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Emisora Vida Nueva

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Vida Nueva Cali - Reproductor

jueves, 30 de septiembre de 2021

JUEVES 30 DE SEPTIEMBRE



 
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Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Jueves 26 del tiempo ordinario

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 10,1-12): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.

»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’.

»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».

Comentario:Rev. D. Ignasi NAVARRI i Benet (La Seu d'Urgell, Lleida, España)

«Rogad (...) al dueño de la mies que envíe obreros a su mies»

Hoy Jesús nos habla de la misión apostólica. Aunque «designó a otros setenta y dos, y los envió» (Lc 10,1), la proclamación del Evangelio es una tarea «que no podrá ser delegada a unos pocos “especialistas”» (San Juan Pablo II): todos estamos llamados a esta tarea y todos nos hemos de sentir responsables de ella. Cada uno desde su lugar y condición. El día del Bautismo se nos dijo: «Eres Sacerdote, Profeta y Rey para la vida eterna». Hoy, más que nunca, nuestro mundo necesita del testimonio de los seguidores de Cristo.

«La mies es mucha, y los obreros pocos» (Lc 10,2): es interesante este sentido positivo de la misión, pues el texto no dice «hay mucho que sembrar y pocos obreros». Quizá hoy debiéramos hablar en estos términos, dado el gran desconocimiento de Jesucristo y de su Iglesia en nuestra sociedad. Una mirada esperanzada de la misión engendra optimismo e ilusión. No nos dejemos abatir por el pesimismo y por la desesperanza.

De entrada, la misión que nos espera es, a la vez, apasionante y difícil. El anuncio de la Verdad y de la Vida, nuestra misión, no puede ni ha de pretender forzar la adhesión, sino suscitar una libre adhesión. Las ideas se proponen, no se imponen, nos recuerda el Papa.

«No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias...» (Lc 10,4): la única fuerza del misionero ha de ser Cristo. Y, para que Él llene toda su vida, es necesario que el evangelizador se vacíe totalmente de aquello que no es Cristo. La pobreza evangélica es el gran requisito y, a la vez, el testimonio más creíble que el apóstol puede dar, aparte de que sólo este desprendimiento nos puede hacer libres.

El misionero anuncia la paz. Es portador de paz porque lleva a Cristo, el “Príncipe de la Paz”. Por esto, «en la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros» (Lc 10,5-6). Nuestro mundo, nuestras familias, nuestro yo personal, tienen necesidad de Paz. Nuestra misión es urgente y apasionante.

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miércoles, 29 de septiembre de 2021

MIERCOLES 29 DE SEPTIEMBRE


 
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Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: 29 de Septiembre: Los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Jn 1,47-51): En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Comentario:+ Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I. (Città del Vaticano, Vaticano)

«Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre»

Hoy, en la fiesta de los Santos Arcángeles, Jesús manifiesta a sus Apóstoles y a todos la presencia de sus ángeles y la relación que con Él tienen. Los ángeles están en la gloria celestial, donde alaban perennemente al Hijo del hombre, que es el Hijo de Dios. Lo rodean y están a su servicio.

«Subir y bajar» nos recuerda el episodio del sueño del Patriarca Jacob, quien dormido sobre una piedra durante su viaje a la tierra de origen de su familia (Mesopotamia), ve a los ángeles que “bajan y suben” por una misteriosa escalera que une el cielo y la tierra, mientras Dios mismo está de pié junto a él y le comunica su mensaje. Notemos la relación entre la comunicación divina y la presencia activa de los ángeles.

Así, Gabriel, Miguel y Rafael aparecen en la Biblia como presentes en las vicisitudes terrenas y llevando a los hombres —como nos dice san Gregorio el Grande— las comunicaciones, mediante su presencia y sus mismas acciones, que cambian decisivamente nuestras vidas. Se llaman, precisamente, “arcángeles”, es decir, príncipes de los ángeles, porque son enviados para las más grandes misiones.

