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Vida Nueva Cali - Reproductor

domingo, 26 de enero de 2025

DOMINGO 26 DEENERO

 

 C

“El Espíritu del Señor está sobre MÍ”

La liturgia de la Palabra de este domingo nos muestra un itinerario de vida cristiana que nace con la proclamación y la escucha de la Palabra de Dios. Una Palabra que revela a un Dios que apuesta una y otra vez por la humanidad, amándola hasta el extremo. El proyecto de Dios está encaminado a construir una esperanza nueva en la humanidad. El objetivo es que toda persona tenga un sentido de vida, basado en la justicia, la paz y la dignidad.

Dios con su Palabra nos convoca a todos y cada uno de nosotros a vivir en clave de encuentro, porque es un Dios Padre, que se hace cercano y acogedor de las diversas historias personales. Es una invitación abierta, que necesita de una respuesta, porque todos estamos llamados a participar en esta dinámica de realización personal y comunitaria.

Fruto del máximo amor que Dios nos tiene es el envío de su Hijo, para facilitarnos las cosas; su encarnación marca un antes y un después, ya que nos ofrece un nuevo horizonte para nuestra vida. Su mensaje, sus acciones calan en lo más profundo de nuestros corazones, para que desde ahí sigamos proclamando una palabra de aliento para nuestro mundo convulso. Comenzamos por nosotros mismos, por nuestro entorno, para que desde ahí podamos ir dando pasos, y siendo los mejores embajadores de Cristo en nuestra sociedad.

3 DOMINGO  DEL T.  O.    -   26  DE  ENERO

LECTURAS:

Lectura del Libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10 :”En aquellos días, el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón…”

Salmo 18,  R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 12-30:: “Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos iembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo…”

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1, 1-4; 4, 14- 21

Ilustre Teófilo: “Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden,…”

Reflexión del Evangelio de hoy

Palabra de Vida

El texto de Nehemías narra un hecho importante para el pueblo judío: la lectura pública de la Palabra de Dios. A partir de ese momento va ser considerada una religión del Libro, y va a adquirir una identidad: la relación de Dios con su pueblo, a través de su Palabra.

La Palabra de Dios, tiene como destinatarios a todos los habitantes del pueblo de Israel. Por consiguiente, esta Palabra adquiere una dimensión existencial, porque contiene un mensaje que se actualiza en cada ciudadano judío.

La Iglesia como heredera del antiguo pueblo de la Alianza, valora positivamente la Palabra de Dios, porque encontramos una tradición que anuncia al Mesías esperado. Por tanto, se abre una perspectiva en la revelación del Evangelio de Cristo, que es el que realmente da sentido a nuestra identidad cristiana. La Buena Noticia que trae Jesús es capaz de ofrecernos un nuevo modo de vida, de encuentro y de fraternidad.

Diversidad y Unidad en la Comunidad

La comparación que realiza San Pablo en esta carta, al considerar a la Iglesia como comunidad de creyentes, con el cuerpo humano, es acertada e iluminadora. La cabeza y centro de la Iglesia es el mismo Cristo.

El cuerpo humano está compuesto por distintos miembros y órganos, que a su vez desarrollan una tarea determinada, para un correcto funcionamiento. De igual modo cada cristiano, lleva a cabo una misión o un servicio concreto: unos cumplen el ministerio del sacerdocio, otros tienen la tarea de educar en la fe en la catequesis, otros trabajan en el ámbito social, algunos organizan la liturgia, etc.… En definitiva cada cual vive y realiza un cometido que enriquece a toda la asamblea comunitaria, logrando una Iglesia dinámica y viva.

La Iglesia debe ser una auténtica comunidad que aglutine la diversidad de personas con su propio carisma, personalidad e identidad, dándole un toque de diversidad y pluralidad, y ofreciendo posibilidades de crecimiento. Está encaminada a vivir un espíritu de unidad, como el mismo cuerpo, en el que todas sus partes son necesarias para un funcionamiento óptimo. Sin embargo no podemos confundir la unidad que representan los miembros de la Iglesia, con la uniformidad, ya que el ámbito eclesial está instituido por el Espíritu de Cristo.

