FIESTA
DE PENTECOSTES: VENIDA DEL ESPIRITU SANTO
La Iglesia
es el Pueblo de Dios en camino. El día de Pentecostés inició su peregrinación
por los caminos de la historia iluminada por la gracia y la luz del Espíritu
Santo, movida por su fuerza amorosa, conducida por la Palabra Salvadora,
alimentada con la gracia de los Sacramentos, fortalecida en su fe y revestida
con la alegría de los Dones con los que el Espíritu la impulsa para que haga
“camino sinodal” con la humanidad sedienta de verdad y de vida.
Hoy en la fiesta de PENTECOSTES,
alabando al Señor y abriremos las puertas del corazón para hacer de nuestra
Iglesia un nuevo Cenáculo en el que Dios realice su obra, colme con su gracia a
los creyentes y los mueva a vivir la alegría de la fe como testimonio de esperanza
para el mundo. Hoy pidamos los Dones del Espíritu Santo para toda la Iglesia.
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO
1. DON DE SABIDURÍA
Dios de amor, regálanos la
Sabiduría, la que acompaña con su gracia a quienes nos han enseñado a vivir,
haz que aprendamos a saborear los secretos de tu amor y a vivir en santidad,
para ser consuelo y alegría del mundo.
2. DON DE CONSEJO
.Danos, Dios de amor, el don
del consejo, así sabremos mostrar
el camino del bien a nuestros
hermanos, podremos aprender a
dejarnos conducir por el
camino del amor de Dios y ser fuente
de consuelo y de paz para el
mundo, recibiendo el testimonio
de la fe de quienes nos
preceden en la historia.
3. DON DE CIENCIA
Danos, Dios de amor, el don de
la Ciencia, para que ilustrados
en los valores de la fe
verdadera, sepamos guardar en el
corazón tus enseñanzas que
superan todo saber e iluminar la
humanidad con la verdadera
ciencia, la que consuela y
fortalece, la que sirve
abriendo los caminos de la esperanza.
Se prosigue cantando: Ven. Ven
Espíritu Divino, ven, ven.
4. DON DE FORTALEZA
Danos, Dios de amor, la fuerza
que de ti procede para vencer
las acechanzas del mal, para
caminar por tus senadas, para
vivir en tu amor, fortalecidos
por tu gracia, capaces de dar
aliento y paz a los que
sufren, capaces de levantar a los que el
dolor y la enfermedad han
doblegado.
5. DON DE ENTENDIMIENTO
Danos, Dios de amor, la
capacidad de entender el amor con el
que nos regalas paz y
esperanza, que nuestra inteligencia,
iluminada por el esplendor de
la verdad, construya la vida y
transforme el mundo con la
presencia del fuego santo que
consuela y da sentido a la
existencia.
6. DON DE PIEDAD
Danos, Dios de amor, la piedad
verdadera, el amor profundo y
humilde, la capacidad de
glorificarte con nuestra vida, infunde
en el alma de tu Iglesia el
anhelo de santidad y de gracia, la
fuerza y la alegría para
llevar consuelo y bondad a quienes te
buscan con sincero corazón y
todo lo esperan de Ti.
7. DON DE TEMOR DE DIOS
Danos, Dios de amor, la gracia
de tu santo temor, el propósito
de nunca ofenderte, la
voluntad de seguir tus mandamientos,
el firme deseo de ser fieles a
tu voluntad, fieles a tu amor
providente y generoso, a tu
vida que es consuelo y paz.
«Recibid el
Espíritu Santo»
Hoy, en el día de Pentecostés
se realiza el cumplimiento de la promesa que Cristo había hecho a los Apóstoles.
En la tarde del día de Pascua sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el
Espíritu Santo» (Jn 20,22). La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés
renueva y lleva a plenitud ese don de un modo solemne y con manifestaciones
externas. Así culmina el misterio pascual.
El Espíritu que Jesús comunica, crea en el discípulo una nueva condición
humana, y produce unidad. Cuando el orgullo del hombre le lleva a desafiar a
Dios construyendo la torre de Babel, Dios confunde sus lenguas y no pueden
entenderse. En Pentecostés sucede lo contrario: por gracia del Espíritu Santo,
los Apóstoles son entendidos por gentes de las más diversas procedencias y
lenguas.
El Espíritu Santo es el
Maestro interior que guía al discípulo hacia la verdad, que le mueve a obrar el
bien, que lo consuela en el dolor, que lo transforma interiormente, dándole una
fuerza, una capacidad nuevas.
El primer día de Pentecostés de la era cristiana, los Apóstoles estaban
reunidos en compañía de María, y estaban en oración. El recogimiento, la
actitud orante es imprescindible para recibir el Espíritu. «De repente, un
ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se
encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían,
posándose encima de cada uno»
Todos quedaron llenos del
Espíritu Santo, y se pusieron a predicar valientemente. Aquellos hombres
atemorizados habían sido transformados en valientes predicadores que no temían
la cárcel, ni la tortura, ni el martirio. No es extraño; la fuerza del Espíritu
estaba en ellos.
El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es el alma de mi
alma, la vida de mi vida, el ser de mi ser; es mi santificador, el huésped de
mi interior más profundo. Para llegar a la madurez en la vida de fe es preciso
que la relación con Él sea cada vez más consciente, más personal. En esta
celebración de Pentecostés abramos las puertas de nuestro interior de par en
par.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «Donde está la Iglesia, allí está también el
Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu de Dios, allí está también la
Iglesia y toda la gracia» (San Ireneo de Lyon)
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