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Emisora Vida Nueva

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Vida Nueva Cali - Reproductor

martes, 31 de diciembre de 2024

MARTES 31 DE DIIIIIIICIEMBRE

 

Navidad: 31 de Diciembre
Texto del Evangelio (Jn 1,1-18): En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.

La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.

«Y la Palabra se hizo carne»

Rev. D. David COMPTE i Verdaguer(Manlleu, Barcelona, España)

Hoy es el último día del año. Frecuentemente, una mezcla de sentimientos —incluso contradictorios— susurran en nuestros corazones en esta fecha. Es como si una muestra de los diferentes momentos vividos, y de aquellos que hubiésemos querido vivir, se hiciesen presentes en nuestra memoria. El Evangelio de hoy nos puede ayudar a decantarlos para poder comenzar el nuevo año con empuje.

«La Palabra era Dios (...). Todo se hizo por ella» (Jn 1,1.3). A la hora de hacer el balance del año, hay que tener presente que cada día vivido es un don recibido. Por eso, sea cual sea el aprovechamiento realizado, hoy hemos de agradecer cada minuto del año.

Pero el don de la vida no es completo. Estamos necesitados. Por eso, el Evangelio de hoy nos aporta una palabra clave: “acoger”. «Y la Palabra se hizo carne» (Jn 1,14). ¡Acoger a Dios mismo! Dios, haciéndose hombre, se pone a nuestro alcance. “Acoger” significa abrirle nuestras puertas, dejar que entre en nuestras vidas, en nuestros proyectos, en aquellos actos que llenan nuestras jornadas. ¿Hasta qué punto hemos acogido a Dios y le hemos permitido entrar en nosotros?

«La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9). Acoger a Jesús quiere decir dejarse cuestionar por Él. Dejar que sus criterios den luz tanto a nuestros pensamientos más íntimos como a nuestra actuación social y laboral. ¡Que nuestras actuaciones se avengan con las suyas!

«La vida era la luz» (Jn 1,4). Pero la fe es algo más que unos criterios. Es nuestra vida injertada en la Vida. No es sólo esfuerzo —que también—. Es, sobre todo, don y gracia. Vida recibida en el seno de la Iglesia, sobre todo mediante los sacramentos. ¿Qué lugar tienen en mi vida cristiana?

«A todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Todo un proyecto apasionante para el año que vamos a estrenar!

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «En todo debemos proceder no según nuestro arbitrio ni según nuestros propios sentimientos, sino según los caminos que el mismo Señor nos ha dado a conocer en las santas Escrituras» (San Hipólito)

  • «Al concluir este año, al dar gracias y pedir perdón, nos hará bien pedir la gracia de caminar correctamente en la libertad» (Francisco)

  • «Jesús ha revelado que Dios es “Padre” en un sentido nuevo: no lo es sólo en cuanto Creador; Él es eternamente Padre en relación a su Hijo único. Por eso los apóstoles confiesan a Jesús como ‘el Verbo que en el principio estaba junto a Dios y que era Dios’ (Jn 1,1)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 240-241)

lunes, 30 de diciembre de 2024

LUMES 30 DE DIIIIIIIIIIICIEMBRE

 vNavidad: 30 de Diciembre

Texto del Evangelio (Lc 2,36-40): Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.

«Alababa a Dios y hablaba del Niño a todos»

Rev. D. Joaquim FLURIACH i Domínguez(St. Esteve de P., Barcelona, España)

Hoy, José y María acaban de celebrar el rito de la presentación del primogénito, Jesús, en el Templo de Jerusalén. María y José no se ahorran nada para cumplir con detalle todo lo que la Ley prescribe, porque cumplir aquello que Dios quiere es signo de fidelidad, de amor a Dios.

Desde que su hijo —e Hijo de Dios— ha nacido, José y María experimentan maravilla tras maravilla: los pastores, los magos de Oriente, ángeles... No solamente acontecimientos extraordinarios exteriores, sino también interiores, en el corazón de las personas que tienen algún contacto con este Niño.

Hoy aparece Ana, una señora mayor, viuda, que en un momento determinado tomó la decisión de dedicar toda su vida al Señor, con ayunos y oración. No nos equivocamos si decimos que esta mujer era una de las “vírgenes prudentes” de la parábola del Señor (cf. Mt 25,1-13): siempre velando fielmente en todo aquello que le parece que es la voluntad de Dios. Y está claro: cuando llega el momento, el Señor la encuentra a punto. Todo el tiempo que ha dedicado al Señor, aquel Niño se lo recompensa con creces. —¡Preguntadle, preguntadle a Ana si ha valido la pena tanta oración y tanto ayuno, tanta generosidad!

