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Emisora Vida Nueva

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Vida Nueva Cali - Reproductor

sábado, 30 de noviembre de 2024

SABADO 30 DE NOVIEMBRE

 30 de noviembre: San Andrés, apóstol

Texto del Evangelio (Mt 4,18-22): En aquel tiempo, caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, Le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.

«Os haré pescadores de hombres»

Prof. Dr. Mons. Lluís CLAVELL(Roma, Italia)

Hoy es la fiesta de san Andrés apóstol, una fiesta celebrada de manera solemne entre los cristianos de Oriente. Fue uno de los dos primeros jóvenes que conocieron a Jesús a la orilla del río Jordán y que tuvieron una larga conversación con Él. Enseguida buscó a su hermano Pedro, diciéndole «Hemos encontrado al Mesías» y lo llevó a Jesús (Jn 2,41). Poco tiempo después, Jesús llamó a estos dos hermanos pescadores amigos suyos, tal como leemos en el Evangelio de hoy: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres» (Mt 4,19). En el mismo pueblo había otra pareja de hermanos, Santiago y Juan, compañeros y amigos de los primeros, y pescadores como ellos. Jesús los llamó también a seguirlo. Es maravilloso leer que ellos lo dejaron todo y le siguieron “al instante”, palabras que se repiten en ambos casos. A Jesús no se le ha de decir: “después”, “más adelante”, “ahora tengo demasiado trabajo”...

También a cada uno de nosotros —a todos los cristianos— Jesús nos pide cada día que pongamos a su servicio todo lo que somos y tenemos —esto significa dejarlo todo, no tener nada como propio— para que, viviendo con Él las tareas de nuestro trabajo profesional y de nuestra familia, seamos “pescadores de hombres”. ¿Qué quiere decir “pescadores de hombres”? Una bonita respuesta puede ser un comentario de san Juan Crisóstomo. Este Padre y Doctor de la Iglesia dice que Andrés no sabía explicarle bien a su hermano Pedro quién era Jesús y, por esto, «lo llevó a la misma fuente de la luz», que es Jesucristo. “Pescar hombres” quiere decir ayudar a quienes nos rodean en la familia y en el trabajo a que encuentren a Cristo que es la única luz para nuestro camino.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Pedro y Andrés no habían visto que Jesucristo hubiese hecho algún milagro. Nada habían oído del premio eterno y, sin embargo al oír la voz del Salvador se olvidaron de todo lo que creían poseer» (San Gregorio Magno)

  • «Que el apóstol Andrés nos enseñe a seguir a Jesús con prontitud, a hablar con entusiasmo de Él, y sobre todo a cultivar con Él una relación de auténtica familiaridad, conscientes de que sólo en Él podemos encontrar el sentido último de nuestra vida y de nuestra muerte» (Benedicto XVI)

  • «Cristo nuestro Señor (…) mandó a los Apóstoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora y de toda norma de conducta, comunicándoles así los bienes divinos: el Evangelio prometido por los profetas, que Él mismo cumplió y promulgó con su boca» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 75)

viernes, 29 de noviembre de 2024

VIERNES 29 DE NOVIEMBRE

 

Viernes 34 del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 21,29-33): En aquel tiempo, Jesús puso a sus discípulos esta comparación: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

«Cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca»

Diácono D. Evaldo PINA FILHO(Brasilia, Brasil)

Hoy somos invitados por Jesús a ver las señales que se muestran en nuestro tiempo y época y, a reconocer en ellas la cercanía del Reino de Dios. La invitación es para que fijemos nuestra mirada en la higuera y en otros árboles —«Mirad la higuera y todos los árboles» (Lc 21,29)— y para fijar nuestra atención en aquello que percibimos que sucede en ellos: «Al verlos, sabéis que el verano está ya cerca» (Lc 21,30). Las higueras empezaban a brotar. Los brotes empezaban a surgir. No era apenas la expectativa de las flores o de los frutos que surgirían, era también el pronóstico del verano, en el que todos los árboles "empiezan a brotar".

Según Benedicto XVI, «la Palabra de Dios nos impulsa a cambiar nuestro concepto de realismo». En efecto, «realista es quien reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo». Esa Palabra viva que nos muestra el verano como señal de proximidad y de exuberancia de la luminosidad es la propia Luz: «Cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca» (Lc 21,31). En ese sentido, «ahora, la Palabra no sólo se puede oír, no sólo tiene una voz, sino que tiene un rostro (...) que podemos ver: Jesús de Nazaret» (Benedicto XVI).