Gabriel fue enviado para anunciar a María Santísima la concepción virginal del Hijo de Dios, que es el principio de nuestra redención (cf. Lc 1). Miguel lucha contra los ángeles rebeldes y los expulsa del cielo (cf. Ap 12). Nos anuncia, así, el misterio de la justicia divina, que también se ejerció en sus ángeles cuando se rebelaron, y nos da la seguridad de su victoria y la nuestra sobre el mal. Rafael acompaña a Tobías “junior”, lo defiende y lo aconseja y cura finalmente al padre Tobit (cf. Tob). Por esta vía, nos anuncia la presencia de los ángeles junto a cada uno de nosotros: el ángel que llamamos de la Guarda.

Aprendamos de esta celebración de los arcángeles que “suben y bajan” sobre el Hijo del hombre, que sirven a Dios, pero le sirven en beneficio nuestro. Dan gloria a la Trinidad Santísima, y lo hacen también sirviéndonos a nosotros. Y, en consecuencia, veamos qué devoción les debemos y cuánta gratitud al Padre que los envía para nuestro bien.

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martes, 28 de septiembre de 2021

MARTES 28 DE SEPTEIMBRE

 

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Martes 26 del tiempo ordinario

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 9,51-56): Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.

Comentario:Rev. D. Félix LÓPEZ SHM (Alcalá de Henares, España)

«Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén»

Hoy, el Evangelio nos ofrece dos puntos principales para la reflexión personal. En primer lugar, nos dice que «cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén» (Lc 9,51). El verbo que usa san Lucas significa “completar”, “consumar”; Jesús lleva a plenitud el tiempo marcado por el Padre para completar su misión salvífica mediante la crucifixión, muerte y resurrección. Después va a ser glorificado, “llevado al cielo”. Ante esta perspectiva, Jesucristo «tomó la decisión de subir a Jerusalén», es decir la firme decisión de amar al Padre realizando su voluntad redentora. Jesús muere en la cruz diciendo: «Todo está cumplido» (Jn 19,30). El Señor ha vivido para cumplir la voluntad del Padre, y ha mantenido esa actitud de fidelidad hasta la muerte.

Así debemos vivir también nosotros aunque experimentemos en el camino hacia Dios la oposición o el rechazo, el desprecio o la marginación por ser fieles al Señor. Dice el Papa Francisco: «El verdadero progreso de la vida espiritual no consiste en multiplicar los éxtasis, sino en ser capaces de perseverar en los tiempos difíciles: camina, camina, camina; si estás cansado detente un poco y luego vuelve a caminar, con perseverancia».

En segundo lugar, ante el rechazo de los samaritanos, Santiago y Juan quieren hacer descender fuego del cielo (cf. Lc 9,54). El Señor les reprende por su celo indiscreto. Debemos recordar la paciencia que Dios tiene con nosotros, y ser pacientes con nuestros hermanos en su camino hacia Dios, aunque no respondan inmediatamente a su gracia. Dios quiere que todos los hombres se salven y ha entregado a su Hijo único en la cruz por todos. Dios agota todas las posibilidades de acercarse a cada hombre, y espera con paciencia divina el momento en el que cada corazón se abre a su Misericordia.

sábado, 25 de septiembre de 2021

DOMINGO 26 DE SEPTIEMBRE

 

Acoger a los pequeños y marginados

Ninguno es el dueño de Jesús

El Reino de Dios está abierto a todos los hombres y mujeres del mundo y de la historia. En él no caben discriminaciones ni rechazos. La alegría de Dios está en que todos atiendan el llamado que él les hace, acepten entrar sin condiciones en la morada que les ofrece, asuman cordialmente las exigencias del Reino y caminen fraternamente unidos hacia la meta final. - En la vida se dan numerosos escándalos. Todos podemos ser protagonistas de los mismos. Celebrar la Eucaristía implica siempre un deseo de superarlos. Que al reunimos hoy sepamos acogernos con amor fraternal, dispuestos a escuchar la Palabra del Señor y a celebrar su Pascua con sinceridad. (Domingo 26 del tiempo ordinario)

LECTURAS:

Números 11, 25-29: «Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta...»

