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Vida Nueva Cali - Reproductor

miércoles, 20 de abril de 2016



MIERCOLES 20 DE ABRIL- CUARTA SEMANA DE PASCUA

EVANGELIO
Yo he venido al mundo como luz.

Del Evangelio según san Juan 12, 44-50

En aquel tiempo, exclamó Jesús con fuerte voz: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas.

Si alguno oye mis palabras y no las pone en práctica, yo no lo voy a condenar; porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.

El que me rechaza y no acepta mis palabras, tiene ya quien lo condene: las palabras que yo he hablado lo condenarán en el último día. Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que mi Padre, que me envió, me ha mandado lo que tengo que decir y hablar. Y yo sé que su mandamiento es vida eterna. Así, pues, lo que hablo, lo digo como el Padre me lo ha dicho”.
Palabra del Señor.

 

 MARÍA: SOLIDARIA CON  EL SUFRIMIENTO HUMANO

Verdad: Los textos bíblicos que la liturgia de la Iglesia nos propone para la celebración de la Fiesta de la Dolorosa, insisten en la profunda solidaridad que hay entre la Madre sufriente y su Hijo, quien también asumió los dolores de la humanidad, y llevándolos al altar de su cruz, los ofreció en expiación por todos. María participó de este misterio de dolor y amor que trajo consigo nuestra salvación. Pero al solidarizarse con su Hijo sufriente, lo hace con todos sus demás hijos, es decir, con nosotros, en medio de nuestras tribulaciones y dolores.

Los textos de la liturgia normal, donde no se celebra la Fiesta de la Dolorosa, siguen mostrando la expansión del Evangelio del Resucitado y sus efectos de salvación, especialmente en los ambientes paganos. Desde Antioquía de Siria, comienzan los viajes misioneros de Pablo, abriendo caminos nuevos al mensaje de Jesús. Por su parte, el Evangelio declara abiertamente que aceptar a Cristo por la fe es causa de salvación, pues Él es la luz verdadera que trae plenitud de vida a quien cree en Él, y entra en comunión con quien lo envió; es decir, el Padre del cielo.

Camino: ¿Siento la presencia cercana y solidaria de María, compartiendo mis dolores y ayudándome a asumirlos con la actitud de Cristo en su pasión?

Vida: Señor Jesús: que eres la luz verdadera y ofreces generosamente la salvación a quien cree en ti, permítenos recibirte siempre como enviado del Padre. Amén. 

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