Translate

Emisora Vida Nueva

Si no desea escuchar la Emisora En vivo (On-Line) pulse el botón de pausa

Vida Nueva Cali - Reproductor

jueves, 29 de febrero de 2024

JUEVES 29 DE FEBRERO

 

     Jueves 2 de Cuaresma

1ª Lectura (Jer 17,5-10): Esto dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor. Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto. Nada hay más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo conoce? Yo, el Señor, examino el corazón, sondeo el corazón de los hombres para pagar a cada cual su conducta según el fruto de sus obras».
Salmo responsorial: 1
R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.
Versículo antes del Evangelio (Lc Cf. 8,15): Bienaventurados los que con corazón bueno y muy sano retienen la palabra de Dios y dan fruto por su paciencia.
Texto del Evangelio (Lc 16,19-31): En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y un pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico pero hasta los perros venían y le lamían las llagas.

»Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’.

»Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’».

«Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite»

Rev. D. Xavier SOBREVÍA i Vidal(Sant Just Desvern, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio es una parábola que nos descubre las realidades del hombre después de la muerte. Jesús nos habla del premio o del castigo que tendremos según cómo nos hayamos comportado.

El contraste entre el rico y el pobre es muy fuerte. El lujo y la indiferencia del rico; la situación patética de Lázaro, con los perros que le lamen las úlceras (cf. Lc 16,19-21). Todo tiene un gran realismo que hace que entremos en escena.

Podemos pensar, ¿dónde estaría yo si fuera uno de los dos protagonistas de la parábola? Nuestra sociedad, constantemente, nos recuerda que hemos de vivir bien, con confort y bienestar, gozando y sin preocupaciones. Vivir para uno mismo, sin ocuparse de los demás, o preocupándonos justo lo necesario para que la conciencia quede tranquila, pero no por un sentido de justicia, amor o solidaridad.

Hoy se nos presenta la necesidad de escuchar a Dios en esta vida, de convertirnos en ella y aprovechar el tiempo que Él nos concede. Dios pide cuentas. En esta vida nos jugamos la vida.

Jesús deja clara la existencia del infierno y describe algunas de sus características: la pena que sufren los sentidos —«que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama» (Lc 16,24)— y su eternidad —«entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo» (Lc 16,26).

San Gregorio Magno nos dice que «todas estas cosas se dicen para que nadie pueda excusarse a causa de su ignorancia». Hay que despojarse del hombre viejo y ser libre para poder amar al prójimo. Hay que responder al sufrimiento de los pobres, de los enfermos, o de los abandonados. Sería bueno que recordáramos esta parábola con frecuencia para que nos haga más responsables de nuestra vida. A todos nos llega el momento de la muerte. Y hay que estar siempre preparados, porque un día seremos juzgados.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Jesús advierte acerca del peligro de los bienes de la tierra. Sin embargo, Jesús no condena de modo absoluto la posesión de los bienes terrenos: más bien, nos apremia a recordar el doble mandamiento del amor a Dios y del amor al prójimo» (San Juan Pablo II)

  • «Siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno» (Francisco)

  • «En la multitud de seres humanos sin pan, sin techo, sin patria, hay que reconocer a Lázaro, el mendigo hambriento de la parábola. En dicha multitud hay que oír a Jesús que dice: ‘Cuanto dejasteis de hacer con uno de estos, también conmigo dejasteis de hacerlo’ (Mt 25,45)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.463)

miércoles, 28 de febrero de 2024

MIERCOLES 28 DE FEBRERO

    Miércoles 2 de Cuaresma

Texto del Evangelio (Mt 20,17-28): En aquel tiempo, cuando Jesús iba subiendo a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, para burlarse de Él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará».

Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?». Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre».

Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

«El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor»

Rev. D. Francesc JORDANA i Soler(Mirasol, Barcelona, España)

Hoy, la Iglesia —inspirada por el Espíritu Santo— nos propone en este tiempo de Cuaresma un texto en el que Jesús plantea a sus discípulos —y, por lo tanto, también a nosotros— un cambio de mentalidad. Jesús hoy voltea las visiones humanas y terrenales de sus discípulos y les abre un nuevo horizonte de comprensión sobre cuál ha de ser el estilo de vida de sus seguidores.

