15 DOMINGO DEL TIEPO
ORDINARIO
QUÉ´SIGNIFICA
AMAR A NUESTRO PRÓJIMO?
Deuteronomio 30, 10-14: «El
mandamiento está muy cerca de ti; cúmplelo»
Salmo 69(68): «Busquen al
Señor y vivirá su corazón»
Coosensesl. 1, 15-20: «Todo
fue creado por Él y para Él»
San Lucas 10, 25-37: «¿Quién
es mi prójimo?»
El tema de esta liturgia es
la esencia de la religión cristiana: el amor a Dios y el amor al prójimo.
El autor deuteronomista, con
acento muy similar al de los grandes Profetas, profundiza en la Ley y acentúa
en ella estos rasgos: su esencia: conversión a Dios con todo el corazón y con
toda el alma (v. 10). Su facilidad: esta conversión o amor sincero y total a
Dios está tan a nuestro alcance, tan a mano de todos, que ni hemos de ir lejos
ni siquiera hemos de salir fuera de nosotros (vv. 11-12). Su interioridad: está
dentro de ti. Está en tu boca. Está en tu corazón (v. 14)
Acerca del salmo,
«Probablemente en esta lamentación quedaron reunidos el llanto y la oración de
dos afligidos: uno tal vez acusado de robo (v. 5); el otro, atormentado por su
religiosidad y burlado por su fe. El pantano en el que se hunde y las aguas que
lo sumergen todo, son las imágenes del hombre al límite de la muerte» (Los
salmos explicados para el pueblo).
En el himno cristológico de
la Carta a los Colosenses, un texto corto, S. Pablo elabora una «teología»
sobre Cristo. Es significativa su afirmación de Cristo como plenitud de Dios;
la verdadera imagen de Dios. Por lo tanto, el amor de Cristo es el amor de
Dios, y el primer mandamiento de la ley recae en nuestra relación con Jesús.
El tema del Evangelio es la
práctica de la caridad con nuestros hermanos y hermanas; el segundo
mandamiento, inseparable del amor de Dios. Jesús explica la práctica de la
caridad fraterna, no por medio de conceptos, sino por medio de hechos.
Por lo tanto, hoy leemos la
parábola del buen samaritano, en la cual aprendemos quién es nuestro hermano y
cómo practicar la caridad.
Destacamos algunos puntos
importantes:
Primero: La fraternidad en
la gente no es algo a dar por supuesto. Debe ser construida día tras día por la
práctica de la misericordia. «Nos hacemos» hermanos y hermanas.
Segundo: La caridad
cristiana es universal. No discrimina. El samaritano y el judío en la parábola
se suponían enemigos y distanciados. Pero la misericordia es más fuerte que el
prejuicio del samaritano.
Tercero: Amar a nuestros
hermanos significa que estamos dispuestos a la reconciliación y el perdón, como
era el caso del samaritano con respecto al judío herido.
Cuarto: Practicar la caridad
significa salir de nuestros planes y nuestro egoísmo, aceptar sacrificios por
el bien de los demás. La caridad cristiana no se queda en buenos deseos, sino
que se expresa con hechos.
Algunas preguntas para
meditar durante la semana:
1. Todo el mundo tiene prejuicios
hacia personas y grupos. ¿Cuáles son mis prejuicios?
2. Fuera de mi familia, ¿qué
sacrificios emprendo por el bien de los demás?
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