Dice el texto que «alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén» (Lc 2,38). La alegría se transforma en apostolado decidido: ella es el motivo y la raíz. El Señor es inmensamente generoso con los que son generosos con Él.

Jesús, Dios Encarnado, vive la vida de familia en Nazaret, como todas las familias: crecer, trabajar, aprender, rezar, jugar... ¡“Santa cotidianeidad”, bendita rutina donde crecen y se fortalecen casi sin darse cuenta la almas de los hombres de Dios! ¡Cuán importantes son las cosas pequeñas de cada día!

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Despiértate: Dios se ha hecho hombre por ti. Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz. Por ti precisamente, Dios se ha hecho hombre» (San Agustín)

  • «Ana es “profetisa”, mujer sabia y piadosa. Su larga viudez, dedicada al culto en el Templo y su participación en la espera del rescate de Israel concluyen en el encuentro con el Niño Jesús» (Benedicto XVI)

  • «Con Simeón y Ana toda la expectación de Israel es la que viene al “Encuentro” de su Salvador. Jesús es reconocido como el Mesías tan esperado» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 529)

sábado, 28 de diciembre de 2024

DOMINGO 29 DE DICIEMBRE

 

La Sagrada Familia (C)
Texto del Evangelio (Lc 2,41-52): Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.

Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.

Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

«Le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, (...) estaban estupefactos por su inteligencia»

Rev. D. Joan Ant. MATEO i García(Tremp, Lleida, España)

Hoy contemplamos, como continuación del Misterio de la Encarnación, la inserción del Hijo de Dios en la comunidad humana por excelencia, la familia, y la progresiva educación de Jesús por parte de José y María. Como dice el Evangelio, «Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52).

El libro del Siracida, nos recordaba que «el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole» (Si 3,2). Jesús tiene doce años y manifiesta la buena educación recibida en el hogar de Nazaret. La sabiduría que muestra evidencia, sin duda, la acción del Espíritu Santo, pero también el innegable buen saber educador de José y María. La zozobra de María y José pone de manifiesto su solicitud educadora y su compañía amorosa hacia Jesús.

No es necesario hacer grandes razonamientos para ver que hoy, más que nunca, es necesario que la familia asuma con fuerza la misión educadora que Dios le ha confiado. Educar es introducir en la realidad, y sólo lo puede hacer aquél que la vive con sentido. Los padres y madres cristianos han de educar desde Cristo, fuente de sentido y de sabiduría.

Difícilmente se puede poner remedio a los déficits de educación del hogar. Todo aquello que no se aprende en casa tampoco se aprende fuera, si no es con gran dificultad. Jesús vivía y aprendía con naturalidad en el hogar de Nazaret las virtudes que José y María ejercían constantemente: espíritu de servicio a Dios y a los hombres, piedad, amor al trabajo bien hecho, solicitud de unos por los otros, delicadeza, respeto, horror al pecado... Los niños, para crecer como cristianos, necesitan testimonios y, si éstos son los padres, esos niños serán afortunados.

Es necesario que todos vayamos hoy a buscar la sabiduría de Cristo para llevarla a nuestras familias. Un antiguo escritor, Orígenes, comentando el Evangelio de hoy, decía que es necesario que aquel que busca a Cristo, lo busque no de manera negligente y con dejadez, como lo hacen algunos que no llegan a encontrarlo. Hay que buscarlo con “inquietud”, con un gran afán, como lo buscaban José y María.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu. —Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad» (San Pablo VI)

  • «El Señor entró humildemente en la tierra. Creció como un niño normal, pasó por la prueba del trabajo, incluso por la prueba de la cruz. Al final, resucitó. El Señor nos enseña que en la vida no todo es mágico, que el triunfalismo no es cristiano» (Francisco)

  • «Jesús compartió, durante la mayor parte de su vida, la condición de la inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia, vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios, vida en la comunidad. De todo este período se nos dice que Jesús estaba “sometido” a sus padres y que ‘progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres’ (Lc 2,51-52)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 531)

sábado, 21 de diciembre de 2024

Domingo 22 de Diciembre

“Bendita tú  entre  las mujeres”

En este cuarto domingo de Adviento resuena de nuevo en nuestros oídos el saludo de María. Como Isabel tenemos que recibirlo con sorpresa y agradecimiento. Si somos personas llenas del Espíritu de Dios saltará de gozo nuestro corazón y nuestra vida renacerá a la esperanza. Nos visita la Madre del Señor y, al tiempo que experimentamos nuestra pequeñez, abrimos los brazos y el corazón para acoger al Enmanuel que llega para hacer realidad la salvación.