Nuestras inclinaciones naturales nos mueven al deseo de dominar las cosas y a las personas, mandar y dar órdenes, que se haga lo que a nosotros nos gusta, que la gente nos reconozca un status, una posición. Pues bien, el camino que Jesús nos propone es el opuesto: «El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo» (Mt 20,26-27). “Servidor”, “esclavo”: ¡no podemos quedarnos en el enunciado de las palabras!; las hemos escuchado cientos de veces, hemos de ser capaces de entrar en contacto con la realidad que significan, y confrontar dicha realidad con nuestras actitudes y comportamientos.

El Concilio Vaticano II ha afirmado que «el hombre adquiere su plenitud a través del servicio y la entrega a los demás». En este caso, nos parece que damos la vida, cuando realmente la estamos encontrando. El hombre que no vive para servir no sirve para vivir. Y en esta actitud, nuestro modelo es el mismo Cristo —el hombre plenamente hombre— pues «el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20,28).

Ser servidor, ser esclavo, tal y como nos lo pide Jesús es imposible para nosotros. Queda fuera del alcance de nuestra pobre voluntad: hemos de implorar, esperar y desear intensamente que se nos concedan esos dones. La Cuaresma y sus prácticas cuaresmales —ayuno, limosna y oración— nos recuerdan que para recibir esos dones nos debemos disponer adecuadamente.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «¡Oh exuberante amor para con los hombres! Cristo fue el que recibió los clavos en sus inmaculadas manos y pies, sufriendo grandes dolores, y a mí, sin experimentar ningún dolor ni ninguna angustia, se me dio la salvación por la comunión de sus dolores» (San Cirilo de Jerusalén)

  • «Al que arriesga, el Señor no lo defrauda» (Francisco)

  • «Jesús acogió la confesión de fe de Pedro que le reconocía como el Mesías anunciándole la próxima pasión del Hijo del Hombre. Reveló el auténtico contenido de su realeza mesiánica en la identidad transcendente del Hijo del Hombre ‘que ha bajado del cielo’ (Jn 3,13) a la vez que en su misión redentora como Siervo sufriente: ‘el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos’ (Mt 20,28). Por esta razón el verdadero sentido de su realeza no se ha manifestado más que desde lo alto de la Cruz» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 440)

martes, 27 de febrero de 2024

MARTES 27 DE FEBRERO

        

       Martes 2 de Cuaresma

Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí".

»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar "Doctores", porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

«Uno solo es vuestro Maestro; (...) uno solo es vuestro Padre; (...) uno solo es vuestro Doctor»

Pbro. Gerardo GÓMEZ(Merlo, Buenos Aires, Argentina)

Hoy, con mayor razón, debemos trabajar por nuestra salvación personal y comunitaria, como dice san Pablo, con respeto y seriedad, pues «ahora es el día de la salvación» (2Cor 6,2). El tiempo cuaresmal es una oportunidad sagrada dada por nuestro Padre para que, en una actitud de profunda conversión, revitalicemos nuestros valores personales, reconozcamos nuestros errores y nos arrepintamos de nuestros pecados, de modo que nuestra vida se vaya transformando —por la acción del Espíritu Santo— en una vida más plena y madura.

Para adecuar nuestra conducta a la del Señor Jesús es fundamental un gesto de humildad, como dice el Papa Benedicto: «Que [yo] me reconozca como lo que soy, una creatura frágil, hecha de tierra, destinada a la tierra, pero además hecha a imagen de Dios y destinada a Él».

En la época de Jesús había muchos "modelos" que oraban y actuaban para ser vistos, para ser reverenciados: pura fantasía, personajes de cartón, que no podían estimular el crecimiento y la madurez de sus vecinos. Sus actitudes y conductas no mostraban el camino que conduce a Dios: «No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen» (Mt 23,3).