La comunicación de Jesús con el Padre fue perfecta; y todo lo que Él recibió del Padre, Él nos lo dio, comunicándose de la misma forma con nosotros. De esta manera, la cercanía del Reino de Dios, —que manifiesta la libre iniciativa de Dios que viene a nuestro encuentro— debe movernos a reconocer la proximidad del Reino, para que también nosotros nos comuniquemos con el Padre por medio de la Palabra del Señor —Verbum Domini—, reconociendo en todo ello la realización de las promesas del Padre en Cristo Jesús.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «La verdad padece, mas no perece» (Santa Teresa de Jesús)

  • «El tiempo no es una realidad ajena a Dios. El tiempo ha sido “tocado” por Cristo, el Hijo de Dios y de María, y ha recibido de Él significados nuevos y sorprendentes: se ha convertido en el “tiempo salvífico”, es decir, el tiempo definitivo de salvación y de gracia» (Francisco)

  • «(…) El Reino de Dios está ante nosotros. Se aproxima en el Verbo encarnado, se anuncia a través de todo el Evangelio, llega en la muerte y la Resurrección de Cristo (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.816)

jueves, 28 de noviembre de 2024

JUEVES 28 DE NOVIEMBRE

 Jueves 34 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 21,20-28): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella; porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito.

»¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y cólera contra este pueblo; y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación».

«Cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación»

Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

Hoy al leer este santo Evangelio, ¿cómo no ver reflejado el momento presente, cada vez más lleno de amenazas y más teñido de sangre? «En la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo» (Lc 21,25b-26a). Muchas veces, se ha representado la segunda venida del Señor con las imágenes más terroríficas posibles, como parece ser en este Evangelio, siempre bajo el signo del miedo.

Sin embargo, ¿es éste el mensaje que hoy nos dirige el Evangelio? Fijémonos en las últimas palabras: «Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación» (Lc 21,28). El núcleo del mensaje de estos últimos días del año litúrgico no es el miedo, sino la esperanza de la futura liberación, es decir, la esperanza completamente cristiana de alcanzar la plenitud de vida con el Señor, en la que participarán también nuestro cuerpo y el mundo que nos rodea. Los acontecimientos que se nos narran tan dramáticamente quieren indicar de modo simbólico la participación de toda la creación en la segunda venida del Señor, como ya participaron en la primera venida, especialmente en el momento de su pasión, cuando se oscureció el cielo y tembló la tierra. La dimensión cósmica no quedará abandonada al final de los tiempos, ya que es una dimensión que acompaña al hombre desde que entró en el Paraíso.

La esperanza del cristiano no es engañosa, porque cuando empiecen a suceder estas cosas —nos dice el Señor mismo— «entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria» (Lc 21,27). No vivamos angustiados ante la segunda venida del Señor, su Parusía: meditemos, mejor, las profundas palabras de san Agustín que, ya en su época, al ver a los cristianos atemorizados ante el retorno del Señor, se pregunta: «¿Cómo puede la Esposa tener miedo de su Esposo?».

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad» (Santa Teresa de Jesús)

  • «Los elementos cósmicos pasan, mientras que la Palabra de Jesús es el verdadero “firmamento” bajo el cual el hombre puede permanecer» (Benedicto XVI)

  • «(…) Hasta que todo le haya sido sometido (cf. 1Cor 15,28), y mientras no haya ‘nuevos cielos y nueva tierra’, en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 671)

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miércoles, 27 de noviembre de 2024

MIERCOLES 27 DE NOVIEMBRE

 Miércoles 34 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 21,12-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

«Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy ponemos atención en esta sentencia breve e incisiva de nuestro Señor, que se clava en el alma, y al herirla nos hace pensar: ¿por qué es tan importante la perseverancia?; ¿por qué Jesús hace depender la salvación del ejercicio de esta virtud?

Porque no es el discípulo más que el Maestro —«seréis odiados de todos por causa de mi nombre» (Lc 21,17)—, y si el Señor fue signo de contradicción, necesariamente lo seremos sus discípulos. El Reino de Dios lo arrebatarán los que se hacen violencia, los que luchan contra los enemigos del alma, los que pelean con bravura esa “bellísima guerra de paz y de amor”, como le gustaba decir a san Josemaría Escrivá, en que consiste la vida cristiana. No hay rosas sin espinas, y no es el camino hacia el Cielo un sendero sin dificultades. De ahí que sin la virtud cardinal de la fortaleza nuestras buenas intenciones terminarían siendo estériles. Y la perseverancia forma parte de la fortaleza. Nos empuja, en concreto, a tener las fuerzas suficientes para sobrellevar con alegría las contradicciones.

