VIDA NUEVA
DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN
DEL SEÑOR.
Evangelio: san Mateo 21,1-11 :
”Bienvenido en el nombre del Señor”…
Hoy es Domingo de Ramos, del
que don Tomás Carrasquilla, célebre escritor colombiano, decía: “Amanece aquel
domingo con sol y cielo de gloria y venturanza; en que la Jerusalén celeste
tiende, desde lo eterno, palmas y más palmas al Redentor Divino de hombres y de
mundos”.
San Mateo nos cuenta cómo
pasaron las cosas en el primer domingo de Ramos. Hoy, de modo especial se nos
dice que los niños hebreos coreaban el hosanna, porque el que llega viene en
son de paz y de esperanza.
Bendito el que viene a
traernos la esperanza, bendito el que quiere darnos la gracia de su amor para
seguir construyendo la paz. El que viene es, según san Mateo, “el Profeta
Jesús, de Nazaret de Galilea”. Es el que viene a sembrar en el corazón de todos
la alegría de estas fiestas pascuales que, pasando por la Cruz gloriosa, la que
abre nuestra procesión, nos llevarán en ocho días a estar festejando el triunfo
de la verdad y de la esperanza. En medio de esta Iglesia, sin marcha por las
calles, caminemos por las calles del corazón. Sigamos desde la casa nuestras celebraciones a través de
los Medios de Comunicación, tan generosos y dispuestos a prestar este servicio
a las familias.
ADORAR, PROCLAMAR, VIVIR
Adorar
En la celebración de se proclama
la Pasión del evangelio de san Mateo cuando se anuncia la muerte del Señor. Un
silencio especial nos recordó que esa hora de Jesús, la de su entrega amorosa,
ha de ser contemplada con admiración y gratitud por una humanidad que siente
cómo la agonía del Maestro, su dolorosa pasión, sigue viva en el corazón de
tantos hermanos, en este tiempo de dolor y de amargura.
El Viernes diremos: tu cruz
adoramos, Señor. También ahora, tras la preciosa narración de San Mateo, la que
inspiró el genio de Bach, la que movió el corazón de los místicos, nosotros
decidimos quedarnos contemplando al Pastor que se ha inmolado. “...al nombre de
Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda
lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre”.
Proclamar
Es nuestro deber de discípulos
del Maestro que se entrega. El mundo debe conocer el misterio de la Pasión del
Señor, pero no como una tragedia contada por un cronista que nos comunica la
dolorosa jornada del primer Viernes Santo, sino como la historia de un acto de
amor sublime, insuperable, que ilumine el padecer del mundo con una luz de
esperanza. - Las enfermedades nos acosan, la depresión económica va sumiendo en
la ruina a los que antes lo tuvieron todo, la misma Iglesia sufre el dolor de
tantas cruces que hemos puesto sobre los hombros del Mártir Divino. Es allí
donde debemos proclamar la hora bendita del perdón y de la paz que Jesús nos
regala, de la compasión con la que nos mira desde la Cruz, del amor redentor
con el que se ofrece por nuestros pecados.
Vivir
San Oscar Arnulfo Romero nos
lo enseñó muy bien: “El cristianismo es una Persona que me amó tanto, que
reclama y pide mi amor. El cristianismo es Cristo». Es en ese amor en el que
debemos vivir y actuar, es en esa entrega generosa en la que debemos cifrar la
alegría con la que hemos de vivir nuestra vida de fe compartida con tantos que
sufren. Con los innumerables mártires de los tiempos presentes, con todos los
que aman de verdad.
Es la hora de hacer nuestra la
enseñanza del Papa Francisco en Querida Amazonía: “A todos los cristianos nos
une la fe en Dios, el Padre que nos da la vida y nos ama tanto. Nos une la fe
en Jesucristo, el único Redentor, que nos liberó con su bendita sangre y con su
resurrección gloriosa. Nos une el deseo de su Palabra que guía nuestros pasos.
Nos une el fuego del Espíritu que nos impulsa a la misión. Nos une el
mandamiento nuevo que Jesús nos dejó, la búsqueda de una civilización del amor,
la pasión por el Reino que el Señor nos llama a construir con Él. Nos une la
lucha por la paz y la justicia. Nos une la convicción de que no todo se termina
en esta vida, sino que estamos llamados a la fiesta celestial donde Dios secará
todas las lágrimas y recogerá lo que hicimos por los que sufren”. Sí, solo él
es la vida, sólo él, el glorioso Hijo de María, el muy glorioso y humilde salvador
del mundo. Amén.
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