Jueves 31 de marzo-
octava de Pascua
EVANGELIO
Está escrito que Cristo tenía que padecer y tenía que resucitar de entre los muertos al tercer día.
Está escrito que Cristo tenía que padecer y tenía que resucitar de entre los muertos al tercer día.
Del Evangelio según
san Lucas 24, 35-48
Cuando los dos
discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los
apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían
reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de
esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con
ustedes”. Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero
Él les dijo: “No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en
su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y
convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo”. Y
les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura
alegría y seguían atónitos, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?”. Le ofrecieron
un trozo de pescado asado; Él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después les dijo: “Lo
que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con
ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de
Moisés, en los profetas y en los salmos”.
Entonces les abrió el
entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito
que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al
tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones,
comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los
pecados. Ustedes son testigos de esto”.
Palabra del Señor.
“USTEDES SON
TESTIGOS DE ESTO”
Verdad: El discurso que sigue
a la curación del paralítico en la puerta del templo, se presenta como precioso
testimonio del poder liberador de Cristo resucitado. Es por su acción que se
recobra la salud y se obtiene la salvación. Y aunque hayamos tenido culpa en su
muerte y crucifixión, Dios nos da tiempo y oportunidad para convertirnos y
aceptar al Resucitado como nuestro Dios y Señor. En Él son perdonados nuestros
pecados, para poder participar de la vida nueva que Él nos ofrece en la
restauración universal al final de los tiempos.
La aparición del
Resucitado a los Once apóstoles y demás compañeros que estaban reunidos en
Jerusalén, manifiesta los efectos de la resurrección, no sólo en su cuerpo
glorificado y ahora libre de ataduras de tiempo y espacio, sino también en la
paz y la alegría que Él puede ahora comunicar a sus discípulos, para
capacitarlos para la misión que les aguarda. No hay motivo para el temor: una
vez comprendido el sentido de las Escrituras, hay que salir a llevar por
doquier el Evangelio del Resucitado, su oferta de perdón y salvación universal.
Camino: ¿Quién es Jesús para
mí: un fantasma, un superhéroe, un ser humano cualquiera, o el Maestro vivo y
resucitado que quiere hacerme su testigo?
Vida: Señor Jesús: que
quieres que tu propuesta de salvación llegue a los confines de la tierra,
ayúdame a cumplir mi parte en esta tarea de la Iglesia. Amén.
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