La presencia de María que sale a nuestro encuentro, en medio de las dificultades de nuestra vida y de los acontecimientos que hacen sufrir a tantas personas hoy en nuestro mundo, tiene que ser una bocanada de aire fresco que nos haga, al creer en Dios, creer también en una humanidad capaz de abrirse a lo nuevo y experimentar el gozo y la esperanza verdaderos.

4  DOMINGO  DE ADVIENTO   -   22 DE DICIEMBRE

LECTURAS;

Lectura del Profeta Miqueas 5, 1-4ª  :”Esto dice el Señor: «Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar
al que ha de gobernar Israel;…”

Salmo 79, R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 5-10 :”Al entrar Cristo en el mundo dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias…”

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1, 39-45 :”En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel…”

Reflexión del Evangelio de hoy

Estamos terminando nuestro camino del Adviento. Una nueva oportunidad para seguir creciendo en la alegría y la esperanza.

De la mano de la palabra de Dios salen a nuestro encuentro algunos personajes claves en la historia de la salvación. Una historia en la que se pone de manifiesto cómo Dios cuenta siempre con los más pequeños y humildes para hacerse presente a la humanidad. También tenemos que hacernos conscientes del papel relevante que ocupa la figura de la mujer en los planes de Dios.

De un lado aparece Isabel, mujer de Zacarías. Ella, estéril y de edad avanzada. De otro María, joven y virgen. De ambas el Evangelio nos narra una experiencia extraordinaria: van a ser madres. Tanto en María como en Isabel se da una intervención especial de Dios. Un Dios para quien no hay nada imposible y que cumple todas sus promesas.

Para María la fe se traduce en disponibilidad. Ella experimenta que en sus entrañas se hace realidad el milagro de la vida y se pone en camino. Su propósito, tremendamente humano, es ayudar a su prima Isabel ante el inminente nacimiento de su hijo, al que pondrán por nombre Juan.

Para Isabel la fe se traduce en capacidad de acogida agradecida. Le sorprende y agrada la presencia de María. La proclama dichosa por haber creído a Dios y reconoce la grandeza de María, por ser la madre de su Señor.

Las dos mujeres son conscientes de la acción del Espíritu Santo en lo más íntimo de sus entrañas. El encuentro les produce una profunda alegría, que se explica no solo por el cariño que provocan los lazos de la carne y de la sangre, sino por la experiencia compartida de la fe. El Espíritu les une en una especial complicidad, que se pone de manifiesto en los saltos de alegría del hijo de Isabel en su vientre, al experimentar la cercanía del Enmanuel, del Dios con nosotros. El Espíritu es el motor del gozo y la esperanza de estas dos mujeres protagonistas indiscutibles de la historia de la salvación, que se pone de manifiesto en este texto del Evangelio de Lucas.

Al saludo de María, Isabel responde con una doble bendición. La primera sobre María, la elegida de Dios para ser madre del Salvador.  La segunda sobre el fruto de su vientre, Jesús, en quien se cumplen todas las promesas. El pastor que trae la paz, del que habla el profeta Miqueas y que viene a hacer la voluntad de Dios, como recuerda la Carta a los Hebreos.

Son mujeres en estado de buena esperanza. Esperan un hijo cada una de ellas. Se unen en las dos  la alegría, la acción de gracias, la bendición y la esperanza.

 Para nosotros, los creyentes, también la fe, acogida con un corazón agradecido, como un gran don de Dios, tiene que traducirse, siguiendo el ejemplo de María, en capacidad de salir al encuentro del otro en actitud de servicio.

En tiempo de Adviento los cristianos estamos llamados a vivir la alegría y la acción de gracias ante un Dios que, en el misterio de la Encarnación, hace realidad el cumplimiento de sus promesas. Cada uno de nosotros está invitado a vivir en estado de buena esperanza y a dar a luz a Jesucristo, haciéndole presente en nuestro mundo de hoy con nuestra forma de ser y de actuar.

Ahora nos  preguntamos:

¿Es la fe el mejor regalo y tesoro de mi vida? ¿La acojo con un corazón agradecido a Dios? ¿Soy una persona capaz de ser sensible a las necesidades de los otros? ¿Fomento en mi vida la actitud de servicio? ¿Salgo de mi mismo, de mis cosas y de mis seguridades, para encontrarme con los demás? ¿Soy una persona abierta al Espíritu y en estado constante de buena esperanza? ¿En medio de las dificultades de nuestro mundo de hoy, creo que Jesús sigue siendo buena noticia y fuente de vida y alegría?

sábado, 7 de diciembre de 2024

DOMINGO 8 DE DICIEMBRE

 

 

            "Hágase  en mí según tu Palabra”

     El  Adviento, tiempo de espera y esperanza, nos convoca con fuerza a preparar el camino al Señor que se acerca a compartir historia y destino con todos nosotros.