Salmo 19(18): «Los mandatos del Señor alegran el corazón»

Carta de Santiago 5, 1-6: «Los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor Dios todopoderoso»

San Marcos 9,38-43.45.47-48: «No hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí»

Sin monopolio de la salvación

¿Qué significa: «Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor» ? La Iglesia y los católicos no tienen el monopolio de las buenas obras, tampoco somos nosotros los únicos que promovemos los valores del Reino de Dios en la sociedad. Personas pertenecientes a otras religiones, o simplemente personas de buena voluntad, hacen y han hecho contribuciones con respecto a la liberación humana, paz, justicia, derechos humanos, solidaridad, disciplina contemplativa, y otras. - No debemos ponernos envidiosos, sino estar contentos de esto. A pesar de que sabemos que la Iglesia es el «hogar» del Espíritu Santo y de los sacramentos del Reino de Dios, sabemos también que el Espíritu hace sus buenas obras en todas partes, también fuera de la Iglesia. El rol de los cristianos no es monopolizar, sino anunciar las cosas buenas que suceden en todos lados.

Verdadera sabiduría

Para un cristiano el ideal no puede constituirlo el dinero, sino el hombre en quien Dios vive. Tampoco puede ser la posesión de bienes (propiedad privada mal entendida), sino la comunicación de los mismos  La Palabra de Dios, en este Domingo, nos apremia a evitar el escándalo. El ejemplo que Cristo nos dio es el que nosotros debemos dar a los demás. Sin embargo, a veces, nuestra vida y nuestras obras están muy lejos de las de Cristo. Tampoco faltan los escándalos más o menos patentes entre nosotros. - Y la cultura abortista que quiere esclavizarnos no tiene reparos en querer eliminar a los niños impidiéndoles el derecho de nacer y el derecho fundamental a la vida, dizque en defensa del «derecho "fundamental"» (¿?) de la mujer sobre su cuerpo»... El «derecho de nacer», que sí es fundamental, se desconoce olímpicamente, y, sin embargo, se quiere defender el «derecho de morir».

Hay una diferencia abismal entre la sabiduría que ofrece el Maestro de Galilea y la mentalidad con que interpretan la ley los magistrados de las «altas cortes». Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños Varias veces Jesús insiste en la acogida que hay que dar a los pequeños. «Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mí»  Quien da un vaso de agua a uno de estos pequeños no perderá su recompensa. Pide no despreciar a los pequeños. Y en el juicio final los justos serán recibidos porque dieron de comer «a uno de estos más pequeños».

Si Jesús insiste tanto en la acogida, es porque muchos pequeños de hecho no eran acogidos. En efecto, mujeres y niños no contaban, eran despreciados y obligados al silencio. Incluso los apóstoles impedían que se acercasen a Jesús. En nombre de la ley de Dios, mal interpretada por las autoridades religiosas, muchas personas buenas eran marginadas. En vez de acoger a los marginados, la ley se usaba para legitimar la exclusión.

En los evangelios la expresión «pequeños» (en griego se dice «mikroi»,

«elachistoi», o «nepioi») a veces indica «los niños», otras veces indica sectores excluidos de la sociedad... Además, no siempre es fácil distinguir lo que viene del tiempo de Jesús y lo que viene del tiempo de las comunidades para las cuales se escribieron los evangelios. Pero, sea lo que sea, lo que está claro es el contexto de exclusión vigente de la época, y la imagen que las primeras comunidades tenían de Jesús: Jesús se pone de parte de los pequeños y asume su defensa. Llama la atención lo que Jesús hace en defensa de la vida de los niños, de los pequeños.

Nuestro compromiso hoy

Es bueno que nos interroguemos sobre nuestra capacidad de acoger y ser acogidos en el seno de la Comunidad Cristiana en que vivimos: familia, trabajo, parroquia, barrio, movimientos a que pertenecemos, incluso las Comunidades religiosas. Es posible que llevemos en el fondo del corazón una actitud que nos aleja de los demás, que nos hace ser recelosos y desconfiados. Quizás de entrada desconocemos a los demás y los descalificamos. - En un canto conocido hay un verso revelador: Tal vez no era de los nuestros... Grupos cristianos cerrados no tienen la plena dimensión evangélica que es sin fronteras.