La diversidad dentro de la Iglesia va orientada a realizar un proceso dinámico, potenciando la acogida, el encuentro y la realización particular de cada persona. El modelo a seguir es Jesucristo, que nos convoca, y es el centro de la comunidad, en su nombre nos reunimos en cada Eucaristía.

Buena Noticia como itinerario de Vida

El relato de Lucas comienza con una presentación del autor, poniendo por escrito la Buena Noticia de Jesucristo. Ha tenido acceso a otros textos: buscando, indagando y reflexionando. El procedimiento que ha realizado le capacita para poder transmitir esas verdades a su comunidad, dentro de su contexto.

Este ejercicio de Lucas, se hace necesario para nuestra vida de fe, porque en nuestro itinerario descubrimos progresivamente a Cristo, a través de su Palabra, y la aplicamos a nuestras experiencias vitales. El conocimiento de Jesús se hace imprescindible en la oración, en nuestro interior, para luego vivirlo y ofrecerlo a los demás.

En este pasaje Jesús es presentado en su entorno familiar, y en su pueblo de Nazaret, y lo hace en el lugar más importante: la Sinagoga, donde se congrega el pueblo para escuchar la proclamación y la enseñanza de la Palabra de Dios.

La elección del texto del profeta Isaías, no es una casualidad, porque va a marcar un nuevo rumbo en su vida. Jesús va a recuperar el sentido original profético, y lo va a actualizar en su propia persona. Él es el enviado, por eso dice: ‘hoy se cumple está escritura’.

El mensaje que trae Jesús es el anuncio del Reino de Dios, un nuevo tiempo para proclamar y evangelizar, palabras que repite, y que dan una verdadera dimensión de su misión profética y mesiánica. Su enseñanza es activa y renovadora, con el objetivo de no quedarnos ensimismados en tradiciones y modos antiguos, que en ocasiones están vacíos. Recuperar el espíritu profético, para anunciar la Buena Noticia, aquí y ahora, en nuestra realidad, en nuestros ámbitos, porque es una tarea más que necesaria en la actualidad.

El Espíritu de Cristo nos invita a seguir su estela, para llevarla al mundo con nuestros lenguajes y modos, para que se encarnen en nuestra sociedad. Pero sobre todo fijándonos en la autoridad de Jesús, pues no solo enseñaba con palabras y parábolas, sino también con sus obras: curando enfermos, liberando oprimidos, ofreciendo alternativas de vida nueva, sobre todo a los últimos de la sociedad, a los que apenas tienen esperanza, ni ilusiones. Ese debe ser nuestro itinerario de vida cristiana.

 

 

 

 

sábado, 25 de enero de 2025

SABADO 25 DE ENERO


25 de enero: La Conversión de san Pablo, apóstol
Texto del Evangelio (Mc 16,15-18): En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».

«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva»

Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera(Ripollet, Barcelona, España)

Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. El breve fragmento del Evangelio según san Marcos recoge una parte del discurso acerca de la misión que confiere el Señor resucitado. Con la exhortación a predicar por todo el mundo va unida la tesis de que la fe y el bautismo son requisitos necesarios para la salvación: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16). Además, Cristo garantiza que a los predicadores se les dará la facultad de hacer prodigios o milagros que habrán de apoyar y confirmar su predicación misionera (cf. Mc 16,17-18). La misión es grande —«Id por todo el mundo»—, pero no faltará el acompañamiento del Señor: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio.

La Conversión de san Pablo es un gran acontecimiento: él pasa de perseguidor a convertido, es decir, a servidor y defensor de la causa de Cristo. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como san Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.

Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Saulo fue conducido a Ananías: el lobo devastador es llevado hasta la oveja. Pero el Pastor, que desde lo alto del cielo lo conduce todo, le asegura: ‘No temas’. ¡Qué maravilla! El lobo cautivo es conducido hasta la oveja. El Cordero, que muere por las ovejas, le enseña a no temer» (San Agustín)

  • «La conversión de san Pablo se produjo en el encuentro con Cristo resucitado; este encuentro fue el que le cambió radicalmente la existencia. En esto consiste su conversión y la nuestra: en creer en Jesús muerto y resucitado» (Benedicto XVI)

  • «Nuestro Señor vinculó el perdón de los pecados a la fe y al Bautismo: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará’ (Mc 16,15-16). El Bautismo es el primero y principal sacramento del perdón de los pecados porque nos une a Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación, a fin de que ‘vivamos también una vida nueva’ (Rm 6,4)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 977)

 

viernes, 24 de enero de 2025

VIERNES 24 DE ENERO

 

Viernes 2 del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 3,13-19): En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.

«Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso»

Rev. D. Jordi POU i Sabater(Sant Jordi Desvalls, Girona, España)

Hoy, el Evangelio condensa la teología de la vocación cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles (cf. Mc 3,13-14). En primer lugar, los elige: antes de la creación del mundo, nos ha destinado a ser santos (cf. Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el “papel” que nos ha dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo “por qué” de mi existencia cuando me siento plenamente “yo”, cuando vivo mi vocación.

¿Y para qué nos ha llamado? Para estar con Él. Esta llamada implica correspondencia: «Un día —no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (San Josemaría).

Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir» (Concilio Vaticano II).

Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «‘Os exhorto a presentar vuestros cuerpos’ (Rom 12,1). Al rogar así, el Apóstol eleva a todos los hombres a la dignidad del sacerdocio; exhorta a todos a presentar sus cuerpos como sacrificio vivo» (San Pedro Crisólogo)

  • «El bien siempre tiende a comunicarse. Comunicándolo, el bien se arraiga y se desarrolla (…). No debieran asombrarnos, entonces, algunas expresiones de san Pablo: ‘El amor de Cristo nos apremia’ (2Cor 5,14); ‘¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!’ (1Cor 9,16)» (Francisco)

  • «Desde el comienzo de su vida pública Jesús eligió unos hombres en número de doce para estar con Él y participar en su misión; les hizo partícipes de su autoridad ‘y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar’ (Lc 9,2) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 551)

jueves, 23 de enero de 2025

JURVES 23 DE ENERO

 

 Jueves 2 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 3,7-12): En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a Él. Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle. Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.

«Le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón»

Rev. D. Melcior QUEROL i Solà(Ribes de Freser, Girona, España)

Hoy, todavía reciente el bautismo de Juan en las aguas del río Jordán, deberíamos recordar el talante de conversión de nuestro propio bautismo. Todos fuimos bautizados en un solo Señor, una sola fe, «en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo» (1Cor 12,13). He aquí el ideal de unidad: formar un solo cuerpo, ser en Cristo una sola cosa, para que el mundo crea.

En el Evangelio de hoy vemos cómo «una gran muchedumbre de Galilea» y también otra mucha gente procedente de otros lugares (cf. Mc 3,7-8) se acercan al Señor. Y Él acoge y procura el bien para todos, sin excepción. Esto lo hemos de tener muy presente durante el octavario de oración para la unidad de los cristianos.

Démonos cuenta de cómo, a lo largo de los siglos, los cristianos nos hemos dividido en católicos, ortodoxos, anglicanos, luteranos, y un largo etcétera de confesiones cristianas. Pecado histórico contra una de las notas esenciales de la Iglesia: la unidad.

Pero aterricemos en nuestra realidad eclesial de hoy. La de nuestro obispado, la de nuestra parroquia. La de nuestro grupo cristiano. ¿Somos realmente una sola cosa? ¿Realmente nuestra relación de unidad es motivo de conversión para los alejados de la Iglesia? «Que todos sean uno, para que el mundo crea» (Jn 17,21), ruega Jesús al Padre. Éste es el reto. Que los paganos vean cómo se relaciona un grupo de creyentes, que congregados por el Espíritu Santo en la Iglesia de Cristo tienen un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32-34).