La perseverancia en grado sumo se da en la cruz. Por eso la perseverancia confiere libertad al otorgar la posesión de sí mismo mediante el amor. La promesa de Cristo es indefectible: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas» (Lc 21,19), y esto es así porque lo que nos salva es la Cruz. Es la fuerza del amor lo que nos da a cada uno la paciente y gozosa aceptación de la Voluntad de Dios, cuando ésta —como sucede en la Cruz— contraría en un primer momento a nuestra pobre voluntad humana.

Sólo en un primer momento, porque después se libera la desbordante energía de la perseverancia que nos lleva a comprender la difícil ciencia de la cruz. Por eso, la perseverancia engendra paciencia, que va mucho más allá de la simple resignación. Más aún, nada tiene que ver con actitudes estoicas. La paciencia contribuye decisivamente a entender que la Cruz, mucho antes que dolor, es esencialmente amor.

Quien entendió mejor que nadie esta verdad salvadora, nuestra Madre del Cielo, nos ayudará también a nosotros a comprenderla.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «La paciencia es la raíz y la defensa de todas las virtudes: consiste en tolerar los males ajenos con ánimo tranquilo, y en no tener ningún resentimiento con el que nos lo causa» (San Gregorio Magno)

  • «Ésta es la gracia que debemos pedir: la perseverancia. Y que el Señor nos salve de las fantasías triunfalistas. El triunfalismo no es cristiano, no es del Señor. El camino de todos los días, en la presencia de Dios: ése es el camino del Señor. ¡Vayamos por él!» (Francisco)

  • «El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.473)

martes, 26 de noviembre de 2024

MARTES 26 DE NOVIEMBRE

 

Martes 34 del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 21,5-11): En aquel tiempo, como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida».

Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato». Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo».

«No quedará piedra sobre piedra»

Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret(Vic, Barcelona, España)

Hoy escuchamos asombrados la severa advertencia del Señor: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida» (Lc 21,6). Estas palabras de Jesús se sitúan en las antípodas de una así denominada “cultura del progreso indefinido de la humanidad” o, si se prefiere, de unos cuantos cabecillas tecnocientíficos y políticomilitares de la especie humana, en imparable evolución.

¿Desde dónde? ¿Hasta dónde? Esto nadie lo sabe ni lo puede saber, a excepción, en último término, de una supuesta materia eterna que niega a Dios usurpándole los atributos. ¡Cómo intentan hacernos comulgar con ruedas de molino los que rechazan comulgar con la finitud y precariedad que son propias de la condición humana!

Nosotros, discípulos del Hijo de Dios hecho hombre, de Jesús, escuchamos sus palabras y, haciéndolas muy nuestras, las meditamos. He aquí que nos dice: «Estad alerta, no os dejéis engañar» (Lc 21,8). Nos lo dice Aquel que ha venido a dar testimonio de la verdad, afirmando que aquellos que son de la verdad escuchan su voz.

Y he aquí también que nos asevera: «El fin no es inmediato» (Lc 21,9). Lo cual quiere decir, por un lado, que disponemos de un tiempo de salvación y que nos conviene aprovecharlo; y, por otro, que, en cualquier caso, vendrá el fin. Sí, Jesús, vendrá «a juzgar a los vivos y a los muertos», tal como profesamos en el Credo.

Lectores de Contemplar el Evangelio de hoy, queridos hermanos y amigos: unos versículos más adelante del fragmento que ahora comento, Jesús nos estimula y consuela con estas otras palabras que, en su nombre, os repito: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestra vida» (Lc 21,19).

Nosotros, dándole cordial resonancia, nos exhortamos los unos a los otros: «¡Perseveremos, que con la mano ya tocamos la cima!».

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Para atajar toda pregunta de sus discípulos sobre el momento de su venida, Cristo dijo: ‘No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas’. Quiso ocultarnos esto para que permanezcamos en vela» (San Efrén)

  • «El cese del sacrificio y la destrucción del Templo tuvo que ser una conmoción terrible. Dios, que había puesto su nombre en este Templo y que misteriosamente habitaba en él, lo abandonó; ya no era su morada sobre la tierra. ¡El Antiguo Testamento debía leerse de un modo nuevo!» (Benedicto XVI)

  • «Jesús (…) se identificó con el Templo presentándose como la morada definitiva de Dios entre los hombres. Por eso su muerte corporal anuncia la destrucción del Templo que señalará la entrada en una nueva edad de la historia de la salvación: ‘Llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre’ (Jn 4,21)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 586)

lunes, 25 de noviembre de 2024

lLUNES 25 DE NOVIEMBRE

 

Lunes 34 del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 21,1-4): En aquel tiempo, alzando la mirada, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, y dijo: «De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir».

«Ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir»

Rev. D. Àngel Eugeni PÉREZ i Sánchez(Barcelona, España)

Hoy, como casi siempre, las cosas pequeñas pasan desapercibidas: limosnas pequeñas, sacrificios pequeños, oraciones pequeñas (jaculatorias); pero lo que aparece como pequeño y sin importancia muchas veces constituye la urdimbre y también el acabado de las obras maestras: tanto de las grandes obras de arte como de la obra máxima de la santidad personal.

Por el hecho de pasar desapercibidas esas cosas pequeñas, su rectitud de intención está garantizada: no buscamos con ellas el reconocimiento de los demás ni la gloria humana. Sólo Dios las descubrirá en nuestro corazón, como sólo Jesús se percató de la generosidad de la viuda. Es más que seguro que la pobre mujer no hizo anunciar su gesto con un toque de trompetas, y hasta es posible que pasara bastante vergüenza y se sintiera ridícula ante la mirada de los ricos, que echaban grandes donativos en el cepillo del templo y hacían alarde de ello. Sin embargo, su generosidad, que le llevó a sacar fuerzas de flaqueza en medio de su indigencia, mereció el elogio del Señor, que ve el corazón de las personas: «De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir» (Lc 21,3-4).

La generosidad de la viuda pobre es una buena lección para nosotros, los discípulos de Cristo. Podemos dar muchas cosas, como los ricos «que echaban sus donativos en el arca del Tesoro» (Lc 21,1), pero nada de eso tendrá valor si solamente damos “de lo que nos sobra”, sin amor y sin espíritu de generosidad, sin ofrecernos a nosotros mismos. Dice san Agustín: «Ellos ponían sus miradas en las grandes ofrendas de los ricos, alabándolos por ello. Aunque luego vieron a la viuda, ¿cuántos vieron aquellas dos monedas?... Ella echó todo lo que poseía. Mucho tenía, pues tenía a Dios en su corazón. Es más tener a Dios en el alma que oro en el arca». Bien cierto: si somos generosos con Dios, Él lo será más con nosotros.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Nunca contéis las monedas que dais, porque yo digo siempre: si cuando dais limosna la mano izquierda no ha de saber lo que hace la derecha, tampoco la derecha ha de saberlo» (San José Benito Cottolengo)

  • «La Escritura, nos invita a considerar la limosna con una mirada más profunda, que transcienda la dimensión puramente material, nos enseña que hay más felicidad en dar que en recibir» (Benedicto XVI)

  • «El décimo mandamiento prohíbe el deseo desordenado, nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y del poder» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.552)

sábado, 23 de noviembre de 2024

DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE

 

VIDA NUEVA

     “Mi Reino no es de este mundo”

Tras la primera guerra mundial, eran signos del tiempo, el auge del socialismo comunista, la apostasía en mundo laboral, y la creciente indiferencia entre muchos cristianos. En ese contexto Pio XI  estableció la  fiesta de Cristo Rey, 1925 : “ Es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de Él que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino,  porque como Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutismo sobre todas las criaturas”

Pero según la fe o experiencia cristiana, Dios manifiesta su poder en la misericordia; no imponiéndose por la fuerza sino seduciendo desde el amor. Antes de “todopoderoso Quiere decir que con esa lógica funciona también la realeza e Jesucristo. Es la lógica de la espiritualidad cristiana que venimos celebrando a lo largo del año en la liturgia y de alguna forma se proclama en este domingo con la festividad de Cristo Rey: la muerte por amor es condición para crecer en humanidad.

No se trata   celebrar a Jesucristo como rey todopoderoso que se impone por la fuerza sobre los grandes imperios que dominan a los demás por sus ejércitos bien pertrechados de armas sofisticadas. Se trata más bien de ofrecer el camino de servir a los demás con amor como única forma de ejercer el poder económico, político, cultural o religioso. Visión iluminadora para nuestra actualidad donde la nefasta ideología del imperialismo está provocando conflictos que manchan la tierra con sangre de inocentes. La lógica individualista del mercado está pervirtiendo incluso los ámbitos de gratuidad como es la misma familia. Mientras proclamamos la dignidad inviolable de todas las perdonas, valoramos a hombres y mujeres por lo rentable que son económicamente y por la utilidad que nos aportan.