Son nuestros egoísmos y prejuicios los que levantan barricadas y marginaciones. No las dejemos levantar. Y derribemos las que existen. ¿Qué decimos nosotros? Las recomendaciones que nos ha dado el Señor en el Evangelio de este Domingo tienen mucha actualidad hoy. En muchas personas que pertenecen a la Iglesia católica existe la tendencia antiecuménica de encerrarse en sí mismas, como si nosotros fuésemos cristianos mejores que los otros.

En el mundo de hoy, dominado por el sistema neoliberal, existe el desprecio por los pequeños, y de hecho aumenta por todas partes la pobreza, el hambre y el número de prófugos y de abandonados. Falta entre nosotros los cristianos el compromiso de vivir el Evangelio. Pero si nosotros, millones de cristianos, viviésemos realmente el Evangelio, el mundo no estaría como está.

Para orar y vivir la Palabra:

«La ley del Señor es descanso del alma».  Tu ley es tu voluntad. Es el deseo tuyo de querer armonizar al hombre por dentro. Es la expresión de tu amor. Por eso tu ley no pesa, ni agobia, ni anula. No está fuera, sino dentro de cada una de las personas. Desde ahí sugiere, impulsa, moviliza todas las fuerzas hacia el bien. Tu ley es un «tesoro», es decir, lo más preciado, lo más valioso de la vida. Tu ley es una «joya», es decir, lo más lindo, lo más bello de la vida.

«La palabra insonora de la Creación es como el eco de un canto silencioso que brota de la profundidad de la divinidad. Canto del Verbo en el seno del Padre y que no es otro que el Espíritu Santo». (S. Bernardo)


viernes, 24 de septiembre de 2021

VIERNES 24 DES SEPTIEMBRE

 

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Viernes 25 del tiempo ordinario

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 9,18-22): Sucedió que mientras Jesús estaba orando a solas, se hallaban con Él los discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado». Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro le contestó: «El Cristo de Dios». Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día».

Comentario:Rev. D. Pere OLIVA i March (Sant Feliu de Torelló, Barcelona, España)

«¿Quién dice la gente que soy yo? (…) Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Hoy, en el Evangelio, hay dos interrogantes que el mismo Maestro formula a todos. El primer interrogante pide una respuesta estadística, aproximada: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (Lc 9,18). Hace que nos giremos alrededor y contemplemos cómo resuelven la cuestión los otros: los vecinos, los compañeros de trabajo, los amigos, los familiares más cercanos... Miramos al entorno y nos sentimos más o menos responsables o cercanos —depende de los casos— de algunas de estas respuestas que formulan quienes tienen que ver con nosotros y con nuestro ámbito, “la gente”... Y la respuesta nos dice mucho, nos informa, nos sitúa y hace que nos percatemos de aquello que desean, necesitan, buscan los que viven a nuestro lado. Nos ayuda a sintonizar, a descubrir un punto de encuentro con el otro para ir más allá...

Hay una segunda interrogación que pide por nosotros: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Lc 9,20). Es una cuestión fundamental que llama a la puerta, que mendiga a cada uno de nosotros: una adhesión o un rechazo; una veneración o una indiferencia; caminar con Él y en Él o finalizar en un acercamiento de simple simpatía... Esta cuestión es delicada, es determinante porque nos afecta. ¿Qué dicen nuestros labios y nuestras actitudes? ¿Queremos ser fieles a Aquel que es y da sentido a nuestro ser? ¿Hay en nosotros una sincera disposición a seguirlo en los caminos de la vida? ¿Estamos dispuestos a acompañarlo a la Jerusalén de la cruz y de la gloria?

«Es un camino de cruz y resurrección (...). La cruz es exaltación de Cristo. Lo dijo Él mismo: ‘Cuando sea levantado, atraeré a todos hacia mí’. (...) La cruz, pues, es gloria y exaltación de Cristo» (San Andrés de Creta). ¿Dispuestos para avanzar hacia Jerusalén? Solamente con Él y en Él, ¿verdad?