La sociedad actual también nos presenta una infinidad de modelos de conducta que abocan a una existencia vertiginosa, alocada, debilitando el sentido de trascendencia. No dejemos que esos falsos referentes nos hagan perder de vista al verdadero maestro: «Uno solo es vuestro Maestro; (…) uno solo es vuestro Padre; (…) uno solo es vuestro Doctor: Cristo» (Mt 23,8.9.10).

Aprovechemos la cuaresma para fortalecer nuestras convicciones como discípulos de Jesucristo. Tratemos de tener momentos sagrados de "desierto" donde nos reencontremos con nosotros mismos y con el verdadero modelo y maestro. Y frente a las situaciones concretas en las que muchas veces no sabemos cómo reaccionar podríamos preguntarnos: ¿qué diría Jesús?, ¿cómo actuaría Jesús?

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Es mejor callar y obrar que hablar y no obrar. Buena cosa es enseñar, si el que enseña también obra» (San Ignacio de Antioquía)

  • «Hoy más que nunca, la Iglesia es consciente de que su mensaje social se hará creíble por el testimonio de las obras, antes que por su coherencia y lógica interna» (San Juan Pablo II)

  • «El escándalo adquiere una gravedad particular según la autoridad de quienes lo causan o de la debilidad de quienes lo padecen (…). El escándalo es grave cuando es causado por quienes, por naturaleza o por función, están obligados a enseñar y educar a los otros. Jesús, en efecto, lo reprocha a los escribas y fariseos: los compara a lobos disfrazados de corderos (cfr. Mt 7,15)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.28

lunes, 26 de febrero de 2024

LUNES 26 DE FEBRERO

    

         Lunes 2 de Cuaresma

Texto del Evangelio (Lc 6,36-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».

«Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo»

Fr. Zacharias MATTAM SDB(Bangalore, India)

Hoy, ¿cómo debe actuar un cristiano ante sus hermanos y hermanas? Pues mostrando hacia ellos la misma misericordia y amabilidad del Padre celestial: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo» (Lc 6,36). Jesús dijo, «Yo no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo» (Jn 12,47). Jesucristo ni siquiera juzgó a sus propios verdugos. Al contrario, Él pensó bien de ellos excusándolos y rezando por ellos: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Como discípulos suyos, estamos invitados a ser como el Maestro.

Jesús dice en el Evangelio de Mateo: «No juzguéis para no ser juzgados. ¿Por qué te fijas en la mota del ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en el tuyo?» (Mt 7,1.3). La viga es el “no-amor”, el “orgullo” y el “resentimiento” en nuestro corazón. Estos vicios son como una viga que nos impide considerar la falta de nuestro hermano desde su propia perspectiva, lo cual es más serio que la misma falta (a fin de cuentas, ¡una mota!), y por tanto aquellas actitudes son lo que debiera ser removido en primer lugar. Sólo con el amor podemos realmente corregir al otro, teniendo en cuenta que «el amor todo lo excusa» (1Cor 13,7).

Cuando Cristo dice «no juzguéis» no está prohibiendo el ejercicio de nuestra capacidad de discernimiento, ni tampoco se dice que tengamos que aprobar todo lo que hace nuestro hermano. Lo que Él prohíbe es atribuir una intención mala a la persona que actúa de esa manera. Solamente Dios conoce qué hay en el corazón de la persona. «El hombre mira las apariencias pero el Señor mira el corazón» (1Sam 16,7). Por tanto, juzgar es una prerrogativa de Dios, prerrogativa que nosotros le usurpamos cuando juzgamos a nuestro hermano.