DOMINGO 34 DELT- O.   -FIESTA DE  CRISTO REY´´- 24 DE NOVIEMBRE

LECTURAS:

Lectura del Profeta Daniel 7, 13-14 :”Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo…”

Salmo 92,  R: El Señor reina, vestido de majestad.

Lectura del Libro del Apocalipsis 1, 5-8 :”Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra…”

Lectura del santo Evangelio según san Juan 18, 33b-37 :”… «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí»…”

Reflexión del Evangelio de hoy

1. En la primera lectura el profeta Daniel apunta ya el talante o estilo de la realeza que celebramos en Jesucristo, El profeta se refiere primero a cuatro grandes imperios con el símbolo de bestias que siembran esclavitud y muerte. En ese contexto aparece otra figura que viene del cielo como un hijo de hombre. Es la nueva humanidad suscitada por el Espíritu, servidora y solidaria de todos desde el amor. Con su nuevo estilo esa humanidad abre “un imperio eterno”.

Posiblemente el único título que Jesús de Nazaret se dio a sí mismo, fue “Hijo del hombre” que seducido por el amor del “Abba”, tiene que ir a Jerusalén y sufrir la muerte injusta, confiando en que el Padre abandona en la muerte. El Hijo del hombre actúa ejerciendo su poder desde el amor sellado con su muerte. Es el estilo de conducta que propone a sus seguidores.

2. La segunda lectura es de Apocalipsis. Un libro profético para animar a la Iglesia que ha sido echada fue de la sinagoga judía y sufre la persecución en el imperio romano. Propone a los cristianos el camino recorrido por Jesucristo. Testigo fiel, primogénito de los creyentes, se abrió totalmente a la Presencia de amor que es el “Abba”. Príncipe de los reyes de la tierra: con su forma de vivir y morir por amor a los demás manifiesta el camino para todos: el poder solo humaniza como ejercicio del amor que sirve.

“Un reino de sacerdotes”. Jesús no fue sacerdote ofreciendo sacrificios rituales en el templo de Jerusalén, sino curando enfermos, incluyendo a los incluidos y combatiendo los demonios que dividen y tiran a las personas por los suelos, siendo totalmente para los demás. Jesucristo vencedor de la muerte sigue siendo luz y camino para todas las naciones

3. El evangelista San Juan en ese apretado texto que hoy leemos ofrece catequesis muy rica y profunda. Cabe acentuar algunos temas de fondo.

Los discípulos han dejado a Jesús solo ante los poderosos que le van a juzgar y condenar.  El evangelista dice que Pedro “le seguía de lejos”. Actualizar en la propia vida la realeza de Jesús se llama espiritualidad cristiana. Una tarea que es nueva cada día, en lo cotidiano que no se repite. Suponiendo que nos inspire su mística de amor, nos invita a tomar “nuestra cruz”. Dar sentido a escollos y sufrimientos que nos salen al camino. Siempre conscientes de que la cruz y el sufrimiento salvan. Lo que salva de verdad es el amor que dan sentido a la cruz y al sufrimiento.

Lógicamente verdad es lo opuesto a mentira. En su intervención pública como profeta itinerante una y otra vez Jesús denuncia la mentira de religiosos hipócritas que dicen una cosa y hacen; que acusan a Jesús ante el gobernador romano pero no entran en la sala de juicio para no contaminarse. Y el gobernador romano ve que no hay motivo para condenar a Jesús, pero para crearse problemas acepta también la mentira.

Mi reino no es de este mundo”. Cuidado con la traducción.  Porque el “reino de Dios”, o una sociedad fraterna, ya tiene lugar en este mundo, aunque todavía de modo imperfecto y en espera de una plenitud sin sombras. Ese reino ya está aquí como la levadura en la masa, fermentando a la humanidad para que sea más solidaria. No funciona con la lógica del poder, sino con la lógica de la gratuidad o del amor que sirve sin esperar nada a cambio.

Es un reino que lejos de negar sin más la existencia de las autoridades o poderes necesarios en la organización social, los sana del individualismo y los legitima como mediación del amor. “En Jesucristo”, la Iglesia, todavía en proceso de conversión al Evangelio, es signo visible y creíble de la única vocación para toda la humanidad. Eso significa celebrar la fiesta de Jesucristo rey del universo, cuando ansiamos la justicia y la paz pero sufrimos la injusticia, las guerras y desgracias que nos dejan sin palabras.

 

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