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jueves, 23 de septiembre de 2021

JUEVES 23 DE SEPTIEMBRE

 

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Jueves 25 del tiempo ordinario

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 9,7-9): En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?». Y buscaba verle.

Comentario:Rev. P. Jorge R. BURGOS Rivera SBD (Cataño, Puerto Rico)

«Buscaba verle»

Hoy el texto del Evangelio nos dice que Herodes quería ver a Jesús (cf. Lc 9,9). Ese deseo de ver a Jesús le nace de la curiosidad. Se hablaba mucho de Jesús por los milagros que iba realizando a su paso. Muchas personas hablaban de Él. La actuación de Jesús trajo a la memoria del pueblo diversas figuras de profetas: Elías, Juan el Bautista, etc. Pero, al ser simple curiosidad, este deseo no trasciende. Tal es el hecho que cuando Herodes le ve no le causa mayor impresión (cf. Lc 23,8-11). Su deseo se desvanece al verlo cara a cara, porque Jesús se niega a responder a sus preguntas. Este silencio de Jesús delata a Herodes como corrupto y depravado.

Nosotros, al igual que Herodes, seguramente hemos sentido, alguna vez, el deseo de ver a Jesús. Pero ya no contamos con el Jesús de carne y hueso como en tiempos de Herodes, sin embargo contamos con otras presencias de Jesús. Te quiero resaltar dos de ellas.

En primer lugar, la tradición de la Iglesia ha hecho de los jueves un día por excelencia para ver a Jesús en la Eucaristía. Son muchos los lugares donde hoy está expuesto Jesús-Eucaristía. «La adoración eucarística es una forma esencial de estar con el Señor. En la sagrada custodia está presente el verdadero tesoro, siempre esperando por nosotros: no está allí por Él, sino por nosotros» (Benedicto XVI). —Acércate para que te deslumbre con su presencia.

Para el segundo caso podemos hacer referencia a una canción popular, que dice: «Con nosotros está y no lo conocemos». Jesús está presente en tantos y tantos hermanos nuestros que han sido marginados, que sufren y no tienen a nadie que “quiera verlos”. En su encíclica Dios es Amor, dice el Papa Benedicto XVI: «El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial». Así pues, Jesús te está esperando, con los brazos abiertos te recibe en ambas situaciones. ¡Acércate!

miércoles, 22 de septiembre de 2021

MIERCOLES 22 DE SEPTIEMBRE


 
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Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Miércoles 25 del tiempo ordinario

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 9,1-6): En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos». Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.

Comentario:Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)

«Convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades»

Hoy vivimos unos tiempos en que nuevas enfermedades mentales alcanzan difusiones insospechadas, como nunca había habido en el curso de la historia. El ritmo de vida actual impone estrés a las personas, carrera para consumir y aparentar más que el vecino, todo ello aliñado con unas fuertes dosis de individualismo, que construyen una persona aislada del resto de los mortales. Esta soledad a la que muchos se ven obligados por conveniencias sociales, por la presión laboral, por convenciones esclavizantes, hace que muchos sucumban a la depresión, las neurosis, las histerias, las esquizofrenias u otros desequilibrios que marcan profundamente el futuro de aquella persona.

«Convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades» (Lc 9,1). Males, éstos, que podemos identificar en el mismo Evangelio como enfermedades mentales.

El encuentro con Cristo, que es la Persona completa y realizada, aporta un equilibrio y una paz que son capaces de serenar los ánimos y de hacer reencontrar a la persona con ella misma, aportándole claridad y luz en su vida, bueno para instruir y enseñar, educar a los jóvenes y a los mayores, y encaminar a las personas por el camino de la vida, aquella que nunca se ha de marchitar.

Los Apóstoles «recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva» (Lc 9,6). Es ésta también nuestra misión: vivir y meditar el Evangelio, la misma palabra de Jesús, a fin de dejarla penetrar en nuestro interior. Así, poco a poco, podremos encontrar el camino a seguir y la libertad a realizar. Como escribió san Juan Pablo II, «la paz ha de realizarse en la verdad (...); ha de hacerse en la libertad».

