“Anda, tu fe te ha salvado”
El Evangelio de hoy nos habla
de Bartimeo, un ciego que no ve; no ve colores, ni formas, ni rostros; está
sumido en la oscuridad más absoluta, pero la ceguera de los ojos de su cara no
le impide tener confianza en lo que Jesús puede hacer por él y no está
dispuesto a renunciar a ello.
Por eso, alza su voz y grita
pidiendo misericordia, grita sin reparos, es el grito de esperanza que le va a
permitir salir de la oscuridad.
Cualquiera de nosotros podemos
ser Bartimeo, postrados en ese camino, pidiendo limosna a un mundo que apenas
nos da unas monedas de falsa felicidad, y quieren que hablemos bajito, que no
gritemos, que no molestemos. Nunca pretendemos molestar, pero tenemos que
gritar frente a los que nos quieren hacer callar.
Llega su momento, su
oportunidad, en la que salta como un resorte, sin protección, sin seguridad; es
como un salto al vacío, sin miedo y sin temor, pero con una confianza en ese
desconocido, Jesús, con una fe firme, plena y completa.
Y Jesús siente compasión;
siente el dolor de Bartimeo desde lo más profundo y lo hace suyo, siente su
dolor y le da la mejor limosna, encontrarse con Él, en el ruido de la multitud.
Como a Bartimeo, Jesús nos
pregunta a cada uno de nosotros ¿qué quieres que haga por ti? Y por fin llega
nuestro momento, el de hablar con Dios, de corazón a corazón, Él sabe cuáles
son nuestras necesidades y carencias, hemos escuchado su Palabra, pero ahora Él
quiere escuchar nuestras palabras, con sinceridad y sencillez. Quiere que me
reconozca tal y como soy, de cuál es mi auténtica realidad.
DOMINGO 30 DEL T, O.
- 27 DE OCTUBRE
LECTURAS:
Lectura del Profeta Jeremías 31, 7-9 :”Esto
dice el Señor:
«Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por la flor de los pueblos;…”
Salmo 125,
R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres…
Lectura de la carta a los Hebreos 5, 1-6:”Todo
sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está puesto para representar a
los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los
pecados….
Lectura del santo evangelio
según san Marcos 10,46-52 :”En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus
discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo),
estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús
Nazareno, empezó a gritar:«Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí»…
Reflexión del Evangelio de hoy
El Señor ha estado grande con
nosotros, y estamos alegres
El profeta Jeremías nos invita
al regocijo, a la alegría; nuestro Dios nos salvará, rescatará su templo
secuestrado, convertirá nuestros eriales estériles en huertos ubérrimos, dará
luz a los ciegos, movimiento a los paralíticos... acompañará a su pueblo por el
camino de La liberación. No es un camino de rosas, tiene dificultades, pero nos
llena de esperanza porque tenemos confianza en nuestro Dios, que nos ha dado
como hermano a su Hijo y lo ha establecido, para siempre como puente (según el
rito de Melquisedec), como camino, entre Él y nosotros: ¡El Señor ha estado
grande con nosotros y estamos alegres ¡
Hijo de David, Jesús, ten
compasión de mí
La escena del evangelio de
este domingo se encuadra en la subida de Jesús a Jerusalén, la ciudad santa, a
la que tienden los profetas para coronar su misión. Ha estado enseñando,
curando, compartiendo con sus paisanos de Galilea; sale de Cafarnaúm, acompañado
de discípulos y seguidores, camino de Jerusalén. Llegan al oasis Jericó, ciudad
de las palmeras a orillas del Jordán, separada de Jerusalén a 25 Km de
desierto. Al entrar en la ciudad, al borde del camino, Bar Timeo, un mendigo
ciego, con su manto extendido por el suelo para recoger limosnas de los
viandantes, al enterarse, que la razón del alboroto de la multitud se debía a
la presencia de Jesús, sobreponiéndose al griterío de la gente y desoyendo las
amonestaciones de los acompañantes, a voz en grito reclama la atención de
Jesús: “Hijo de David, ten compasión de mí”
Jesús, que siempre está
pendiente de quien lo pueda necesitar, le manda llamar y, al enterarse de ello,
Bartimeo da tres pasos que le van a cambiar la vida: suelta el manto,
seguramente con algunas monedas que le habrían echado, que le estorba para
estar más ligero, da un salto, posiblemente con riesgo (no olvidemos que es
ciego) y se acerca a Jesús.
La fe ciega (y nunca mejor
dicho) de Bartimeo en Jesús le pone en movimiento, le urge a responsabilizarse
lo que sea necesario con las consecuencias de su fe y le impone su seguimiento
en el camino a Jerusalén.
Y a nosotros, ¿nos moviliza?,
¿nos implica?
Nos llamamos cristianos y lo
somos... incluso “practicantes”: cumplimos ¿o no? con las normas que hemos
recibido en nuestra educación cristiana. Hemos participado en los sacramentos y
sin duda lo seguimos haciendo. Nos consideramos y nos llamamos “cristianos
religiosos”, Pero, ¿eso es ser seguidor de Jesús?, ¿era Jesús un “hombre
religioso”?
Nuestro Bartimeo se saltó a la
torera la creencia de su culpabilidad en la ceguera que tenía, reclama la
compasión de Jesús, con una fe inquebrantable en Él, se ve feliz al sentirse
llamado y toma la firme decisión de seguirle (recordemos que Jesús va camino a
Jerusalén).
¿Percibimos nosotros en
Jesús un compañero de camino? Porque si Dios se hace uno de nosotros es porque
quiere acompañar nuestro caminar, sentir nuestros desmayos, fracasos y
debilidades, enfrentar con nosotros nuestros retos y proyectos, disfrutar con
nuestros triunfos y conquistas, sufrir nuestro dolores y desgarros... ¡va a
Jerusalén nuestro camino!
Creer en Jesús ciegamente es
adherirse a Él con la certeza de que tiene respuestas para nuestras vidas. No
podemos quedarnos en la apatía de una vida ya acabada, sin nuevos alicientes,
como si ya hubiéramos hecho cuanto podíamos hacer. El Papa nos pone en guardia
contra lo que él llama “acedia”.
Somos un proyecto de Dios con
vocación de estar haciéndose día a día y, si hemos optado, como Bartimeo,
seguir a Jesús, siempre será un proyecto inacabado, en continuo dinamismo.
La misión que nos queda, como
una continua tarea, es vigilar nuestra fidelidad al mandato de Jesús: proclamar
que el Reino de Dios está ya aquí,. Tan sólo tenemos que actualizarlo en
nuestro vivir cotidiano.
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