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DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
La
Iglesia: Jesús prolongado hasta el fin de los tiempos
MIqueas. 3,19-20a: «Los iluminará un sol de justicia».
Salmo 98(97): «El Señor llega para regir la tierra con
justicia»
2Tesalonisenses. 3,7-12: «Si alguno no quiere trabajar,
que tampoco coma»
San Lucas 21,5-19: «Gracias a la constancia salvarán sus
vidas»
La visión del profeta
Malaquías es sobre la retribución al fin de la vida. Si existe el mal, y lo
bueno y lo malo, y la justicia y la injusticia, y el amor y el odio, así como
la libertad para actuar, el hombre no puede escapar a la retribución. El
profeta describe lo que será el día del Señor, como una intervención
extraordinaria de Dios en la historia. Emplea metáforas y le da un carácter más
bien moral, que el bélico empleado por otros profetas. Será un día de castigo para
los injustos y para los que temen al Señor, brillará el sol de justicia con la
salvación. Perseverando en el cumplimiento de la ley, es como habrá de
esperarse tal día.
San Pablo nos habla sobré la
necesidad de trabajar. Reprende a la gente que no trabaja por pereza, porque
eso es deshumanizante. El trabajo es parte del desarrollo personal y del crecimiento
espiritual. Cosa diferente es el desempleo forzado. Esta plaga de la sociedad significa
forzar a la gente a una vida inhumana. Pablo se refiere al error de aquéllos
que estaban desorientados ante el fin de los tiempos y por ello se abandonan al
fatalismo, no trabajaban y se metían en las casas de los demás para matar su
ociosidad. Se pone como ejemplo a sí mismo, el cual teniendo derecho a una
retribución por sus servicios, prefiere trabajar para mantenerse y así sentar
el principio de que el que no trabaje que no coma. Con el trabajo común uno se
prepara para el fin de los tiempos.
Este Evangelio no es sobre
el fin de los tiempos, sino sobre la condición histórica de la Iglesia. Es
verdad que la gente preguntaba a Jesús sobre el futuro, por curiosidad: la destrucción
de Jerusalén, la destrucción del mundo antes del juicio final... La gente siempre
es curiosa sobre estas materias; la verdad es que no sabemos nada sobre el
«cuándo» y el «cómo» del fin del mundo, y Jesús no está interesado en estas
cosas. Está interesado en la salvación eterna, y por lo tanto está interesado
en el presente. Pero el Señor aprovecha sus preguntas para preparar a sus
discípulos -a ellos y a nosotros- acerca de su condición futura como Iglesia.
Jesús habla sobre persecución, sobre conflictos, sobre falsos profetas y falsas
religiones... Esa es la historia de la Iglesia en todas partes. Porque fue
también la historia de Jesús, y la Iglesia es la continuación de Cristo; de su vida
y de su misión redentora.
Las palabras de Cristo no
son, una vez más, para satisfacer nuestra curiosidad. Están dirigidas a
fortalecer nuestra fe y esperanza, y a enseñarnos a dar por supuestas las aflicciones
y pruebas de la Iglesia. «Y sepan que estoy siempre con ustedes hasta el fin
del mundo». El optimismo queda marcado en las dos sentencias finales de la
confianza y de la constancia.
Algunas preguntas para
pensar durante la semana
1. ¿Le atribuyó un sentido
religioso y cristiano a mi trabajo diario, cualquiera que sea?
2. Hoy sabemos de problemas
de la Iglesia en nuestro país y en otras partes. ¿Cuál es mi reacción habitual?
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