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Vida Nueva Cali - Reproductor

sábado, 12 de octubre de 2024

DOMINGO 13 DE OCTUBRE

 

“Así  tendrás un tesoro en  el Cielo”

El evangelio de hoy es un relato del encuentro de Jesús con un hombre de buena voluntad  y puntual cumplimiento de sus deberes religiosos, pero cuyo corazón las riquezas le mantenían atenazado para una actitud generosa y desprendida. No es el seguidor ideal de los discípulos de Jesús, como debieran ser los discípulos de Jesús. Ocasión al dedo para que Jesús advierta del peligro de las riquezas e inculque en el corazón de todos el desprendimiento y la generosidad, sobre todo como actitud básica para el seguimiento de Jesús. El desprendimiento de los bienes y afanes de esta vida es la actitud moral requerida por quien desea seguir a Jesús.

Pero esta narración ha sido a veces interpretada de manera errónea. Ha servido este texto para resaltar unilateralmente el valor de los consejos evangélicos y proponer que sólo los que renuncian a todas las rentas son los verdaderos seguidores de Cristo y que la vida religiosa que profesa tal cosa sería la auténtica vida religiosa y gozaría del privilegio de la santidad que no tienen las otras formas del seguimiento de Cristo. Si se enfrenta con el camino de cumplir los mandamientos, que el joven del texto cumplía puntualmente, el camino de los consejos evangélicos sería muy superior, pues es el auténtico seguimiento de Jesús. En resumen, que la vida religiosa, que es la profesión de los consejos evangélicos, sería muy superior a la vida común cristiana y las órdenes monásticas serían una vía superior a la de los demás fieles laicos cumplidores de los mandamientos. En consecuencia, habría dos vías de seguimiento de Jesús: los cristianos ordinarios y la vida religiosa. Pero esto es una falsa interpretación, pues no hay dos vías, la de seguidores de los mandamientos y el de personas consagradas y profesos de la pobreza voluntaria, ni aquí se pretende enseñar algo semejante. La aplicación a la vida religiosa distinta del común de los cristianos es un manifiesto error. No se expresa aquí un doble seguimiento de Jesús ni una distinción entre precepto y consejo.

Pero hay también otra interpretación equivocada. Oí una vez a un predicador que usaba este texto para demostrar que no hay salvación posible para los ricos. Quienes tienen bienes deben repartirlos con los demás o son incapaces de salvar el alma. Los ricos no pueden seguir a Jesús y son dignos de eterna condenación. Se identifica desprendimiento de bienes con riqueza material y así todos los ricos serían materia de condenación. Cristo hablaría de diferencia de clases y los ricos serían siempre materia de reprobación. La distinción de Jesús sería la de clases sociales de ricos y pobres; no la de apego e interés en seguir a Jesús. Nunca un rico entrará en el reino de los cielos, como un camello por el ojo de una aguja. Interpretación errónea, pues la letra del texto usa una hipérbole, de la que gustan los orientales, como cuando se dice que algunos no ven una viga en el ojo propio. Jesús se sirvió a menudo de estas expresiones, como cuando se habla de “una fe que mueve montañas” (I Cor 13,3).

DOMINGO 28  DEL  T, O,    13  DE   OCTUBRE

LECTURAS.:

Lectura del Libro de la Sabiduría 7, 7-11 :”Supliqué y me fue dada la prudencia, invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría.,,”

Salmo 89,  R: Sácianos de tu misericordia, Señor, y estaremos alegres.

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 12-13 :”La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; …”

Santo Evangelio según San Marcos 10, 17-30 :”En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le pregunto:«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»…

Reflexión del Evangelio de hoy

La pregunta del joven versa sobre la vida eterna.  

El texto evangélico está construido sobre una situación: interrogar sobre la herencia de la vida eterna. No busca tener éxito en este mundo, ni formar parte de los elegidos, ni pertenecer a una élite religiosa…,  sino poseer la vida eterna. La inquietud del joven y lo que desea saber es conseguir la vida eterna. La respuesta de Jesús es que se necesita  actitud de compasión hacia los demás, apoyo en remediar sus necesidades  y no tener el corazón apegado los bienes temporales, además de cumplir los restantes mandamientos, por supuesto. Sólo así  se sigue a Jesús y se vive en el reino de Dios. El joven fallaba en el desprendimiento de los bienes terrenos.

La vida eterna es pura donación gratuita.  

Es lo mismo que preguntar por lo más valioso de nuestra vida, lo más distinto de este mundo y lo que menos puede uno adquirir por sí mismo. La vida humana puede tener muchos cosas deseables, pero hay una cosa que no se puede obtener ni nadie la puede alcanzar por sí mismo. La vida eterna es un premio inalcanzable para todo el mundo. Sólo cabe la preparación a ella: se hace por el cumplimiento de toda rectitud humana. El joven cumplía esa rectitud en la mente popular: cumplimiento de los mandatos; sólo le faltaba una cosa para la buena disposición: vender lo que se posee y darlo a los pobres. La codicia y avaricia de los bienes es incompatible con el desprendimiento, y la prodigalidad que exige la vida eterna.

Seguir a Jesús es incompatible con la codicia de bienes

No se puede seguir a Jesús en la insolidaridad y cicatería frente a los demás pues el reino de Dios es solidario  y fraternal. La tacañería  es impropia de quienes todo lo han recibido gratuitamente de Dios. ¡Es difícil entrar en el reino de Dios! Es decir, donde está la vida eterna. Pero es fácil porque Dios nos ayuda  “imposible para los hombres, no para Dios”.

De ese seguimiento es de lo que se trata. Es obra de amor, desinteresado, pero sobre todo es don de Dios. La vida eterna es un don, el más preciado, y que se recibe cuando se entra en el reino de Dios. Esa es la verdadera sabiduría de este mundo. Captar este valor singular es obra del Espíritu Santo.

¿En qué sentido y bajo qué formas la vida eterna está ya en nosotros?

“Dáselo a los pobres, que así tendrás un tesoro en el cielo” (Mc 10,21). En qué sentido distribuir los bienes es atesorar.

 

 

 


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