Lo importante en el Cristianismo es el amor: «Como yo os he amado, amaos también unos a otros» (Jn 13,34). Este amor es derramado en nuestros corazones a través del Espíritu Santo (cf. Rom 5,5). En la Eucaristía, Cristo nos entrega Su Corazón como un don y así nosotros podemos amar a cada uno con Su Corazón y ser misericordiosos tal como el Padre del Cielo es misericordioso.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «A mí Dios me ha dado su misericordia infinita, ¡y a través de ella contemplo y adoro las demás perfecciones divinas…! Entonces todas se me presentan radiantes de amor; incluso la justicia (y quizá ésta más aún que todas las demás) me parece revestida de amor» (Santa Teresa de Lisieux)

  • «Dios no puede simplemente ignorar toda la desobediencia de los hombres, todo el mal de la historia: no puede tratarlo como algo irrelevante e insignificante. Esta especie de “misericordia” y “perdón incondicional” sería una “gracia a bajo precio”. ‘Si somos infieles, Él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo’ (cf. 2Tm 2,13)» (Benedicto XVI)

  • «Este desbordamiento de misericordia no puede penetrar en nuestro corazón mientras no hayamos perdonado a los que nos han ofendido. El Amor, como el Cuerpo de Cristo, es indivisible; no podemos amar a Dios a quien no vemos, si no amamos al hermano, a la hermana a quien vemos (cf. 1Jn 4,20). Al negarse a perdonar a nuestros hermanos y hermanas, el corazón se cierra, su dureza lo hace impermeable al amor misericordioso del Padre; en la confesión del propio pecado, el corazón se abre a su gracia» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.840)

sábado, 24 de febrero de 2024

DOMINGO 25 DE FEBRERO

 

         

“Se transfiguró delante de ellos…”

Seguimos caminando por la cuaresma y lo hacemos acompañados por Marcos y por el relato de la transfiguración del Señor. Quien haya podido visitar Tierra Santa y haya podido acercarse al monte Tabor, se habrá encontrado con un paraje que invita al encuentro con Dios y con una basílica en la que están muy presentes esas dos figuras que son centrales en este relato, me refiero a Moisés y Elías.

El encuentro de Jesús con Elías y Moisés, en este segundo domingo de cuaresma, nos invita a mirar a Jesús como el Hijo de Dios, como aquel que trae la ley definitiva y es lugar de encuentro de Dios con el ser humano. Nos invita, igualmente, a hacer presente a Dios con nuestra vida, denunciando todo los que nos separa de Él y de los demás y anunciando caminos de vida y dignidad.

Por este motivo, como Pedro, Santiago y Juan, nosotros tampoco podemos quedarnos arriba en el monte. Estamos llamados a bajar del mismo, y a comprometernos en el mundo en el que estamos y en la sociedad en la que vivimos por medio del anuncio del Evangelio y del compromiso por la justicia y la paz, tanto con la palabra como con la vida.

LECTURAS:

2 Domingo de Cuaresma   -   25 de febrero

Lectura del libro del Génesis 22, 1-2. 9-13. 15-18:”En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán…”

Salmo 115,  R./ Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 31b-4:”Hermanos:Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él?...”

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 2-10 : “En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos..-“

 

Reflexión del Evangelio de hoy

Hoy, en este segundo domingo de cuaresma, en el que se nos llama a convertirnos y a creer en el evangelio, se nos ofrece el relato de la transfiguración del Señor para que lo meditemos, lo oremos y nos dejemos convertir por él.

En este relato de la transfiguración hay un reconocimiento de Jesús como hijo de Dios y una invitación a escucharle: “Este es mi hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo.” Jesús no es sólo una buena persona o un modelo para nosotros. Jesús para nosotros lo es todo: es el Hijo de Dios, es nuestra referencia, quien llena de sentido nuestra vida; es en quien decimos creer y a quien decidimos seguir.

Y, por este motivo, estamos llamados a volver nuestra mirada y nuestro corazón a Él, a su Palabra, a su Evangelio. Pero este reconocimiento, esta confesión de fe, la escuchamos en varios momentos en el evangelio. ¿Qué hay hoy de diferente? Hoy esta confesión nos llega acompañada de dos figuras, Elías y Moisés. Y esto no es baladí, esto nos quiere decir algo.