Recordemos que, como fruto de la Eucaristía —a la vez que la unión de cada uno con Jesús— se ha de manifestar la unidad de la Asamblea, ya que nos alimentamos del mismo Pan para ser un solo cuerpo. Por tanto, lo que los sacramentos significan, y la gracia que contienen, exigen de nosotros gestos de comunión hacia los otros. Nuestra conversión es a la unidad trinitaria (lo cual es un don que viene de lo alto) y nuestra tarea santificadora no puede obviar los gestos de comunión, de comprensión, de acogida y de perdón hacia los demás.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Éste es el camino por el que llegamos a la salvación: Jesucristo. Por Él, podemos elevar nuestra mirada hasta lo alto de los cielos; por Él, vemos como en un espejo el rostro inmaculado y excelso de Dios» (San Clemente Romano)

  • «Su persona [Jesús] no es otra cosa sino amor. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia» (Francisco)

  • «Al liberar a algunos hombres de los males terrenos del hambre, de la injusticia, de la enfermedad y de la muerte, Jesús realizó unos signos mesiánicos. No obstante, no vino para abolir todos los males aquí abajo, sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 549)

miércoles, 22 de enero de 2025

MIERCOLES 22 DE ENERO

 

Miércoles 2 del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 3,1-6): En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?». Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle.

«¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?»

Rev. D. Joaquim MESEGUER García(Rubí, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos enseña que hay que obrar el bien en todo tiempo: no hay un tiempo para hacer el bien y otro para descuidar el amor a los demás. El amor que nos viene de Dios nos conduce a la Ley suprema, que nos dejó Jesús en el mandamiento nuevo: «Amaos unos a otros como yo mismo os he amado» (Jn 13,34). Jesús no deroga ni critica la Ley de Moisés, ya que Él mismo cumple sus preceptos y acude a la sinagoga el sábado; lo que Jesús critica es la interpretación estrecha de la Ley que han hecho los maestros y los fariseos, una interpretación que deja poco lugar a la misericordia.

Jesucristo ha venido a proclamar el Evangelio de la salvación, pero sus adversarios, lejos de dejarse convencer, buscan pretextos contra Él: «Había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle» (Mc 3,1-2). Al mismo tiempo que podemos ver la acción de la gracia, constatamos la dureza del corazón de unos hombres orgullosos que creen tener la verdad de su parte. ¿Experimentaron alegría los fariseos al ver aquel pobre hombre con la salud restablecida? No, todo lo contrario, se obcecaron todavía más, hasta el punto de ir a hacer tratos con los herodianos —sus enemigos naturales— para mirar de perder a Jesús, ¡curiosa alianza!

Con su acción, Jesús libera también el sábado de las cadenas con las cuales lo habían atado los maestros de la Ley y los fariseos, y le restituye su sentido verdadero: día de comunión entre Dios y el hombre, día de liberación de la esclavitud, día de la salvación de las fuerzas del mal. Nos dice san Agustín: «Quien tiene la conciencia en paz, está tranquilo, y esta misma tranquilidad es el sábado del corazón». En Jesucristo, el sábado se abre ya al don del domingo.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Porque la verdad es que en Él, que tenía verdadero cuerpo y verdadera alma de hombre, no era falso ese afecto [apenado]. Por eso se dicen cosas verdaderas cuando se cuenta que se contristó con ira por la dureza de corazón de los judíos» (San Agustín)

  • «Otro motivo que endurece el corazón es la cerrazón en sí mismo; construir un mundo en sí mismo. Estos “narcisistas religiosos”, que tienen el corazón duro, buscan defenderse con estos muros que construyen a su alrededor» (Francisco)

  • «El Evangelio relata numerosos incidentes en que Jesús es acusado de quebrantar la ley del sábado. Pero Jesús nunca falta a la santidad de este día (cf. Mc 1,21; Jn 9,16). Da con autoridad la interpretación auténtica de la misma: ‘El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado’ (Mc 2,27) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.173)

martes, 21 de enero de 2025

MARTES 21 DE ENERO


Martes 2 del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 2,23-28): Un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?». Él les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?». Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado».