Hoy tenemos la feliz coincidencia de que el segundo domingo de Adviento esté presidido por la refulgente figura de la Bienaventurada Virgen María en su Inmaculada Concepción.

De Ella siempre nos viene la misma invitación: “Haced lo que Él os diga”. Hoy el Señor Jesucristo nos habla a través de Ella. De su ser libre de todo mal; de su disponibilidad plena al proyecto del Padre; de la belleza, de la armonía, de la luminosidad que desprende su persona, y que enciende nuestra vida en gratitud, esperanza y coraje para no sucumbir a los destructores destellos del mal y del Maligno.

Vivamos hoy muy atentos a la escucha de estos mensajes, al compromiso al que nos instan y al desbordante gozo que de ellos dimana. 

2  Domingo Adviento   Fiesta, de la  Inmaculada  -   8 de diciembre

LECTURAS:

Lectura del libro del Génesis 3, 9-15. 20 :”… pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia;
esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».,,,”

Salmo 97, R/.Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses 1, 4-6. 8-11 :” Siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio…”

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38 :”En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

Reflexión del Evangelio de hoy

En este tiempo de incertidumbres de diversa índole, en nuestro caminar como creyentes cristianos por la liturgia del Adviento hacia la Natividad del Señor, celebramos hoy la gran solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Quizás porque lo que acontece en el Misterio de Dios sea algo así como el devenir de un continuo e ininterrumpido presente, cuanto nosotros captamos en el tiempo esté en íntima conexión con los acontecimientos salvíficos acaecidos y protagonizados por el Señor Jesucristo, Hijo de Dios, nacido de María, Virgen; y Señor y Salvador nuestro; todo ello tan densamente expresado por San Pablo en su carta a los cristianos de Filipenses, que hoy se nos ofrece como segunda lectura.

Es a esta luz de los misterios de la Encarnación y Redención del Señor Jesucristo a la que podríamos contemplar, agradecer y vivir esta hermosa solemnidad de la Concepción Inmaculada de María, Virgen y Madre de Dios.

Contemplar la belleza de quien está, por don del Eterno Padre, libre de toda acechanza del Mal, incluyendo el momento mismo de su concepción.

Una canción tradicional a la Virgen María lo expresa con sencillez y hondura admirables: “Que más pura que tú sólo Dios”.

Agradecer esta belleza sin par: En María se nos permite entrever el plan original de Dios al crear al ser humano, truncado por la caída de Eva y Adán, que nos recuerda hoy la primera lectura del libro del Génesis (3, 9-16.20).

Contrasta con esta rebeldía al plan de Dios la admirable y plena docilidad de María a la propuesta del Ángel que nos narra San Lucas en el texto evangélico (1, 26-38). Por este “SÍ”, que inicia la obra redentora, María es plenitud de luz, de belleza, de consonancia sin fisuras con el proyecto de Dios; y razón, más que sobrada, para que hoy, y siempre, nuestra gratitud sea el punto de partida en toda nuestra relación con el Misterio Divino; pues no en vano somos, hemos de ser, “alabanza de su gloria” (Ef 1, 12 y Sal 97 -responsorial de hoy-).

Por todo lo comentado, la figura, y todo el ser de la Virgen María, nos invita hoy a vivir y testimoniar este proyecto de esperanza y de lucha contra el mal: En la meta de nuestro caminar está la Gloria del Resucitado, garantía y fuente de sentido que plenifica nuestros anhelos más profundos. Esta Inmaculada Concepción de María, y la victoria de su Hijo sobre todo mal, vienen a reforzarnos, una vez más, en el acertado anuncio de uno de nuestros himnos litúrgicos: “Peregrinos, en esperanza caminamos; que si arduos son nuestros caminos, sabemos bien a donde vamos”.

Y junto a la firme esperanza, el renovado compromiso de nuestra lucha contra el mal.

Hace unas semanas, con motivo de los resultados de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, y sus repercusiones a nivel europeo y mundial, el Presidente de Grecia ofrecía un pensamiento, referido a Europa, que nos puede ser muy provechoso.  “Europa, apuntaba, no puede cambiar el mundo, pero sí puede cambiarse a sí misma en este mundo cambiante”.