La figura de Moisés para el pueblo de Israel es muy importante porque él es quien les entrega la ley de parte de Dios y para ellos la ley es un medio para mantenerse unidos a Yahvé, para cuidar la alianza, el pacto, entre Él y el pueblo. Pero no solo es quien les entrega la ley, también es aquel instrumento de Dios que les trajo la liberación, que les dio la libertad.

No podemos separar estos dos aspectos: ley y libertad. Están íntimamente unidos. Toda ley tiene que servir para cuidar y proteger la libertad del ser humano, hombre y mujer. La ley que no libera no es buena ley, la ley que oprime tiene que ser denunciada, tiene que ser eliminada. Hoy día, en el mundo, hay muchas leyes que siguen oprimiendo al ser humano, que le quitan su libertad, que son un obstáculo para el cuidado de su dignidad. Y ante esto, no podemos callar, no debemos callar. No olvidemos que el silencio es cómplice, que quien calla otorga.

Por esto quiero que nos fijemos en la otra figura que aparece, Elías. Este fue un profeta hebreo que vivió en el siglo IX antes de Cristo. Los profetas hacían presente a Dios en medio del pueblo, anunciaban su palabra y daban testimonio de él. Los profetas también denunciaban todas aquellas situaciones y acciones que separaban al pueblo de Dios y que dañaban a los que Yahvé amaba. Pero no se quedaban en la denuncia, llamaban a la conversión e indicaban los caminos por los que llegar a ella, a dicha conversión.

Esto hoy nos tiene que llevar a pensar si verdaderamente estamos siendo fieles al Dios de Jesús cuando no denunciamos o nos callamos ante conductas como las siguientes: no estar dispuestos a caminar con las personas que piensan diferente o que tienen otra manera de ver las cosas, cerrar las puertas a las personas migrantes o dejarlas en el limbo por falta de papeles, invisibilizar a las personas sin hogar cuando pasamos por su lado como si no hubiera nadie, etc.

Jesús, es aquel que nos entrega la ley definitiva, aquel que nos trae la libertad plena, aquel profeta definitivo que es presencia de Dios porque es Dios mismo. Jesús denunció todo lo que denigraba al ser humano, mujer y hombre; y Jesús anunció la vida levantando a quien estaba caído.

Así se acercó a las mujeres que eran consideradas impuras para dignificarlas, como sucedió en la curación de la mujer que padecía flujos de sangre o no dudó en acercarse, igualmente, a los leprosos, sanándolos y dándoles un sitio en la sociedad de la cual habían sido marginados. Puso, también, a un samaritano, considerado hereje por los judíos, como ejemplo de compasión para con el prójimo. Como se nos dice en uno de los prefacios: “se acerca a todo hombre y a toda mujer que sufre en su cuerpo o en su espíritu y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza”.

Todos estos gestos de Jesús nos encaminan hacia esa nueva humanidad que ya se ha hecho realidad en Él: esa nueva humanidad que estos tres discípulos de Jesús ya gustaron, en cierta medida y en la cual hubieran querido permanecer. Pero no es posible, hay que volver a la vida cotidiana, al día a día, para anunciar con la palabra y con la vida esa nueva humanidad haciéndose semilla del Reino. Jesús les invita y nos invita a bajar al valle, a la vida normal, a vivir el evangelio con los hermanos y hermanas y a hacerlo vida en nuestra propia vida.

Y aquí llega lo que, a ninguno, en muchas ocasiones, nos gusta oír: para llegar a esa humanidad nueva, que ya se ha hecho presente en Jesucristo, hemos de pasar por la pasión, por la entrega, como tuvo que pasar Jesús, que entregó su vida en la cruz por fidelidad al Padre y al ser humano: fidelidad, porque pasó por la vida haciendo el bien y curando o liberando a los oprimidos por el mal; fidelidad porque entregó su propia vida para que todos tuvieran vida y la tuvieran en abundancia.

Hoy a nosotros también se nos invita a ser fieles a Dios y al ser humano practicando las obras de misericordia, siendo instrumentos de comunión y reconciliación en medio de una sociedad fragmentada y dividida, trabajando por la justicia y la paz en un mundo tan castigado por la injusticia y las múltiples violencias, entre ellas la de las guerras…

 

 

 

 

 

SABADO 24 DE FEBRERO

 

          Sábado 1 de Cuaresma

Texto del Evangelio (Mt 5,43-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».

«Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan»

Rev. D. Joan COSTA i Bou(Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos exhorta al amor más perfecto. Amar es querer el bien del otro y en esto se basa nuestra realización personal. No amamos para buscar nuestro bien, sino por el bien del amado, y haciéndolo así crecemos como personas. El ser humano, afirmó el Concilio Vaticano II, «no puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás». A esto se refería santa Teresa del Niño Jesús cuando pedía hacer de nuestra vida un holocausto. El amor es la vocación humana. Todo nuestro comportamiento, para ser verdaderamente humano, debe manifestar la realidad de nuestro ser, realizando la vocación al amor. Como ha escrito San Juan Pablo II, «el hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente».

El amor tiene su fundamento y su plenitud en el amor de Dios en Cristo. La persona es invitada a un diálogo con Dios. Uno existe por el amor de Dios que lo creó, y por el amor de Dios que lo conserva, «y sólo puede decirse que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente este amor y se confía totalmente a su Creador» (Concilio Vaticano II): ésta es la razón más alta de su dignidad. El amor humano debe, por tanto, ser custodiado por el Amor divino, que es su fuente, en él encuentra su modelo y lo lleva a plenitud. Por todo esto, el amor, cuando es verdaderamente humano, ama con el corazón de Dios y abraza incluso a los enemigos. Si no es así, uno no ama de verdad. De aquí que la exigencia del don sincero de uno mismo devenga un precepto divino: «Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt 5,48).

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «¡Oh Señor mío, qué bueno sois!» (Santa Teresa de Jesús)

  • «Amar a nuestros enemigos, a quienes nos persiguen y nos hacen sufrir es difícil; ni siquiera es un "buen negocio" porque nos empobrece. Sin embargo, este es el camino indicado y recorrido por Jesús para nuestra salvación» (Francisco)

  • «Cristo murió por amor a nosotros cuando éramos todavía enemigos. El Señor nos pide que amemos como Él hasta nuestros enemigos, que nos hagamos prójimos del más lejano, que amemos a los niños y a los pobres como a Él mismo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.825)

viernes, 23 de febrero de 2024

VIERNES 23 DEFEBRERO

     Viernes 1 de Cuaresma

Texto del Evangelio (Mt 5,20-26): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego.

»Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».

«Deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano»

Fr. Thomas LANE(Emmitsburg, Maryland, Estados Unidos)

Hoy, el Señor, al hablarnos de lo que ocurre en nuestros corazones, nos incita a convertirnos. El mandamiento dice «No matarás» (Mt 5,21), pero Jesús nos recuerda que existen otras formas de privar de la vida a los demás. Podemos privar de la vida a los demás abrigando en nuestro corazón una ira excesiva hacia ellos, o al no tratarlos con respeto e insultarlos («imbécil»; «renegado»: cf. Mt 5,22).

El Señor nos llama a ser personas íntegras: «Deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano» (Mt 5,24), es decir, la fe que profesamos cuando celebramos la Liturgia debería influir en nuestra vida cotidiana y afectar a nuestra conducta. Por ello, Jesús nos pide que nos reconciliemos con nuestros enemigos. Un primer paso en el camino hacia la reconciliación es rogar por nuestros enemigos, como Jesús solicita. Si se nos hace difícil, entonces, sería bueno recordar y revivir en nuestra imaginación a Jesucristo muriendo por aquellos que nos disgustan. Si hemos sido seriamente dañados por otros, roguemos para que cicatrice el doloroso recuerdo y para conseguir la gracia de poder perdonar. Y, a la vez que rogamos, pidamos al Señor que retroceda con nosotros en el tiempo y lugar de la herida —reemplazándola con su amor— para que así seamos libres para poder perdonar.