«El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado»

Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents(Terrassa, Barcelona, España)

Hoy como ayer, Jesús se las ha de tener con los fariseos, que han deformado la Ley de Moisés, quedándose en las pequeñeces y olvidándose del espíritu que la informa. Los fariseos, en efecto, acusan a los discípulos de Jesús de violar el sábado (cf. Mc 2,24). Según su casuística agobiante, arrancar espigas equivale a “segar”, y trillar significa “batir”: estas tareas del campo —y una cuarentena más que podríamos añadir— estaban prohibidas en sábado, día de descanso. Como ya sabemos, los panes de la ofrenda de los que nos habla el Evangelio, eran doce panes que se colocaban cada semana en la mesa del santuario, como un homenaje de las doce tribus de Israel a su Dios y Señor.

La actitud de Abiatar es la misma que hoy nos enseña Jesús: los preceptos de la Ley que tienen menos importancia han de ceder ante los mayores; un precepto ceremonial debe ceder ante un precepto de ley natural; el precepto del reposo del sábado no está, pues, por encima de las elementales necesidades de subsistencia. El Concilio Vaticano II, inspirándose en la perícopa que comentamos, y para subrayar que la persona ha de estar por encima de las cuestiones económicas y sociales, dice: «El orden social y su progresivo desarrollo se han de subordinar en todo momento al bien de la persona, porque el orden de las cosas se ha de someter al orden de las personas, y no al revés. El mismo Señor lo advirtió cuando dijo que el sábado había sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado (cf. Mc 2,27)».

San Agustín nos dice: «Ama y haz lo que quieras». ¿Lo hemos entendido bien, o todavía la obsesión por aquello que es secundario ahoga el amor que hay que poner en todo lo que hacemos? Trabajar, perdonar, corregir, ir a misa los domingos, cuidar a los enfermos, cumplir los mandamientos..., ¿lo hacemos porque toca o por amor de Dios? Ojalá que estas consideraciones nos ayuden a vivificar todas nuestras obras con el amor que el Señor ha puesto en nuestros corazones, precisamente para que le podamos amar a Él.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Los que vivían según el orden de cosas antiguo han venido a la nueva esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del Señor, en el que nuestra vida es bendecida por Él y por su muerte» (San Ignacio de Antioquía)

  • «El reposo del “sábado” pretende la participación en el descanso y en la paz de Dios. Pero, cuando el hombre se niega al “ocio por Dios” (esto es, a la adoración), entonces entra en la esclavitud del “negocio”» (Benedicto XVI)

  • «El Domingo se distingue expresamente del sábado, al que sucede cronológicamente cada semana, y cuya prescripción litúrgica reemplaza para los cristianos. Realiza plenamente, en la Pascua de Cristo, la verdad espiritual del sábado judío y anuncia el descanso eterno del hombre en Dios» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.175)

 

lunes, 20 de enero de 2025

LUNES 20 DE ENERO

 

Lunes 2 del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 2,18-22): Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen a Jesús: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día.

»Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos».

«¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?»

Rev. D. Joaquim VILLANUEVA i Poll(Barcelona, España)

Hoy comprobamos cómo los judíos, además del ayuno prescrito para el Día de la Expiación (cf. Lev 16,29-34) observaban muchos otros ayunos, tanto públicos como privados. Eran expresión de duelo, de penitencia, de purificación, de preparación para una fiesta o una misión, de petición de gracia a Dios, etc. Los judíos piadosos apreciaban el ayuno como un acto propio de la virtud de la religión y muy grato a Dios: el que ayuna se dirige a Dios en actitud de humildad, le pide perdón privándose de aquellas cosas que, satisfaciéndole, le hubieran apartado de Él.

