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Vida Nueva Cali - Reproductor

viernes, 24 de junio de 2016



DOMINGO 26 DE JUNIO

Decimotercer domingo del tiempo ordinario
Dios llama a cada persona diferentemente
1Reyes 19,16b.19-21: «Elíseo se levantó y marchó tras Elías»
Salmo 16(15): «El Señor es mi lote y mi heredad»
Galatas. 4,31b - 5,1.13-18: «Su vocación es la libertad»
San Lucas. 9, 51-62: «Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén...Te seguiré adonde  vayas”.
El tema litúrgico de hoy es la llamada de Dios a aquéllos que habrían de ser los discípulos, trabajadores del Reino
En el primer libro de los Reyes Dios llama a Eliseo por la palabra de Elías. La vocación de Elíseo es una buena introducción para entrar en la comprensión del evangelio de hoy. En efecto, san Lucas parece que ha querido tener como telón de fondo para explicar la relación entre Cristo y los discípulos, la relación entre Elías y Elíseo. La llamada, en el episodio de Eliseo no es tan radical. Sin embargo, la llamada del Evangelio (en la tercera lectura), es más radical: está dirigida por el Hijo de Dios en persona.
Con las palabras del salmo 16(15) ora la persona que sigue al Señor como bien absoluto.
Puede ser la plegaria de Elíseo, de la Iglesia. El Nuevo Testamento ha visto la misma plegaria de Cristo resucitado, entregado totalmente a la gloria del Padre y sentado a su derecha. Multitud de personas consagradas al Señor ha recitado este salmo en la liturgia de la Iglesia, como expresión de su propósito.
San Pablo, en la carta a los Gálatas, nos recuerda que hemos sido llamados por Dios a ser libres y nos explica qué es la verdadera libertad. Ser libres no es hacer el mal siempre que queremos, o seguir nuestro capricho, o nuestra carne o egoísmo. Ser libres es ponernos al servicio los unos de los otros, por amor.
El tema de la libertad de los cristianos es uno de los preferidos por el Apóstol San Pablo.
Es la libertad conquistada por Cristo, expresada y desarrollada en el amor. Esta libertad, la que viene del Espíritu, es la que libera de la esclavitud de la carne y del egoísmo. De aquí que haya que caminar por donde quiere el Espíritu, rechazando los deseos de la carne.
A fin de aceptar la llamada a seguir a Jesús debemos ser muy libres. Este es el mensaje del Evangelio de hoy, expuesto por medio de tres ejemplos:
El primero: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Y Jesús le muestra que su camino implica sacrificio y prontitud para aceptar durezas y humillaciones.
El segundo: aquí Jesús toma la iniciativa: «Ven conmigo». El presunto seguidor interpone una razonable causa de retraso. Pero Jesús no la toma en cuenta: cuando es Dios mismo que llama directamente, los retrasos son inaceptables. Dios cuidará de los negocios aparentemente
El tercero: «Seré tu seguidor, Señor, pero primero déjame despedirme de mis familiares».
Pero Jesús lo reprende, no porque sea malo despedirse de los suyos, sino porque percibía que el hombre estaba apegado a su pasado y a su familia.
Algunas preguntas para pensar durante la semana
1. ¿Te reconoces a ti mismo en uno -o más- de los tres ejemplos de seguidores de Jesús?
2. ¿En cuál? ¿Por qué?


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