“Rema mar adentro”
Jesús, en este evangelio de la
pesca milagrosa, nos está expresando que quiere subirse a nuestra barca, que
quiere navegar con nosotros, para ayudarnos a echar las redes, para que
salgamos de nuestro mundo y podamos ir a otro mundo nuevo, donde lo que prime
en nuestra vida sea la fidelidad, la entrega y el servicio, siempre desde la
palabra humilde, sentida, realista, meditada desde el corazón y siguiendo el
Espíritu de Jesús que nos invita a “remad mar adentro”, e “intentarlo otra
vez”.
DOMINGO 5 DEL T. O. -
9 DE FEBRERO
LECTURAS:
Lectura del Profeta Isaías 6,
1-2a. 3-8 :”El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un
trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo….”
Salmo 137, 1-2a, 2bc-3. 4-5
7c-8 R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Lectura de la primera carta
del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 1-11
:”Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros
aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, …”
Lectura del santo Evangelio
según San Lucas 5, 1-11 :”… Cuando acabó de hablar, dijo a
Simón: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca»…
Reflexión del Evangelio de hoy
En este evangelio de la pesca
milagrosa Jesús llega donde sus discípulos, que habían estado pescando toda la
noche y no habían cogido nada, y les exhorta a que vuelvan a tirar las redes
otra vez, y ahí es donde sucede la pesca milagrosa. Los discípulos fueron
fieles a Jesús, le hicieron caso, confiaron en su palabra y volvieron a tirar
las redes.
Pero es muy fácil ser fiel
cuando todo nos va bien, mucho más complicado es ser fiel sin haber pescado
nada, en los momentos más duros de nuestra vida. Este evangelio nos llama a la
fidelidad, a la entrega y a la perseverancia.
Aunque nos parezca poco eso
que le vamos a entregar a Dios, ofrezcámoselo y Él sabrá transformarlo. Porque
ante la experiencia de la noche oscura y estéril, del esfuerzo desgastante y
sin frutos, Jesús nos propone la experiencia de navegar mar adentro, nos está
pidiendo que confiemos en Él, aunque solamente sea porque nos lo está pidiendo
Él. Es lo que hizo Pedro, que asume el protagonismo en este evangelio, y eso
porque, aunque todo el mundo sabe que nadie se pone a pescar al mediodía en el
lago, sobre todo sino ha pescado nada por la noche, Pedro confió totalmente en
Jesús y volvió a echar las redes otra vez en el lago porque se lo pidió Jesús.
Este relato prepara a los
discípulos para seguir a Jesús, porque era frecuente en la Biblia que, antes de
confiar una tarea importante a alguna persona, Dios se revelaba a través de
algún signo que manifestaba su poder. En este caso lo hizo a través de la
pesca.
El evangelio de hoy nos
sugiere tres momentos.
Jesús quiere subirse a nuestra
barca, es decir, entrar en nuestro mundo, en nuestras relaciones, en nuestra
familia, en nuestro trabajo, en lo que sabemos hacer… Quiere entrar de lleno en
nuestro mundo.
Jesús quiere que naveguemos
mar adentro y echemos las redes: Jesús quiere que naveguemos mar adentro
en la relación con él, en nuestro mundo, donde estemos acostumbrados; quiere
que naveguemos y profundicemos en la relación con Él para que transformemos
nuestra vida.
Jesús quiere hacernos
salir de nuestro mundo y llevarnos a otro mundo nuevo: “te haré pescador
de hombre”. Quiere hacernos usar todas nuestras cualidades para hacernos un
gran instrumento de Él.
Pero, ¿cómo podemos llevar a
cabo todo esto en la práctica, siguiendo el modelo y el ejemplo de Jesús?
Si nos fijamos bien, la escena
que se describe en este evangelio cambia de escenario: a diferencia de otros
evangelios donde Jesús habla en la sinagoga, este evangelio se enclava en medio
de la naturaleza. La gente escucha desde la orilla; Jesús habla desde las aguas
del lago. No está sentado en una cátedra, sino en una barca, un escenario
humilde y sencillo desde donde enseñaba a la gente sencilla, que eran los
únicos que estaban hambrientos por aprender de Él.
Y, a diferencia de otros
predicadores, Jesús no repite lo que oye a otros, no cita a ningún maestro de
la Ley, Jesús les habla desde el corazón y les pone en comunicación con Dios,
porque la gente no quiere de Él unas palabras cualesquiera, esperan unas palabras
diferentes nacidas de Dios.
Y eso es probablemente lo que
mucha gente espera hoy de nosotros los cristianos, una palabra humilde,
sentida, realista, extraída del evangelio, meditada personalmente en el corazón
y pronunciada con el Espíritu de Jesús, como dice José Antonio Pagola y no
tantos discursos, oraciones y palabras repetidas, vacías de contenido.
Al final, Jesús nos sigue
invitando a seguir confiando en Él y a que sigamos intentándolo de nuevo,
volviendo a echar las redes al lago.
Cuando nos vienen las
situaciones adversas y pensamos que no pescamos nada, qué nos ayuda a no perder
la fe y confiar en que Dios está con nosotros y eso nos da fuerza para poder
afrontar esas adversidades. ¿En qué situaciones hemos sido capaces de superarnos
o hemos podido ayudar a otros a superarse?
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