Que Jesús no inculque esta práctica a sus discípulos y a los que le escuchan, sorprende a los discípulos de Juan y a los fariseos. Piensan que es una omisión importante en sus enseñanzas. Y Jesús les da una razón fundamental: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?» (Mc 2,19). El esposo, según la expresión de los profetas de Israel, indica al mismo Dios, y es manifestación del amor divino hacia los hombres (Israel es la esposa, no siempre fiel, objeto del amor fiel del esposo, Yahvé). Es decir, Jesús se equipara a Yahvé. Está aquí declarando su divinidad: llama a sus discípulos «los amigos del esposo», los que están con Él, y así no necesitan ayunar porque no están separados de Él.

La Iglesia ha permanecido fiel a esta enseñanza que, viniendo de los profetas e incluso siendo una práctica natural y espontánea en muchas religiones, Jesucristo la confirma y le da un sentido nuevo: ayuna en el desierto como preparación a su vida pública, nos dice que la oración se fortalece con el ayuno, etc.

Entre los que escuchaban al Señor, la mayoría serían pobres y sabrían de remiendos en vestidos; habría vendimiadores que sabrían lo que ocurre cuando el vino nuevo se echa en odres viejos. Les recuerda Jesús que han de recibir su mensaje con espíritu nuevo, que rompa el conformismo y la rutina de las almas avejentadas, que lo que Él propone no es una interpretación más de la Ley, sino una vida nueva.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «La devoción se ha de ejercitar de diversas maneras. Más aún: la devoción se ha de practicar de un modo acomodado a las fuerzas, negocios y ocupaciones particulares de cada uno» (San Francisco de Sales)

  • «La Palabra de Dios es viva, es libre. El Evangelio es novedad. La revelación es novedad. Jesús es muy claro: vino nuevo en odres nuevos. Dios debe ser recibido con esta apertura a la novedad. Y esta actitud se llama docilidad» (Francisco)

  • «El sacrificio exterior, para ser auténtico, debe ser expresión del sacrificio espiritual (…). Los profetas de la Antigua Alianza denunciaron con frecuencia los sacrificios hechos sin participación interior o sin amor al prójimo. Jesús recuerda las palabras del profeta Oseas: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’ (Mt 9,13)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.100)

sábado, 18 de enero de 2025

DOMINGO 19 DE ENERO

 

VIDA NUEVA

        “No tienen vino”

Este segundo domingo del tiempo ordinario sigue estando en relación con la epifanía: El Evangelio resalta la manifestación de Jesús en el primer signo que realiza (programático) en el inicio de su misión: las Bodas de Caná de Galilea a las que había sido invitado junto con María, su madre.

La actitud de Jesús en las Bodas sugiere la bendición de la participación en una sana fiesta profana, más allá de lo estrictamente religioso. Supone también la bendición del matrimonio humano, bello y querido por Dios.

En el signo, Jesús anticipa la hora de su glorificación y anuncia la capacidad y la fuerza de Jesús y de su evangelio, capaz de transformar una vida aguada en una vida plena y feliz.

2º DOMINGO  DEL TIEMPOORDINARIO   - 19 DE ENERO

LECTURAS:

Lectura del Profeta Isaías 62, 1-5 :”Por amor a Sion no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha…”

Salmo 95,  R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12,4-11 .” Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos…”

Lectura del santo Evangelio según San Juan 2, 1-11:”En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda…”

Reflexión del Evangelio de hoy

Tanto en el primer domingo como en este segundo domingo del tiempo ordinario, las lecturas tienen una cierta continuidad con la fiesta de la Epifanía. En el evangelio de la visita de los magos, Jesús se manifiesta (epifanía) a todas gentes (representadas por los magos de oriente). Por su parte, en el Evangelio del Bautismo, Jesús protagoniza la primera manifestación pública de su misión, realizando un gesto programático de humildad sometiéndose voluntariamente al bautismo de penitencia de Juan. En este segundo domingo, Jesús protagoniza la tercera de las epifanías realizando su primer signo en las bodas de Caná.

