado hablando y ya no insistiré más; ya no volveré a hablar”.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 138
R/. Condúcenos, Señor, por tu camino.
Tú me conoces, Señor, profundamente: / tú conoces cuándo me siento y me levanto, / desde lejos sabes mis pensamientos, / tú observas mi camino y mi descanso, / todas mis sendas te son familiares. R/.
¿A dónde iré yo lejos de ti? / ¿Dónde escaparé de tu mirada? / Si subo hasta el cielo, allí estás tú; / si bajo al abismo, allí te encuentras. R/.
Si voy en alas de la aurora / o me alejo hasta el extremo del mar, / también allí tu mano me conduce / y tu diestra me sostiene. R/.
Tú formaste mis entrañas, / me tejiste en el seno materno. / Te doy gracias por tan grandes maravillas; / soy un prodigio y tus obras son prodigiosas. R/.
EVANGELIO
El que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.
Del Evangelio según san Lucas 10, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo: “¡Ay de ti, ciudad de Corozaín! ¡Ay de ti, ciudad de Betsaida! Porque si en las ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran realizado los prodigios que se han hecho en ustedes, hace mucho tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Por eso el día del juicio será menos severo para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú, Cafarnaún, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo”.
Luego, Jesús dijo a sus discípulos: “El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza a ustedes, a mí me rechaza y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”.
Palabra del Señor.
DEBEMOS VOLVER AL SEÑOR DE CORAZÓN
Verdad: En muchas ocasiones, sobre todo en las dificultades, sentimos la tentación de culpar a Dios por nuestras desgracias (Job). No queremos reconocer nuestros fracasos y errores, sino que siempre tenemos que buscar culpables para todo lo que nos pasa. El orgullo y la autosuficiencia nos vuelve ciegos, indolentes y caprichosos. Sin embargo Dios, haciendo oídos sordos a nuestros “berrinches”, sale a nuestro encuentro para preguntarnos qué hacemos por Él para que siempre estemos reclamando su auxilio. Ya lo ha hecho todo con la creación y la ha puesto en nuestras manos; es deber nuestro salir adelante con esfuerzo y dedicación, sin lamentarnos tanto.
Pero el ser humano en lugar de reconocer todo lo que ha hecho Dios por él, le da la espalda, cerrando los oídos a su voz, negando a su enviado (Jesús) y olvidándose de sus mandamientos. Pero como toda mala acción tiene su penalización, Jesús advierte a las ciudades en las que ha proclamado la buena nueva del Reino, que si no cambian de actitud y se vuelven al Señor de corazón, el castigo que recibirán por su incredulidad será severo, y el culpable no es Dios, sino su obstinación en el mal. El mensaje es también para nosotros que, por ser cristianos, estar bautizados y decirnos ser católicos estamos salvados, si no cambiamos de vida, caminamos a la perdición.
Camino: ¿Estamos convencidos de nuestra fe en Jesucristo, con la fuerza necesaria para darlo a conocer en todo tiempo y lugar?
Vida: Señor Jesús, tú nos exhortas a tomar decisiones concretas en favor del Reino, danos la capacidad de ser auténticos discípulos, proclamadores de tu Evangelio.
Amén.
Verdad: En muchas ocasiones, sobre todo en las dificultades, sentimos la tentación de culpar a Dios por nuestras desgracias (Job). No queremos reconocer nuestros fracasos y errores, sino que siempre tenemos que buscar culpables para todo lo que nos pasa. El orgullo y la autosuficiencia nos vuelve ciegos, indolentes y caprichosos. Sin embargo Dios, haciendo oídos sordos a nuestros “berrinches”, sale a nuestro encuentro para preguntarnos qué hacemos por Él para que siempre estemos reclamando su auxilio. Ya lo ha hecho todo con la creación y la ha puesto en nuestras manos; es deber nuestro salir adelante con esfuerzo y dedicación, sin lamentarnos tanto.
Pero el ser humano en lugar de reconocer todo lo que ha hecho Dios por él, le da la espalda, cerrando los oídos a su voz, negando a su enviado (Jesús) y olvidándose de sus mandamientos. Pero como toda mala acción tiene su penalización, Jesús advierte a las ciudades en las que ha proclamado la buena nueva del Reino, que si no cambian de actitud y se vuelven al Señor de corazón, el castigo que recibirán por su incredulidad será severo, y el culpable no es Dios, sino su obstinación en el mal. El mensaje es también para nosotros que, por ser cristianos, estar bautizados y decirnos ser católicos estamos salvados, si no cambiamos de vida, caminamos a la perdición.
Camino: ¿Estamos convencidos de nuestra fe en Jesucristo, con la fuerza necesaria para darlo a conocer en todo tiempo y lugar?
Vida: Señor Jesús, tú nos exhortas a tomar decisiones concretas en favor del Reino, danos la capacidad de ser auténticos discípulos, proclamadores de tu Evangelio.
Amén.
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