La fidelidad de Jesús supera
la prueba
Victoria por medio de la
Oración y de la Palabra
Hemos iniciado un tiempo
especial en el nuevo Año Litúrgico: la «Cuaresma». Celebramos la Eucaristía en
el primer domingo de Cuaresma. «Cuaresma» es una palabra «vieja» (se conoce
expresamente desde antes del s. III), pero de contenido muy actual. En los primeros
tiempos del cristianismo, lo importante era «el día del Señor»; el día de la
«Fracción del Pan». - En el siglo VI ya está configurada la Cuaresma tal como
se celebra hoy: «40 días» de preparación para la Pascua. Los «40 días» de
Cuaresma tienen resonancia simbólica: son memoria de la peregrinación del Exodo
en camino hacia la Tierra Prometida, y de la permanencia de Jesús en el
desierto como preparación para su ministerio mesiánico.
Por otra parte, la Cuaresma en un principio
tuvo un carácter de preparación bautismal, posteriormente se le dio un carácter
más penitencial y, más tarde, se hizo preparación pascual. Actualmente la
Cuaresma nos llama a reflexionar sobre la respuesta que estamos dando al Señor;
nos ofrece la posibilidad de vivir con mayor austeridad y en actitud penitencial;
nos invita a volver los ojos a Dios, a convertirnos a él, para alcanzar el perdón
y celebrar el gozo de la Pascua. Si el miércoles pasado recibimos la ceniza
como signo de nuestro deseo de conversión a Dios, hoy, en este primer domingo
de Cuaresma, pedimos perdón por nuestros pecados y rogamos al Señor nos
acompañe en esta peregrinación de 40 días hacia la Pascua.
LECTURAS:
Deuteronomio 26, 4-10:
«Profesión de fe del Pueblo elegido»
Salmo 91(90): «Acompáñame,
Señor, en la tribulación»
Romanos 10, 8-13: «Todo el que
invoca el Nombre del Señor se salvará»
San Lucas 4,1-13: “El Espíritu
llevó a Jesús por el desierto…”
Las tentaciones de Jesús
vienen de afuera
Lucas, además, con estas
escenas intenta recordarnos que las tentaciones han sido dirigidas a Jesús por
un agente externo. No son el resultado de una crisis sicológica o porque se
encuentra en un conflicto personal con alguien. Las tentaciones, más bien, nos
llevan a las “tentaciones” que Jesús ha experimentado en su ministerio: - hostilidad,
oposición, rechazo. Tales “tentaciones” han sido reales y concretas en su vida.
No ha recurrido para resolverlas a su poder divino. Estas pruebas han sido una forma
de “seducción diabólica” (Fitzmyer), una provocación a usar su poder divino
para cambiar piedras en pan o para manifestarse de modos excéntricos. Relación
entre Exodo de Israel y Misterio Pascual de Jesús.
Satanás tentó en el Desierto
al Pueblo de la Vieja Alianza y sigue tentando ahora a los cristianos.
Fundamentalmente sus tentaciones son siempre de sensualidad, orgullo, avaricia
y ambición. Presenta con gran seducción a los ojos de los cristianos mesianismos
temporales y políticos. Vencemos a Satanás aceptando y viviendo el Mesianismo
de Jesús: espíritu de pobreza, humildad y penitencia. La Cuaresma es una llamada
a la autenticidad cristiana. Y el don más valioso que para ella debemos pedir es
la «santidad».
El Señor se retira a la
soledad del desierto durante 40 días para: - intensificar su trato con
Dios-Padre en diálogo amistoso y confiado, - tensar su ánimo para hacer frente
a las tentaciones, - ofrecernos ejemplo de lealtad a la dura y costosa misión
que ha de cumplir. En esta pasaje se concentran, pues, los temas de la
predicación cuaresmal: el camino del Exodo, narrado en las primeras lecturas,
conduce hacia Cristo y es imagen del Misterio Pascual de Cristo (Pasión, muerte
y Resurrección) y la Iglesia, mientras que el camino de Jesús ayunando en el
desierto durante cuarenta días es el modelo y la imagen de lo que la Iglesia se
propone realizar durante la Cuaresma: renovarse en el camino hacia la pascua.
A QUE NOS COMPROMETE la
PALABRA?
Nuestra Cuaresma, igual que la
de Jesús, no es para vivir sacrificados pasando hambre, sino para vivir
moderados pensando que «no sólo de pan vive el hombre». El Señor confirma esta
afirmación con el hecho de poner la adoración a Dios por encima de la
adoración: al poder, a la riqueza, al aplauso humano, como le propone Satanás.
La actitud del Señor ha sido
siempre un ejemplo para todos y en todos los tiempos. Pero hoy lo es más.
Varias veces el Señor afirmó que «era bienaventurado el que escucha la Palabra
y la cumple». Para prolongar nuestra meditación sugerimos una reflexión del
Papa Francisco: ´- La Cuaresma es para todos un tiempo favorable para salir por
fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a
las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo
en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados,
visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra
condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por
tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales.
Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador
podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A
través de este camino también los soberbios, los poderosos y los ricos, de los
que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son
inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos
Relación con la Eucaristía:
Al celebrar la muerte de
Cristo, todos debemos morir reconociendo que hemos sucumbido a veces a la
tentación y la prueba. Pero desde la victoria de Jesús en las pruebas y nuestro
recurso a la Palabra de fe, también saldremos a flote de nuestras pruebas.
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