Es un buen programa para nuestra tarea personal de vigilancia, de conversión, de lucha contra el mal. No podremos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar nuestro espacio vital llenándolo de la esperanza y del amor que nos vienen del plan de Dios para toda la humanidad.

María, desde su Inmaculada Concepción, nos invita a estar atentos y a cambiar en nosotros mismos todas nuestras propensiones al mal: Envidias, celos, juicios, adicciones, desprecio y manipulación y extorsión a la vida del ser humano, distorsión de la verdad, connivencia con la injusticia, aparición de sutiles nuevas formas de esclavitud, generación de violencias y divisiones, increíbles guerras implacablemente destructivas, relativismos que nos confunden en la valoración de la realidad que nos rodea y de lo que nos constituye como humanos... y un largo etcétera que podríamos seguir enumerando. En cada lucha y en cada victoria contra el mal en sus variadas manifestaciones seguimos aplastando la cabeza de la astuta y maligna  serpiente. Conscientes de que para que el mall progrese basta con que las personas de bien no hagamos nada por detenerlo.

Vueltos nuestros ojos y corazón a nuestra Madre Inmaculada, nos dejamos interrogar por Ella: ¿Qué mal debo acometer en mí mismo, en mi entorno familiar, social, laboral o estudiantil?

¿Qué signos de esperanza puedo y debo ofrecer para garantizar a quienes cruzan por mi vida, que pese a todo, mañana será un día mejor; y el último mañana será plenitud de Vida y Amor?

 

 

 

 

 

 

 

 

 


SABADO 7 DE DICIEMBRE

 

Sábado 1 de Adviento
Texto del Evangelio (Mt 9,35-10,1.6-8): En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».

Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «Dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis».

«Rogad (...) al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies»

Rev. D. Xavier PAGÉS i Castañer(Barcelona, España)

Hoy, cuando ya llevamos una semana dentro del itinerario de preparación para la celebración de la Navidad, ya hemos constatado que una de las virtudes que hemos de fomentar durante el Adviento es la esperanza. Pero no de una manera pasiva, como quien espera que pase el tren, sino una esperanza activa, que nos mueve a disponernos poniendo de nuestra parte todo lo que sea necesario para que Jesús pueda nacer de nuevo en nuestros corazones.

Pero hemos de tratar de no conformarnos sólo con lo que nosotros esperamos, sino —sobre todo— ir a descubrir qué es lo que Dios espera de nosotros. Como los doce, también nosotros estamos llamados a seguir sus caminos. Ojalá que hoy escuchemos la voz del Señor que —por medio del profeta Isaías— nos dice: «El camino es éste, síguelo» (Is 30,21, de la primera lectura de hoy). Siguiendo cada uno su camino, Dios espera de todos que con nuestra vida anunciemos «que el Reino de Dios está cerca» (Mt 10,7).

El Evangelio de hoy nos narra cómo, ante aquella multitud de gente, Jesús tuvo compasión y les dijo: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Mt 9,37-38). Él ha querido confiar en nosotros y quiere que en las muy diversas circunstancias respondamos a la vocación de convertirnos en apóstoles de nuestro mundo. La misión para la que Dios Padre ha enviado a su Hijo al mundo requiere de nosotros que seamos sus continuadores. En nuestros días también encontramos una multitud desorientada y desesperanzada, que tiene sed de la Buena Nueva de la Salvación que Cristo nos ha traído, de la que nosotros somos sus mensajeros. Es una misión confiada a todos. Conocedores de nuestras flaquezas y handicaps, apoyémonos en la oración constante y estemos contentos de llegar a ser así colaboradores del plan redentor que Cristo nos ha revelado.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Para una mies abundante son pocos los trabajadores. Al escuchar esto, no podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque hay que reconocer que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas, faltan, en cambio quienes se dediquen a anunciarlas. Rogad también por nosotros, para que nuestra voz no deje nunca de exhortaros» (San Gregorio Magno)

  • «El mundo no es un conjunto de penas y dolores. Toda la angustia que exista en el mundo está amparada por una misericordia amorosa. Quien celebre así el Adviento podrá hablar de la Navidad feliz, bienaventurada y llena de gracia» (Benedicto XVI)

  • «Con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos confesando: ‘Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre’» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 456)

lun
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mié
jue
vie
sáb
dom

8 de diciembre
La Inmaculada Concepción de la Virgen María

Texto del Evangelio y comentario

Vídeo del Evangelio y comentario

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8 de diciembre
Domingo 2 (C) de Adviento

Vídeo del Evangelio y comentario

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El ciclo Santoral y de Solemnidades de diciembre

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