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sábado, 10 de marzo de 2018

DOMINGO 11 DE MARZO




4° DOMINGO DE CUARESMA -  B
DIOS, FUENTE DE PERDON Y SALVACION
2Cronicas. 36, 14-16.19-23: «Quien de entre Uds. pertenezca a su Pueblo, sea su Dios con  él»
Salmo 137(136): «Que se me pegue la lengua al paladar, si me olvido de ti, Jerusalén»
Efesios 2, 4-10: «Dios nos ha creado en Cristo Jesús»
San Juan. 3, 14-21: «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo»
Reflexión:
Este texto es sobre la destrucción de Jerusalén y el templo, y el consiguiente exilio de la gente en Babilonia. Este evento es interpretado por los Profetas como una purificación, enviada por Dios al pueblo de Israel, que se había desviado y corrompido. En su exilio, la gente encontró el camino de Dios, una vez más. Algunas veces la penitencia y la conversión son prácticamente impuestas por Dios, cuando no estamos dispuestos a cambiar. Y, lo que parece castigo de Dios es compasión de Dios.
Este texto es muy hermoso y rico. Su punto central: un Dios amante que nos salva por pura misericordia y compasión; sin importarle nuestros méritos y actos. Así somos ahora realmente salvados del pecado, del mal y de la muerte. Está ahora en nuestras manos identificamos con esta salvación, por el camino de la fe, conversión y caridad fraterna. Y de esto trata toda la Cuaresma.
Jesús, en su famoso diálogo con Nicodemo, resume la actitud de Dios hacia los pecadores... y la Cuaresma nos recuerda que todos somos pecadores:
a) Dios quiere intensamente la liberación y verdadera felicidad para todos los pecadores. Su amor personal hada ellos es mayor que su rechazo del pecado. Para probar esto El envió a su único y amado Hijo a morir por los pecadores para que ellos puedan tener nueva vida. ¿Fueron la muerte y sufrimientos de Jesús el único camino posible para redimir el pecado? Nosotros no lo sabemos. Pero sí sabemos que Jesús en la Cruz es la muestra más convincente del amor de Dios por la humanidad.
b) Dios quiere que todo el mundo se salve. El no quiere su condena. El no quiere que el castigo quite la esperanza. Cuando eventos severos suceden, que pueden ser interpretados como castigos (como el exilio en Babilonia), ellos siempre involucran una llamada a la conversión, y gracia de una más auténtica liberación.
c) Para que todo esto se haga realidad y fructifique, nosotros necesitamos «ver» la mano de Dios en el paso de nuestra vida, discernir los signos de la presencia de Dios en nuestra historia diaria. Por eso, necesitamos la luz del más allá. Y hay un misterioso eslabón entre la luz que aceptamos y nuestras buenas (o malas) obras. El camino de Cuaresma, en la medida en que tomemos la Cuaresma seriamente, se convertirá para nosotros en el camino de la Luz.
Algunas preguntas para pensar durante la semana
1. Cuando la luz viene a mi vida, y yo «veo» lo correcto que debo hacer o algo que debo cambiar, ¿acepto seguirla?
2. ¿Tomo los sufrimientos, que son inevitables en mi vida, como una manera de purificación?

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