Que sea el mismo Jesucristo, que nos ha llamado a la fe y a la felicidad eterna, quien nos llene de su esperanza y amor, Él que nos ha dado una nueva vida y un futuro inagotable.

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martes, 21 de septiembre de 2021

MARTES 21 DE SEPTIEMBRE

 

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: 21 de Septiembre: San Mateo, apóstol y evangelista

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, cuando Jesús se iba de allí, al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Comentario:Rev. D. Joan PUJOL i Balcells (La Seu d'Urgell, Lleida, España)

«No he venido a llamar a justos, sino a pecadores»

Hoy celebramos la fiesta del apóstol y evangelista san Mateo. Él mismo nos cuenta en su Evangelio su conversión. Estaba sentado en el lugar donde recaudaban los impuestos y Jesús le invitó a seguirlo. Mateo —dice el Evangelio— «se levantó y le siguió» (Mt 9,9). Con Mateo llega al grupo de los Doce un hombre totalmente diferente de los otros apóstoles, tanto por su formación como por su posición social y riqueza. Su padre le había hecho estudiar economía para poder fijar el precio del trigo y del vino, de los peces que le traerían Pedro y Andrés y los hijos de Zebedeo y el de las perlas preciosas de que habla el Evangelio.

Su oficio, el de recaudador de impuestos, estaba mal visto. Quienes lo ejercían eran considerados publicanos y pecadores. Estaba al servicio del rey Herodes, señor de Galilea, un rey odiado por su pueblo y que el Nuevo Testamento nos lo presenta como un adúltero, el asesino de Juan Bautista y el que escarneció a Jesús el Viernes Santo. ¿Qué pensaría Mateo cuando iba a rendir cuentas al rey Herodes? La conversión de Mateo debía suponer una verdadera liberación, como lo demuestra el banquete al que invitó a los publicanos y pecadores. Fue su manera de demostrar el agradecimiento al Maestro por haber podido salir de una situación miserable y encontrar la verdadera felicidad. San Beda el Venerable, comentando la conversión de Mateo, escribe: «La conversión de un cobrador de impuestos da ejemplo de penitencia y de indulgencia a otros cobradores de impuestos y pecadores (...). En el primer instante de su conversión, atrae hacia Él, que es tanto como decir hacia la salvación, a todo un grupo de pecadores».

En su conversión se hace presente la misericordia de Dios como lo manifiestan las palabras de Jesús ante la crítica de los fariseos: «Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mt 9,13).

lunes, 20 de septiembre de 2021

LUNES 20 DE SEPTEIMBRE

 

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Lunes 25 del tiempo ordinario

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 8,16-18): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará».

Comentario:+ Rev. D. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona, España)

«Pone (la lámpara) sobre un candelero, para que los que entren vean la luz»

Hoy, este Evangelio tan breve es rico en temas que atraen nuestra atención. En primer lugar, “dar luz”: ¡todo es patente ante los ojos de Dios! Segundo gran tema: las Gracias están engarzadas, la fidelidad a una atrae a otras: «Gratiam pro gratia» (Jn 1,16). En fin, es un lenguaje humano para cosas divinas y perdurables.

¡Luz para los que entran en la Iglesia! Desde siglos, las madres cristianas han enseñado en la intimidad a sus hijos con palabras expresivas, pero sobre todo con la “luz” de su buen ejemplo. También han sembrado con la típica cordura popular y evangélica, comprimida en muchos refranes, llenos de sabiduría y de fe a la vez. Uno de ellos es éste: «Iluminar y no difuminar». San Mateo nos dice: «(...) para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres para que, al ver vuestras buenas obras, den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5,15-16).

Nuestro examen de conciencia al final del día puede compararse al tendero que repasa la caja para ver el fruto de su trabajo. No empieza preguntando: —¿Cuánto he perdido? Sino más bien: —¿Qué he ganado? Y acto seguido: —¿Cómo podré ganar más mañana, qué puedo hacer para mejorar? El repaso de nuestra jornada acaba con acción de gracias y, por contraste, con un acto de dolor amoroso. —Me duele no haber amado más y espero lleno de ilusión, estrenar mañana el nuevo día para agradar más a Nuestro Señor, que siempre me ve, me acompaña y me ama tanto. —Quiero proporcionar más luz y disminuir el humo del fuego de mi amor.

