“DAR A DIOS, LO QUE ES DE DIOS”
La existencia de cada persona se
realiza y se desarrolla (o se ve impedida y obstaculizada) en diferentes
ámbitos: la sociedad, con sus distintos elementos: político, económico,
educativo, de valores, legislativo, etc. con las instituciones civiles
encargadas de gestionarlos, y la dimensión religiosa de vivir la propia fe en
comunidad y en misión.
¿Cómo se relacionan entre sí estos
ámbitos necesarios e ineludibles? ¿Hay alguno que domine u obscurezca al otro?
¿Cuál sería el criterio de verificación de que la relación entre ambos ámbitos
es correcta y positiva, más aún, se ayudan recíprocamente?
Jesús nos da, en el evangelio de
hoy, mucha luz sobre estas cuestiones tan vitales y decisivas.
LECTURAS:
Domingo 29 del tiempo
ordinario – 22 de octubre
Lectura del libro de Isaías 45, 1. 4-6:”… «Yo lo
he tomado de la mano, para doblegar ante él las naciones y desarmar
a los reyes,…”
Salmo 95, . Aclamad la gloria y el poder del Señor.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses 1, 1-5b: “En todo momento damos gracias a Dios por todos
vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones,…”
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 15-21_:”Entonces
les replicó: «Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de
Dios».
Reflexión del Evangelio de hoy
Realmente era muy comprometida la pregunta que con
mala intención dirigieron a Jesús: “Es licito pagar o no el tributo al Cesar”.
Si decía que sí, sería considerado como un amigo del invasor y abjuraría de que
Dios era el único Dios y Señor de la tierra de Israel, que Él mismo habría dado
como heredad a su pueblo. Si contestaba que no, se pondría de parte de aquellos
que se oponían, violentamente incluso, al dominio romano y, como consecuencia,
estaría poniendo el peligro el frágil equilibrio de las relaciones entre
romanos y pueblo judío, lo que podría conducir, como después dijo el sumo
sacerdote Caifás, a la catástrofe y destrucción del Templo y el pueblo: “No os
dais cuenta de que es preferible que muera un solo hombre por el pueblo,
a que toda la nación sea destruida?” (Jn 11, 49-50).
Jesús, responde saliéndose de ese dilema: “Dad al
César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.
Pero, cuando nos ponemos a pensar en el contenido
de esa frase, vemos que no es fácil de interpretar. Se señala una distinción
entre el campo de la fe y la religión, por una parte, y de la vida
político-secular por otra. Pero ¿cómo se relacionan? ya que el ser humano forma
parte por su fe del ámbito de “Dios y sus caminos” y, por otra, de las
realidades de su sociedad, su tiempo y su espacio.
Se han dado a lo largo de la historia, y se dan hoy
día, dos tentaciones que tienen consecuencias nefastas: La teocracia, según la
cual, lo religioso sería lo superior y todo el ámbito secular, estaría al
servicio y bajo la dirección de las autoridades eclesiásticas. Esto conduce al
fanatismo religioso porque no respeta la autonomía de los distintos ámbitos, ni
la legítima libertad de conciencia, ni la necesaria pluralidad de los medios
para llegar al fin.
La tentación contraria es también nefasta: el
secularismo excluyente, según el cual, la religión sería, en el mejor de los
casos un asunto meramente privado, de “sacristía”, sin ninguna participación
válida en el mundo de las ideas, de los valores, de las relaciones sociales, de
los derechos humano. Esto supone un fundamentalismo ideológico, que convierte
en religión la ideología o política dominante en cada momento.
La manera de salir de esta paradoja, es considerar
en serio la expresión “imagen de Dios” que utiliza Jesús; expresión que señala,
según el pensamiento bíblico, la dignidad de cada persona, el hecho de que
ninguna persona pueda ser considerada o tratada como medio o instrumento para
otra cosa, ni siquiera la religión o la razón política o social. Se trataría de
considerar siempre y en toda circunstancia no sólo dos términos: “Dios y el
César”, lo religioso y lo secular, sino cuatro elementos: Dios, el hombre, lo
religioso y lo secular y cómo se relacionan entre ellos.
Dios no quiere que el hombre se haga imágenes de él
para que no lo reduzca a su manera de pensar. Pero El mismo ha hecho de cada
ser humano una imagen de Él (Gen 1, 27), para que, respetando y promoviendo a
las personas, tratáramos y honrásemos al mismo Dios (Mt 25-46). Por lo tanto,
“dar a Dios, lo que es de Dios”, es tratar a cada persona y a todas ellas como
Dios las trata. Y para saberlo, tenemos el ejemplo de cómo Jesús, la perfecta
imagen de Dios en su ser humano (Col 1,15), quería, respetaba y trataba a
las personas.
El segundo elemento es el hombre. “La gloria de
Dios es el hombre vivo” decía S. Ireneo. Es decir, la manifestación más clara
de quién y cómo es Dios, de su voluntad y su acción, es cuando cada hombre,
varón o mujer, se siente vivo y que puede vivir con todos sus derechos. Uno de
ellos, es la libertad de su relación con Dios, la participación pública en su
comunidad eclesial y la aportación cívica de sus valores al diálogo y la
construcción social, política, económica y educacional.
Para conseguir realizar aquí y ahora la relación
vivificante de Dios y la persona, se necesitan gestionar los dos ámbitos en los
que vive: el religioso-eclesial y el político social. Estos están a servicio de
los primeros, y el criterio de verificación, como dice Jesús, no es el culto,
ni el éxito económico o político, ni las grandes cifras o balances, ni las
estadísticas de participación sacramental o de adhesión partidista, sino,
simple y llanamente, que cada hombre y cada mujer puedan sentirse en verdad
“imagen de Dios”, por cómo es vista, tratada, valorada y promovida por el mundo
de lo eclesial-religioso, por una parte, y de lo social-político por otra.
“Buenos cristianos y buenos ciudadanos”, era el
ideal educativo de S. Juan Bosco. Cristianos adultos en la fe formando parte y
contribuyendo a formar una sociedad de ciudadanos adultamente libres.
A la luz de este mensaje de Jesús:
¿Me trato a mí mismo como imagen de Dios?
¿Trato a cada uno, sea como sea, como imagen de
Dios?
¿Construyo con mi oración, comunión y misión una
Iglesia de hijos e hijas, hermanos y hermanas, sinodal, donde cada uno y cada
una se sienta en verdad, imagen de Dios: respetado, amado, escuchado y
promovido?
¿Cómo es mi participación en la sociedad civil para
que la dignidad y los derechos de cada persona sean garantizados, ya que es
imagen de Dios?
Hoy es la Jornada Munddial de las Misiones . El
escogio como lema; “”Corazzones fervientes, pies en camini!”
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