“Se llenaron de inmensa
alegría”
La fe supone una relación. Una
relación entre el Dios que se revela y el ser humano que responde a este Dios
que se da a conocer. A lo largo de la historia de la humanidad, Dios se ha ido
dando a conocer, primero al pueblo de Israel y luego, en la plenitud de los
tiempos, al mundo entero, por medio de su Hijo amado, el Verbo hecho carne.
Esta manifestación de Dios a la humanidad, representada por los Magos venidos
de tierras lejanas para adorar a Dios hecho visible en su Hijo, es la que
conmemoramos en esta solemnidad de la Epifanía.
FIESTA DE LA EPIFANIA -
MANIFESTACION DEL SEÑOR A LOS
MAGOS
LECTURAS:
Lectura del libro de Isaías 60, 1-6 “¡Levántate
y resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece
sobre ti!...”
Salmo 71,
R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Efesios 3, 2-3a. 5-6
“Habéis oído hablar de la
distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los
gentiles…”
Lectura del santo evangelio
según san Mateo 2, 1-12 :”Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos
del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su
estrella y venimos a adorarlo»…”
Reflexión del Evangelio de hoy
En esta solemnidad de la
Epifanía, celebramos la manifestación de Dios. Una manifestación no sólo a
Israel, el pueblo elegido, sino a toda la humanidad, representada aquí por los
Magos de Oriente que llegan a Belén para adorar al Rey de los judíos.
Diríamos que, desde las
primeras páginas de su Evangelio, Mateo quiere enseñarnos que Dios no se
manifiesta sólo a los creyentes, sino que también se da a conocer a los
extranjeros, a los no creyentes. El evangelista nos recuerda la universalidad
del Dios que Jesús, desde su nacimiento, nos revela. El resto de su Evangelio
confirmará esta universalidad: Jesús nunca dejará de mostrar, con sus palabras
y sus obras, con su vida e incluso con su muerte y su resurrección, que todos
se salvan por Él.
La salvación de Dios no conoce
límites. Su amor por la humanidad no conoce fronteras. «Todas las naciones,
Señor, se postrarán ante ti y proclamarán tus alabanzas», escuchamos en la
primera lectura del profeta Isaías. Y en su carta a los Efesios, de la que
leemos un fragmento en la segunda lectura, san Pablo, el apóstol de los
gentiles, dice que el misterio que se le ha revelado «es que también los
gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma
promesa en Jesucristo, por el Evangelio». Esta es la Buena Nueva. Este es
el sentido de la fiesta que celebramos hoy.
Mateo es el único evangelista
que relata este conocido episodio de los Magos. No nos da mucha información
sobre ellos. Sólo nos dice que eran Magos y que venían de Oriente, por tanto,
no eran judíos, sino paganos que tenían otros dioses.
Podríamos preguntamos: ¿por
qué son los Magos los que vienen a adorar al Hijo de Dios en nombre de todos
los pueblos del mundo?
Desconozco la respuesta a esta
pregunta, pero podemos decir que el término «magos» tiene varios significados:
puede referirse a personajes con grandes conocimientos en diversos campos, como
la astronomía y la astrología, así como a personas con gran sabiduría religiosa
y filosófica. Fue esta sabiduría la que les permitió percibir «en el lenguaje
de la estrella» un mensaje de esperanza y partir en busca de la verdad, en
busca del Dios verdadero. Solo les bastó la aparición de una misteriosa
estrella para ponerse en camino, sin saber con total certeza adónde los
llevaría.
Su camino de búsqueda fue
largo y probablemente lleno de dificultades, pero mereció valido la pena, «al
ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría»; aquellos buscadores habían
comprendido, y nosotros con ellos, que toda su ciencia y creencias no eran nada
ante este Dios único, tan poderoso en su amor por la humanidad que llega a
hacerse uno de ellos, un niño pequeño, pobre y vulnerable. Y este amor les
conmueve «y cayendo de rodillas lo adoraron». Ellos, los grandes sabios, los
magos poderosos, reconocieron en este niño frágil a la Sabiduría.
Los Magos de Oriente, como
dice Benedicto XVI en su libro La infancia de Jesús, p. 102, «son un inicio;
representan a la humanidad que se pone en camino hacia Cristo, inaugurando una
procesión que recorre toda la historia. No representan simplemente a personas
que ya han encontrado el camino que conduce a Cristo. Representan el anhelo
interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana
hacia Cristo».
Al comenzar este año 2025,
¿estamos dispuestos a encaminarnos hacia un mejor conocimiento de Cristo?, ¿Qué
estrella nos guiará hacia Él? Y, al final de nuestra búsqueda, ¿seremos lo
bastante humildes para postrarnos ante él?
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