En las veladas familiares, los padres y abuelos han forjado —y forjan— la personalidad y la piedad de los niños de hoy y hombres de mañana. ¡Merece la pena! ¡Es urgente! María, Estrella de la mañana, Virgen del amanecer que precede a la Luz del Sol-Jesús, nos guía y da la mano. «¡Oh Virgen dichosa! Es imposible que se pierda aquel en quien tú has puesto tu mirada» (San Anselmo).

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viernes, 17 de septiembre de 2021

DOMINGO 19 DE SEPTIEMBRE


El más grande en el Reino de Dios

Cada Domingo es una nueva convocación de Dios a cuantos han creído en su salvación. Venir a la Eucaristía no puede convertirse en un acto rutinario, común y corriente, sin relieve o en el cumplimiento de una práctica sin trascendencia. Si es cierto que siempre celebramos la misma salvación, también es verdad que cada día esta salvación nos descubre un nuevo rostro, nos presenta un aspecto inédito. Descubrir este aspecto y confrontarlo con nuestra vida, reconocer y celebrar los caminos siempre nuevos de la salvación de Dios, es el objetivo de este encuentro de hermanos, a la vez gozoso e inquietante. La Palabra hoy (domingo 25 del tiempo ordinario) nos invita a dejarnos formar por Jesús para que aprendamos cuáles son los valores del Reino de Dios.

LECTURAS:

Sabiduría 2,12.17-20: «Se gloría de tener por padre a Dios»

Salmo 54(53): «El Señor sostiene mi vida»

Carta de Santiago. 3,16- 4,3: «La sabiduría que viene de arriba es amante de la paz»

San Marcos 9, 30-37: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres»

Un proyecto divino

Decía Jesús a Pedro en la lectura del Domingo pasado «Tú piensas como los hombres no como Dios». Pertenecemos a un proyecto divino sobre el hombre y sobre el mundo y nuestro deber es comprometernos en él. Nuestra presencia en el mundo, invitados a la vida, es dar realidad a esa voluntad divina en la parte que nos corresponde en el corto espacio de tiempo que nos toca vivir. Nos han precedido siglos de historia, figuras grandes de hombres y mujeres que han cumplido su misión, y también en esa historia ha habido grandes debilidades y deficiencias. Seguir a Jesús es dejarse formar por Él. También  hoy existe una «levadura» de la ideología dominante. Como los discípulos de Jesús, también nosotros, no siempre somos capaces de mantener una conducta crítica ante la invasión de todo esto. El talante formador de Jesús nos sigue ayudando.

 

No por el hecho de que una persona «siga a Jesús» ya es santa y renovada. En medio de los discípulos, cada vez de nuevo, la «levadura de Herodes y de los fariseos»  levantaba cabeza. En el episodio del evangelio de hoy, Jesús aparece como el maestro que forma a sus seguidores. «Seguir» era un término que formaba parte del sistema educativo de la época. Era usado para indicar la relación entre discípulo y maestro. La relación maestro-discípulo es diferente a la relación profesor-alumno. Los alumnos asisten a las explicaciones del profesor sobre una determinada materia. Los discípulos «siguen» al maestro y conviven con él, veinte y cuatro horas al día. Fue en esta «convivencia» de tres años con Jesús, que los discípulos y las discípulas recibieron su formación. El pasaje que sigue en evangelio de Marcos  nos dará otro ejemplo muy concreto de cómo Jesús formaba a sus discípulos.

La misma ambición de poder

Los discípulos de Jesús -los de ayer y los de hoy- quedamos espantados y con miedo. No entendemos la palabra sobre la cruz, porque no somos capaces de entender ni de aceptar a un Mesías que se hace siervo de los hermanos. Nosotros seguimos soñando con un mesías glorioso y mostramos, además de esto, una gran incoherencia. Mientras Jesús anuncia su Pasión y Muerte, nosotros discutimos entre nosotros sobre quién es el mayor, quién debe ocupar el primer puesto...

