Palabras
Creíbles
Evangelio 31 de enero de 2021- IV
domingo del tiempo ordinario
"No enseñaba como los escribas, sino como
quien tiene autoridad" San
Marcos 1,
21-28
Es una experiencia
extremecedora. Sus ojos parecían salirse de sus órbitas, su cara desencajada y
descompuesta, su cuerpo arqueándose y retorciéndose, gruñidos, gritos, quejas e
insultos, todo daba un espectáculo de pavor y de miedo. Era apenas una niña de
trece años, pero nadie parecía advertirlo. Era imposible detenerla, a pesar de
que ya la habían atado a los barandales de la cama. Los gritos y la
preocupación estaban en todos los presentes. Lejos había quedado su apacible
faz de adolescente inquieta y traviesa, dulce y enigmática. “Está poseída por
el demonio” gritaba una señora. “Traigan al padre para que le haga un
exorcismo” decía otra. Los familiares, desconcertados, no atinaban a buscar
soluciones. Avergonzados y temerosos, no querían seguir siendo aquel
espectáculo inaudito que aglomeraba a los mirones y para el cual que nadie
parecía tener respuesta. ¿Estaba su hija realmente poseída por el demonio? ¿Era
solamente una enfermedad sicológica o un trauma a causa de los problemas
familiares que estaban enfrentando? Nadie les daba una respuesta. Hay momentos
de incertidumbre y oscuridad, entonces se presenta Jesús.
Enseña con autoridad
Ya está listo Jesús, rodeado por sus discípulos emprende una intensa
actividad con la que anuncia y manifiesta la presencia del Reino como una buena
noticia. Las primeras acciones que nos narra San Marcos tienen dos dimensiones
muy fuertes: enseñar con autoridad y liberar de toda opresión. El lugar
elegido es Cafarnaúm, pequeña ciudad a orillas del lago de Galilea, cruce de
culturas, punto fronterizo y cosmopolita, que llegará ser especialmente
entrañable al convertirse en el centro de sus operaciones. Enseña en la
sinagoga, en el lugar ordinario de la proclamación de la palabra de la Ley de
Israel. Allí su palabra resuena novedosa y llena de autoridad. ¿Por qué dicen
las gentes que enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas? No
porque mande mucho o haga ostentación de sabiduría y de poder, sino porque
“tiene en su boca las palabras de su Padre” que dan vida y salvación. Su
autoridad brota de su misma entrega, de su servicio y de su amor. Su palabra anuncia
Buena Nueva y toca el corazón. Los escribas enseñan muy bien la ley, pero una
ley que esclaviza y que al endemoniado lo deja atado al hombre impuro. Jesús
libera y sana, y da una nueva interpretación de la ley al hacer una curación en
sábado.
Palabras respaldadas por el Amor
Hoy asistimos a una grave crisis de credibilidad de la autoridad y
su palabra, en la vida política, social, económica, familiar y hasta religiosa.
Y como se pierde la autoridad por no ir respaldada con hechos, se quiere
imponer con gritos, amenazas, castigos y fuerza. Así encontramos desde padres
que exigen obediencia “sólo porque yo mando”, hasta ejércitos que con muerte y
destrucción hacen ver “la autoridad” de los poderosos. A la luz de la autoridad
de Jesús ¿qué tendríamos que replantearnos todos los que de algún modo tenemos
autoridad? ¿Cómo pueden las palabras de un maestro, de un papá, de un sacerdote
o de un gobernante estar llenas de autoridad? Mientras nuestras palabras no
vayan respaldadas por el amor y por hechos que den vida, quedarán huecas y vacías.
Cristo viene a liberar integralmente
Mucho se ha hablado a cerca de los milagros de Jesús y se ha cuestionado
si realmente cada vez que se dice que Jesús expulsó a un demonio lo tendríamos
que entender en el verdadero sentido de una posesión satánica. Debemos recordar
que en aquellos tiempos toda enfermedad era vista como un castigo y como una
obra del demonio y que su curación no solamente podía ser vista en términos de
sanación física, sino como una verdadera liberación de un poder maligno. Todo
mal y toda enfermedad esclavizan y atan a la persona y Cristo viene a liberar a
la persona íntegra. Así que no siempre serán exorcismos los que haga Jesús pero
sí todos sus signos serán liberación del mal y de la opresión. Como cristianos
que intentamos seguir a Jesús hemos de traducir este “milagro” a nuestro tiempo
y circunstancias. El reto en nuestros días es hacer “milagros” que, al igual
que el de Jesús, humanicen, dignifiquen y liberen. Necesitamos expulsar los
demonios de la pobreza, la mentira y de la corrupción, necesitamos sanar a nuestra
sociedad de la ambición y del materialismo, necesitamos una lucha abierta
contra las drogas y la violencia. Necesitamos rehabilitar al hombre y hacerlo
nuevo. Estas serían las palabras de autoridad que cada uno de nosotros tendría
que pronunciar para que al proclamar que el Reino de Dios está cerca, se
pueda percibir entre nosotros.
La Palabra de Dios nos da vida y libertad
A veces damos la impresión de responder a la presencia de Jesús con las
mismas palabras que decían los demonios. Reconocían su autoridad pero no
querían su presencia y por eso decían: “¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús
de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros?” Y ciertamente la
palabra de Jesús es exigente y descubre el corazón, pero es la única que nos
dará la verdadera vida y libertad. Purifica y sana, pero hemos de abrirle el
corazón. En este día pensemos: ¿cómo estamos acogiendo esta palabra de Jesús?
¿En qué forma ejercemos la autoridad? ¿Qué “milagros” hacemos que dignifican a
las personas y hacen creíble la presencia del Reino en medio de nosotros? Sin
temores, con sinceridad y audacia, porque Cristo está con nosotros.
Padre Bueno, concédenos acoger con un corazón abierto las palabras de tu
Hijo y traducirlas en “milagros” que hagan creíble la presencia de su Reino en
medio de nosotros. Amén