Esta tercera manifestación de Jesús surge con motivo de una anécdota acontecida en una boda en la que María, Jesús y sus discípulos son invitados. Los judíos no concebían un banquete festivo, ni unas bodas sin vino. El vino se había terminado antes de hora y María advierte el problema. Nadie perdonaría la falta de vino por imprevisión o poca generosidad de los esposos. María comunica la situación a Jesús. A pesar de la evasiva inicial de Jesús, María sabe que Jesús va a solucionar el problema y pone a los criados a las órdenes de Jesús, quien convierte el agua de las purificaciones en un vino excelente, ante el asombro del mayordomo y los servidores.

Es evidente que San Juan en este episodio pretende comunicarnos algo más que una mera anécdota. Varias significaciones de este acontecimiento narrado por San Juan podemos señalar:

Lo primero que llama la atención es que la primera intervención pública de Jesús, (que hemos de considerar también programática) no tiene aparentemente nada de “religioso”. No acontece en el templo o en una sinagoga. Jesús inaugura su actividad profética asistiendo a una boda, con una actitud que define su radiante cordialidad social. Con su presencia Jesús viene a bendecir cristianamente una sana participación en un humanísimo encuentro profano y lúdico, de los que tantas veces el ser humano tiene necesidad.

Es asimismo muy importante notar que la primera acción del ministerio de Jesús es su contribución a una existencia gozosa y feliz compartida con los demás. No hay que olvidar esta dimensión fundamentalísima del cristianismo: su carácter reparador y alegre. Cuando Cristo se hace presente aparece el júbilo y el gozo. Cuando Jesús acontece se hace más feliz la vida dura y dolorosa que tantas veces atraviesa la existencia humana. Es preciso recuperar esa perspectiva gozosa del evangelio de Jesús, capaz de aliviar el sufrimiento y la dureza de la vida. Cuantas personas se han apartado de la fe porque no han visto en la vida de los cristianos esta dimensión, que sin embargo está latente en este primer signo de Jesús. En la conversión de agua en vino se nos propone la clave para captar la acción transformadora de Jesús, que es fermento de vida, gozo y alegría; e indica, asimismo, lo que hemos de vivir y transmitir también sus seguidores.

Con su participación en las bodas de Caná, Jesús bendice también la realidad humana del matrimonio, recalcando que es algo bello y querido por Dios. Pero si relacionamos el evangelio con la primera lectura, la boda de estos dos jóvenes apunta también a la Alianza de Dios con su pueblo. En numerosas ocasiones los profetas expresan la primera Alianza como una relación esponsal entre Dios y el pueblo, y, de manera análoga, también el Nuevo Testamento, con respecto al amor de Cristo por su Iglesia. Las dos realidades se iluminan mutuamente: un verdadero matrimonio humano ayuda a entender el amor de Dios por su pueblo y de Cristo por su Iglesia; y al mismo tiempo, el amor de Dios por el ser humano y la entrega de Cristo por su Iglesia hasta dar la vida, sirven de modelo para los matrimonios humanos.

El agua representa en este evangelio la Alianza ya caduca (el agua de las purificaciones de los judíos) que será sustituida por la Nueva Alianza, sellada en la sangre de Cristo: su amor desbordante por la humanidad y su entrega en su vida, muerte y resurrección. Pero las palabras “no tiene vino” deben hacernos reflexionar no solamente sobre una alianza ya caduca y sustituida por una nueva alianza en Cristo, sino también sobre nuestra manera de vivir la fe. Con frecuencia vivimos una “religiosidad aguada”, que no aporta alegría ni convence. El evangelio es una invitación a redescubrir la fuerza renovadora de un Cristo vivo que viene a ensanchar la vida del hombre y a sacarlo de su mediocridad.