Jesús quiere servir, ¡nosotros sólo pensamos en mandar! La ambición nos lleva a auto promovernos a costa de Jesús. Hasta hoy, aquí y allá, el mismo deseo de autopromoción aparece en nuestras comunidades. Tanto en la época de Jesús, como en la época de Marcos, había la «levadura» de la ideología dominante. También hoy, la ideología de las propagandas del comercio, del consumismo, de las novelas influye profundamente en la manera de pensar y actuar de la gente. En la época de Marcos, no siempre las comunidades eran capaces de mantener una actitud crítica frente a la invasión del Imperio Romano. ¿Y hoy?

Una religión  a nuestra medida?

Fácilmente nos hacemos una religión a nuestra medida, conforme a nuestros proyectos y no aceptamos lo que Dios nos pide. Y tenemos el peligro de caer en la desilusión, en el enfriamiento de la fe, quizás incluso en la increencia. Vale la pena ahondar en nuestro conocimiento de Dios, del Señor Jesús, de la Iglesia. Entrar en sus designios. Vivir nuestro cuarto de hora en el mundo como miembros activos de todo un proyecto grandioso con el cual Dios va construyendo el futuro del hombre y del mundo. Un proyecto digno de la grandeza del amor de Dios. Si somos especuladores de nuestra propia promoción, no seremos evangelizadores y nuestras palabras serán puro oportunismo....

Para orar y vivir la Palabra:

«El Señor sostiene mi vida»

Yo, Señor, no quiero hablar de Ti de una manera fría, puramente teórica. Quiero hablar de lo que Tú supones en mi vida, de lo que Tú haces en mí.  Tú eres mi roca, mi fundamento. Sin Ti, mi vida se derrumba. Vengo a ser como esa casa edificada sobre la arena. En cambio, contigo, me siento fuerte, soy como la casa bien edificada sobre roca.

«Yo domino a los demonios desde lo alto y no les hago más caso que a las moscas. Los encuentro singularmente flojos. Desde que se ven despreciados, todo coraje los abandona. Atacan a los que se rinden a su discreción».   - (Santa Teresa de Jesús)

  

VIERNES 17 DE SEPTIEMBRE

 

 
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Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Viernes 24 del tiempo ordinario

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 8,1-3): En aquel tiempo, Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

Comentario:Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)

«Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios»

Hoy, nos fijamos en el Evangelio en lo que sería una jornada corriente de los tres años de vida pública de Jesús. San Lucas nos lo narra con pocas palabras: «Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva» (Lc 8,1). Es lo que contemplamos en el tercer misterio de Luz del Santo Rosario.

Comentando este misterio dice el Papa San Juan Pablo II: «Misterio de luz es la predicación con la que Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión, perdonando los pecados de quien se acerca a Él con fe humilde, iniciando así el misterio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia».

Jesús continúa pasando cerca de nosotros ofreciéndonos sus bienes sobrenaturales: cuando hacemos oración, cuando leemos y meditamos el Evangelio para conocerlo y amarlo más e imitar su vida, cuando recibimos algún sacramento, especialmente la Eucaristía y la Penitencia, cuando nos dedicamos con esfuerzo y constancia al trabajo de cada día, cuando tratamos con la familia, los amigos o los vecinos, cuando ayudamos a aquella persona necesitada material o espiritualmente, cuando descansamos o nos divertimos... En todas estas circunstancias podemos encontrar a Jesús y seguirlo como aquellos doce y aquellas santas mujeres.

Pero, además, cada uno de nosotros es llamado por Dios a ser también “Jesús que pasa”, para hablar —con nuestras obras y nuestras palabras— a quienes tratamos acerca de la fe que llena de sentido nuestra existencia, de la esperanza que nos mueve a seguir adelante por los caminos de la vida fiados del Señor, y de la caridad que guía todo nuestro actuar.

La primera en seguir a Jesús y en “ser Jesús” es María. ¡Que Ella con su ejemplo y su intercesión nos ayude!

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