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domingo, 5 de enero de 2025

DOMINGO 5 DE ENERO

  

“Se llenaron de inmensa alegría”

La fe supone una relación. Una relación entre el Dios que se revela y el ser humano que responde a este Dios que se da a conocer. A lo largo de la historia de la humanidad, Dios se ha ido dando a conocer, primero al pueblo de Israel y luego, en la plenitud de los tiempos, al mundo entero, por medio de su Hijo amado, el Verbo hecho carne. Esta manifestación de Dios a la humanidad, representada por los Magos venidos de tierras lejanas para adorar a Dios hecho visible en su Hijo, es la que conmemoramos en esta solemnidad de la Epifanía. 

FIESTA DE LA EPIFANIA   -   MANIFESTACION DEL SEÑOR A  LOS MAGOS

LECTURAS:

Lectura del libro de Isaías 60, 1-6 “¡Levántate y resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!...”

Salmo 71,  R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3, 2-3a. 5-6

“Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles…”

Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12 :”Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo»…”

Reflexión del Evangelio de hoy

En esta solemnidad de la Epifanía, celebramos la manifestación de Dios. Una manifestación no sólo a Israel, el pueblo elegido, sino a toda la humanidad, representada aquí por los Magos de Oriente que llegan a Belén para adorar al Rey de los judíos.

Diríamos que, desde las primeras páginas de su Evangelio, Mateo quiere enseñarnos que Dios no se manifiesta sólo a los creyentes, sino que también se da a conocer a los extranjeros, a los no creyentes. El evangelista nos recuerda la universalidad del Dios que Jesús, desde su nacimiento, nos revela. El resto de su Evangelio confirmará esta universalidad: Jesús nunca dejará de mostrar, con sus palabras y sus obras, con su vida e incluso con su muerte y su resurrección, que todos se salvan por Él.

La salvación de Dios no conoce límites. Su amor por la humanidad no conoce fronteras. «Todas las naciones, Señor, se postrarán ante ti y proclamarán tus alabanzas», escuchamos en la primera lectura del profeta Isaías. Y en su carta a los Efesios, de la que leemos un fragmento en la segunda lectura, san Pablo, el apóstol de los gentiles, dice que el misterio que se le ha revelado «es que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio».  Esta es la Buena Nueva. Este es el sentido de la fiesta que celebramos hoy.

Mateo es el único evangelista que relata este conocido episodio de los Magos. No nos da mucha información sobre ellos. Sólo nos dice que eran Magos y que venían de Oriente, por tanto, no eran judíos, sino paganos que tenían otros dioses.

Podríamos preguntamos: ¿por qué son los Magos los que vienen a adorar al Hijo de Dios en nombre de todos los pueblos del mundo?

Desconozco la respuesta a esta pregunta, pero podemos decir que el término «magos» tiene varios significados: puede referirse a personajes con grandes conocimientos en diversos campos, como la astronomía y la astrología, así como a personas con gran sabiduría religiosa y filosófica. Fue esta sabiduría la que les permitió percibir «en el lenguaje de la estrella» un mensaje de esperanza y partir en busca de la verdad, en busca del Dios verdadero. Solo les bastó la aparición de una misteriosa estrella para ponerse en camino, sin saber con total certeza adónde los llevaría.

Su camino de búsqueda fue largo y probablemente lleno de dificultades, pero mereció valido la pena, «al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría»; aquellos buscadores habían comprendido, y nosotros con ellos, que toda su ciencia y creencias no eran nada ante este Dios único, tan poderoso en su amor por la humanidad que llega a hacerse uno de ellos, un niño pequeño, pobre y vulnerable. Y este amor les conmueve «y cayendo de rodillas lo adoraron». Ellos, los grandes sabios, los magos poderosos, reconocieron en este niño frágil a la Sabiduría.

Los Magos de Oriente, como dice Benedicto XVI en su libro La infancia de Jesús, p. 102, «son un inicio; representan a la humanidad que se pone en camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. No representan simplemente a personas que ya han encontrado el camino que conduce a Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana hacia Cristo».

Al comenzar este año 2025, ¿estamos dispuestos a encaminarnos hacia un mejor conocimiento de Cristo?, ¿Qué estrella nos guiará hacia Él? Y, al final de nuestra búsqueda, ¿seremos lo bastante humildes para postrarnos ante él?

 

 

 

 

 

 

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