4° DOMINGO DE CUARESMA
- B
DIOS,
FUENTE DE PERDON Y SALVACION
2Cronicas. 36, 14-16.19-23:
«Quien de entre Uds. pertenezca a su Pueblo, sea su Dios con él»
Salmo 137(136): «Que se me
pegue la lengua al paladar, si me olvido de ti, Jerusalén»
Efesios 2, 4-10: «Dios nos
ha creado en Cristo Jesús»
San Juan. 3, 14-21: «Tanto
amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo»
Reflexión:
Este texto es sobre la
destrucción de Jerusalén y el templo, y el consiguiente exilio de la gente en
Babilonia. Este evento es interpretado por los Profetas como una purificación,
enviada por Dios al pueblo de Israel, que se había desviado y corrompido. En su
exilio, la gente encontró el camino de Dios, una vez más. Algunas veces la
penitencia y la conversión son prácticamente impuestas por Dios, cuando no
estamos dispuestos a cambiar. Y, lo que parece castigo de Dios es compasión de
Dios.
Este texto es muy hermoso y
rico. Su punto central: un Dios amante que nos salva por pura misericordia y
compasión; sin importarle nuestros méritos y actos. Así somos ahora realmente salvados
del pecado, del mal y de la muerte. Está ahora en nuestras manos identificamos
con esta salvación, por el camino de la fe, conversión y caridad fraterna. Y de
esto trata toda la Cuaresma.
Jesús, en su famoso diálogo
con Nicodemo, resume la actitud de Dios hacia los pecadores... y la Cuaresma
nos recuerda que todos somos pecadores:
a) Dios quiere intensamente
la liberación y verdadera felicidad para todos los pecadores. Su amor personal
hada ellos es mayor que su rechazo del pecado. Para probar esto El envió a su único
y amado Hijo a morir por los pecadores para que ellos puedan tener nueva vida.
¿Fueron la muerte y sufrimientos de Jesús el único camino posible para redimir
el pecado? Nosotros no lo sabemos. Pero sí sabemos que Jesús en la Cruz es la
muestra más convincente del amor de Dios por la humanidad.
b) Dios quiere que todo el
mundo se salve. El no quiere su condena. El no quiere que el castigo quite la
esperanza. Cuando eventos severos suceden, que pueden ser interpretados como
castigos (como el exilio en Babilonia), ellos siempre involucran una llamada a
la conversión, y gracia de una más auténtica liberación.
c) Para que todo esto se
haga realidad y fructifique, nosotros necesitamos «ver» la mano de Dios en el
paso de nuestra vida, discernir los signos de la presencia de Dios en nuestra
historia diaria. Por eso, necesitamos la luz del más allá. Y hay un misterioso
eslabón entre la luz que aceptamos y nuestras buenas (o malas) obras. El camino
de Cuaresma, en la medida en que tomemos la Cuaresma seriamente, se convertirá
para nosotros en el camino de la Luz.
Algunas preguntas para
pensar durante la semana
1. Cuando la luz viene a mi
vida, y yo «veo» lo correcto que debo hacer o algo que debo cambiar, ¿acepto
seguirla?
2. ¿Tomo los sufrimientos,
que son inevitables en mi vida, como una manera de purificación?
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