En palabras de Benedicto XVI, «si queremos presentarnos ante Él, también debemos ponernos en camino para ir al encuentro unos de otros. Por eso, es necesario aprender la gran lección del perdón: no dejar que se insinúe en el corazón la polilla del resentimiento, sino abrir el corazón a la magnanimidad de la escucha del otro, abrir el corazón a la comprensión, a la posible aceptación de sus disculpas y al generoso ofrecimiento de las propias».

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Nada nos asemeja más a Dios que el estar siempre dispuestos a perdonar» (San Juan Crisóstomo)

  • «Que el Señor, en esta Cuaresma, nos dé la gracia de aprender a acusarnos a nosotros mismos, cada uno en su soledad, orando así: —Ten piedad de mí, Señor, ayúdame a avergonzarme y dame misericordia, así podré ser misericordioso con los demás» (Francisco)

  • «Ya en el Sermón de la Montaña, Jesús insiste en la conversión del corazón: la reconciliación con el hermano antes de presentar una ofrenda sobre el altar, el amor a los enemigos y la oración por los perseguidores, (…) perdonar desde el fondo del corazón al orar, la pureza del corazón y la búsqueda del Reino. Esta conversión está toda ella polarizada hacia el Padre, es filial» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.608)

jueves, 22 de febrero de 2024

JUEVES 22 DE FEBRERO

 

        22 de febrero: La Cátedra de san Pedro, apóstol

1ª Lectura (1Pe 5,1-4): Queridos hermanos: A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.
Salmo responsorial: 22
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara, mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Versículo antes del Evangelio (Mt 16,18): Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella.
Texto del Evangelio (Mt 16,13-19): En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».

Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

«Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy celebramos la Cátedra de san Pedro. Desde el siglo IV, con esta celebración se quiere destacar el hecho de que —como un don de Jesucristo para nosotros— el edificio de su Iglesia se apoya sobre el Príncipe de los Apóstoles, quien goza de una ayuda divina peculiar para realizar esa misión. Así lo manifestó el Señor en Cesarea de Filipo: «Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). En efecto, «es escogido sólo Pedro para ser antepuesto a la vocación de todas las naciones, a todos los Apóstoles y a todos los padres de la Iglesia» (San León Magno).

Desde su inicio, la Iglesia se ha beneficiado del ministerio petrino de manera que san Pedro y sus sucesores han presidido la caridad, han sido fuente de unidad y, muy especialmente, han tenido la misión de confirmar en la verdad a sus hermanos.

Jesús, una vez resucitado, confirmó esta misión a Simón Pedro. Él, que profundamente arrepentido ya había llorado su triple negación ante Jesús, ahora hace una triple manifestación de amor: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn 21,17). Entonces, el Apóstol vio con consuelo cómo Jesucristo no se desdijo de él y, por tres veces, lo confirmó en el ministerio que antes le había sido anunciado: «Apacienta mis ovejas» (Jn 21,16.17).

Esta potestad no es por mérito propio, como tampoco lo fue la declaración de fe de Simón en Cesarea: «No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mt 16,17). Sí, se trata de una autoridad con potestad suprema recibida para servir. Es por esto que el Romano Pontífice, cuando firma sus escritos, lo hace con el siguiente título honorífico: Servus servorum Dei.

Se trata, por tanto, de un poder para servir la causa de la unidad fundamentada sobre la verdad. Hagamos el propósito de rezar por el Sucesor de Pedro, de prestar atento obsequio a sus palabras y de agradecer a Dios este gran regalo.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Estamos con el Papa, porque estando con él, se está con Dios» (Santo Tomás Moro)

  • «Pedro, para todos los tiempos, debe ser el custodio de la comunión con Cristo. La responsabilidad de Pedro consiste en garantizar la comunión con Cristo con la caridad de Cristo, guiando a la realización de esta caridad en la vida diaria» (Benedicto XVI)

  • «Cuando san Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que esta revelación no le ha venido ‘de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos’ (Mt 16,17). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 153)

Lun
Mar
Mié
Jue
Vie
Sáb
Dom

Vida Nueva - Radio