Finalmente resaltar que se alude a la hora de Jesús. Todos los hechos de la vida de Jesús (los hechos de su encarnación) son presentados por el evangelista como manifestación de su indisociable trascendencia divina y como anticipo de su misión (su hora) Todos los signos que el evangelista presenta (el agua convertida en vino, el agua de la samaritana, el pan de vida, la curación del ciego, la resurrección de Lázaro, etc), son signos de su Pascua (Habiendo llegado la hora de pasar (pascua) de este mundo al padre, habiendo amado a los suyos…) La hora, sobre la que Jesús dice que no ha llegado todavía es la hora de su glorificación, el paso de su muerte a la resurrección, el paso de este mundo al Padre (según palabras del mismo evangelista). Pero a pesar de que su hora no ha llegado todavía, todo el evangelio de San Juan es una permanente presentación de los signos que apuntan a la hora de la glorificación de Jesús, su auténtica misión en la Tierra.

¿Vivo la fe como una experiencia gozosa llena de alegría por el acontecer de Cristo en mi vida? ¿Sé transmitir y contagiar la alegría del evangelio en mi trato con los demás, sobre todo con los que más sufren? ¿Se acudir a Cristo para que transforme el agua caduca de mi religiosidad o de mi matrimonio o vida familiar en vino nuevo?

 

 

SABADO 18 DE ENERO

       Sábado 1 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 2,13-17): En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo por la orilla del mar, toda la gente acudía a Él, y Él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores?». Al oír esto Jesús, les dice: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

«No he venido a llamar a justos, sino a pecadores»

Rev. D. Joaquim MONRÓS i Guitart(Tarragona, España)

Hoy, en la escena que relata san Marcos, vemos cómo Jesús enseñaba y cómo todos venían a escucharle. Es manifiesto el hambre de doctrina, entonces y también ahora, porque el peor enemigo es la ignorancia. Tanto es así, que se ha hecho clásica la expresión: «Dejarán de odiar cuando dejen de ignorar».

Pasando por allí, Jesús vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado donde cobraban impuestos y, al decirle «sígueme», dejándolo todo, se fue con Él. Con esta prontitud y generosidad hizo el gran “negocio”. No solamente el “negocio del siglo”, sino también el de la eternidad.

Hay que pensar cuánto tiempo hace que el negocio de recoger impuestos para los romanos se ha acabado y, en cambio, Mateo —hoy más conocido por su nuevo nombre que por el de Leví— no deja de acumular beneficios con sus escritos, al ser una de las doce columnas de la Iglesia. Así pasa cuando se sigue con prontitud al Señor. Él lo dijo: «Y todo el que haya dejado casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o campo por mi nombre, recibirá el ciento por uno y gozará de la vida eterna» (Mt 19,29).

Jesús aceptó el banquete que Mateo le ofreció en su casa, juntamente con los otros cobradores de impuestos y pecadores, y con sus apóstoles. Los fariseos —como espectadores de los trabajos de los otros— hacen presente a los discípulos que su Maestro come con gente que ellos tienen catalogados como pecadores. El Señor les oye, y sale en defensa de su habitual manera de actuar con las almas: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mc 2,17). Toda la Humanidad necesita al Médico divino. Todos somos pecadores y, como dirá san Pablo, «todos han pecado y se han privado de la gloria de Dios» (Rm 3,23).

Respondamos con la misma prontitud con que María respondió siempre a su vocación de corredentora.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! Yo no te oculto mis llagas. Tú eres médico, y yo estoy enfermo; tú eres misericordioso, y yo soy miserable» (San Agustín)

  • «Quien se encuentra aparentemente más lejos de la santidad, puede convertirse incluso en un modelo de acogida de la misericordia de Dios y dejar vislumbrar sus maravillosos efectos» (Benedicto XVI)

  • «Cristo invitó a la fe y a la conversión; Él no forzó jamás a nadie (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 160)

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